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El siglo XXI marca el comienzo de una nueva
era en la que los mapas políticos y las fronteras de Oriente Medio serán
revisados y examinados.
El diario libanés 'As-Safir'
indica que la era imperial estadounidense heredó un método de utilizar
el fanatismo religioso, que emerge de la Edad Media. Al ser la única
potencia mundial, Washington ignoró este método y prefirió abordar el
problema con la invasión de Irak. La intervención directa afectó
negativamente la estructura interna del poder imperial, reza el
artículo.
Con
el fin de evitar la repetición de errores anteriores, Washington se dio
cuenta de que tiene que evitar el principio de "intervención directa de
su Ejército" y usar las fuerzas de terceros, aunque sean fanáticos
religiosos de derecha, en las regiones que requieren la intervención de
EE.UU. para redistribuir las fronteras y la política de nuevo.
Mientras
tanto, Washington no tuvo en cuenta el hecho de que "estos monstruos"
en teoría "podrían atacar cualquier punto del mundo perteneciente a la
civilización occidental, para saciar su sed de sangre". "Es un conflicto
global en el que se decide el destino árabe", señala el diario.
Además,
se destaca que no hay una resolución en medio de los enfrentamientos
directos entre el Estado judío y el pueblo palestino, en ausencia de
cualquier apoyo árabe. Sin embargo, en relación a la participación de
Rusia en el conflicto sirio, el autor del artículo la considera
"apropiada", porque gracias a esto "las naciones árabes
podrían decidir su futuro". Teniendo en cuenta, además, que el pasado
30 de septiembre el Senado de Rusia aprobó la
entrada en acción de sus Fuerzas Aéreas en Siria después de que el
presidente sirio, Bashar Al Assad, solicitara a Moscú ayuda militar para
luchar contra los terroristas. Ese mismo día, tras coordinarse con las
autoridades sirias, los aviones rusos comenzaron a lanzar ataques aéreos
contra las posiciones del Estado Islámico. Algo muy diferente a la
forma unilateral empleada por EE.UU. y sus aliados en la región.
Acerca
de la situación actual se expresa el experto Richard Falk, profesor de
Derecho Internacional de la Universidad de Princeton, EE.UU., en su blog.
El experto advierte que "cuestionar las fronteras coloniales abriría
una peligrosa caja de Pandora rellenada con desagradables conflictos
étnicos y reivindicaciones territoriales contradictorias".
Además, Europa y la civilización occidental pueden padecer la ofensiva
islamista. Así, con relación a las consecuencias que ya vive Europa, el
experto del Centro de Estudios del Mundo Contemporáneo de China, Zhao
Minghao, en declaraciones a la cadena china CCTV,
opina que "los ciudadanos europeos se sienten asediados por una 'bomba
de tiempo', que podría causar un daño inmenso al bienestar económico y
social de la región. Los refugiados se han apoderado de muchos puestos
de trabajo en Europa, mientras que la seguridad pública se ha
deteriorado".
Inicio del conflicto
La división entre las
dos ramas principales del Islam, el chiismo y el sunismo, se remonta al
año 632, cuando murió el profeta Mahoma. El origen del conflicto fue la
oposición entre los que querían escoger al siguiente líder (sunitas) y
los que creían que el poder debía pasar al primo y yerno de Mahoma, Ali
(chiitas). Actualmente, entre el 10 y 15 por ciento de los musulmanes en
todo el mundo son chiítas, mientras que la mayoría son sunitas.
Hoy
en día, esta división religiosa también tiene una vertiente política,
que constituye una lucha por la influencia regional entre los poderes
políticos chiitas, liderados por Irán, y los poderes políticos sunitas,
liberados por Arabia Saudita.
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