Óptica Socialista
Opinión
La Revolución Bolivariana ha insistido en
dialogar con sus adversarios, durante los 17 años que ejerció todos los poderes
dispuestos en la Constitución de Venezuela de 1961 y en la aprobada en
diciembre de 1999; el imperialismo no permite ese diálogo y la oposición
obedece su mandato. Desde el 6 de diciembre de 1998, hasta el 6 de diciembre de
2015, las respuestas al diálogo fueron violencia, golpe de estado, paro
petrolero, guarimbas, siembra del mal en el líder de la Revolución, desconocimiento
de resultados electorales favorables a ésta, llamado a desahogar arrechera,
asesinato de venezolanos inocentes, emplazamiento de paramilitares en el
territorio, para plagar éste con crímenes horrendos, característicos de estos
mercenarios; finalmente, el imperialismo y sus lacayos desatan la guerra
económica y desabastecedora de alimentos y medicamentos; como consecuencia, la
Revolución sufre su primera derrota electoral y pierde la Asamblea Nacional.
Su triunfo electoral fue tal, que
sorprendió a la oposición ¿Es realmente racional esperar que ésta acepte un
diálogo sincero? Absolutamente no. El venezolano sabe a la oposición autora del
desabastecimiento, pero detesta más la pusilanimidad que lo conduce al abismo.
La guerra económica arreciará y más medidas económicas no surtirán efecto
alguno, si el Gobierno no recurre, con determinación y con hechos, no con
amenazas, al uso legítimo de la fuerza institucional, para expropiar y asumir
el control de los medios de producción y distribución de alimentos,
medicamentos y de la banca. Por el camino actual sólo queda esperar otra
derrota similar, pero definitiva, en el referéndum revocatorio
Por graves que sean las consecuencias de
esa radicalización de la Revolución, no lo serán tanto como el hambre y enfermedades
que sufrirá la población por escasez de alimentos y medicamentos; no serán tan
graves como perder la libertad y soberanía de Venezuela; jamás seremos
nuevamente libres como ahora, pues el imperialismo no lo permitirá. Confiemos
en Dios, seamos valientes para rectificar el rumbo y justos para aplicar
medidas radicales y severas.
Por. Rafael Flores
Por. Rafael Flores
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