Óptica Socialista
Opinión
Ya son muchos los que creen que Estados Unidos, hasta hace apenas unos años visto como un coloso que dominaba el mundo, está en decadencia.
El historiador británico Paul Kennedy considera que ese país está “volviendo a ocupar su lugar ‘natural’ en el planeta, después de casi 70 años de dominio extraordinario y artificial a partir de 1945”.
En Auge y Caída de las Grandes Potencias, ese especialista en relaciones internacionales definió un proceso llamado “sobredimensionamiento imperial”. Para ayudarnos a entender mejor el tema conversamos con el politógolo cubano Carlos Alzugaray, profesor titular del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana.
¿Qué es el sobredimensionamiento imperial?
Yo me baso en las teorías de Paul Kennedy. Parto de las enseñanzas de la historia. Todos los imperios tienen un final, incluso aquellos que parecen tan poderosos que nunca caerán. Roma dominó todo el mundo occidental en su época, pero al final entró en crisis y se vino abajo.
En su libro Paul Kennedy hace un panorama histórico y trata de explicar el porqué de las caídas de todos los imperios. Su explicación se parece mucho a la teoría de Lenin sobre las contradicciones del desarrollo de las potencias capitalistas. ¿Qué decía Lenin? Que las potencias capitalistas no se desarrollan al mismo ritmo eternamente.
Estados Unidos alcanzó su cima inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. En principio, era el único país que poseía el arma nuclear; producía el 40 % de la producción mundial; en términos financieros logró crear todo el sistema de Bretton Woods, que incluye el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial; el dólar sustituyó a la libra esterlina como la moneda clave del sistema; y además ideológicamente la imagen que presentaba era de esplendor.
Pero en la vida lo único permanente es el cambio. Tú no puedes pensar que las cosas van a seguir siempre iguales; y hay un momento en que Estados Unidos comienza a declinar. El declive es más evidente en el terreno económico y financiero. Siguen siendo la economía más poderosa, pero no la única que cuenta.
Yo no mido el poderío en términos productivos, sino en la habilidad que puede tener un estado para determinar qué se produce, cómo y para quién. Ya eso no existe, ese dominio no existe. Incluso se puede decir que Estados Unidos es dependiente de algunas producciones, como la energía.
Ahora bien, el declive no tiene que ver con el poderío per se. Yo no creo que Estados Unidos vaya a desaparecer. El discurso del excepcionalismo norteamericano, de “somos el pueblo elegido”, toda la cultura política de ese país conducía a una imagen de un dominio unipolar del mundo. Yo creo que se llegó a ese momento inmediatamente después de la Guerra del Golfo y que desapareciera la URSS. Charles Krauthammer, un autor conservador norteamericano, le llamó “el momento unipolar”. Fue solo eso, un instante.
Además de las ideas de Paul Kennedy tomo en cuenta las del periodista Paul Lippmann, uno de los grandes teóricos de la política exterior norteamericana. Desarrolló una teoría bautizada luego como “La brecha de Lippmann”, donde argumenta que toda política exterior tiene que conjugar los objetivos con los medios de que se dispone para alcanzarlos.
Hay otra herramienta teórica, de la inglesa Susan Strange. En uno de sus libros, “Estados contra Mercados”, asegura que el poder mundial no está unificado, sino que aparece en cuatro terrenos: el de la seguridad, el de la producción, el de las finanzas, y otro que ella denomina de la información pero que podríamos decir del mundo de las comunicaciones.
El otro instrumento teórico que sirve es uno del canadiense Robert Cox, un gramsciano, que se basa sobre todo en las ideas de Gramsci sobre la hegemonía. Argumenta Cox que la hegemonía es una correlación de fuerzas entre tres grandes factores: las fuerzas políticas, las instituciones y la cultura política.
Estados Unidos ya no tiene los recursos económicos, militares y culturales para dominar al mundo como su clase dominante cree que lo puede dominar.
¿Y su poderío militar?
El problema con eso es que el poderío militar tiene que demostrar ser efectivo. Tú puedes acumular cuantas armas quieras, pero ¿son funcionales? Y ahí hay una contradicción.
El soldado norteamericano no aguanta una guerra larga, sino la guerra corta que se pueda ganar rápido. Ahora inventan cosas como los drones, pero al final tienes que poner los soldados en tierra, es inevitable. ¿Qué pasó con Irak? Ese es el caso típico de la ilusión del poder. Se metieron, acabaron con Sadam Husein, ¿y después qué?
Ellos tienen un arsenal nuclear tremendo, ¿y de qué le sirve? ¿Para qué lo pueden usar? Pueden amenazar a algunos países pero muchos no se dejan amedrentar. Irán, por ejemplo.
Entonces, ¿para qué tienes poderío militar? ¿Qué está pasando en Afganistán? Fíjate, dos guerras recientes. No son el escándalo de Vietnam, pero son dos guerras perdidas. Estados Unidos no alcanzó sus objetivos.
En las guerras, sobre todo en las de resistencia popular, lo que ha primado es la inteligencia y la habilidad de la fuerza de la resistencia. Si las guerras se decidieran por tecnología y fuerza, los vietnamitas tenían que haber perdido, pero ganaron. Si las guerras se midieran por quién gasta más dinero o quién tiene el soldado mejor armado, Estados Unidos no perdía ninguna, y sin embargo las pierde.
Para mí todo eso es sobredimensionamiento imperial. O sea, yo tengo ambiciones de poder, para las cuales no tengo recursos. Insisto en que eso no significa que Estados Unidos se vaya a acabar mañana.
¿A usted le parece que la clase dirigente de ese país es conciente de sus propias limitaciones?
Yo creo que un sector sí. El National Intelligence Strategist Estiment de fines del año pasado dice que para el 2025 habrá otras potencias mundiales, y habrá que pactar.
Ahora bien, la clase dominante no es un actor racional único; son muchas tendencias, con distintos proyectos. Hay un autor norteamericano que maneja cuatro grandes posturas de la política exterior de ese país. Una se basa en lo militar, eso él le llama la tradición Jacksoniana; la tradición Hamiltoniana, que es dominación por la economía; la tradición Jeffersoniana, que es la tradición ideológica; y la otra vendría a ser la Wilsoniana, que es la idea de dominar al mundo a través de las instituciones. Eso es Wilson y Roosevelt, Liga de las Naciones y Naciones Unidas. En la clase dominante norteamericana siempre hay este debate, qué instrumento usamos; aunque claro, en ningún caso las tendencias aparecen de forma pura.
Ahí es donde viene el problema con Romney. Hay un sector del Partido Republicano que se cree el cuento de que ellos son el más grande país que ha dado la tierra y lo ven como una cuestión dirigida por Dios. En un libro muy interesante del senador William Fullbright titulado “La arrogancia del poder”, él describe cómo eso va pasando ideológicamente. Él fue el único que consultado por Kennedy le dijo que la invasión a Girón era un error, y luego se opuso a la guerra en Vietnam. La idea es que si tú eres muy poderoso, y cada vez que te metes en algo le ganas a todo el mundo, llega un momento en que sobre todo si tienes antecedentes religiosos, piensas que esa es la voluntad de Dios; y en sectores de la elite de poder y de la población existe esa idea. Romney canta en todos sus discursos: “America de Beautiful”. ¿Se lo creen o no? ¿Es una justificación? Eso es irrelevante.
Me llama la atención eso que usted decía de que algunos sectores de poder hablan de que habrá que pactar con otras potencias. Tengo la impresión de que ellos son demasiado arrogantes para pactar. Lo que sucede ahora en Siria podría ser un medidor…
Ya aquí entramos en otro tipo de problemas. El sector neoconservador que estaba en época de Bush le hubiera metido mano a Siria para demostrar su poderío. Este sector de Obama es liberal, aunque está presionado por esos otros. Pero a Obama no le conviene intervenir porque no se puede meter en otra guerra.
Si gana Romney será un presidente muy débil y muy presionado por las facciones guerreristas de su partido. En el Partido Demócrata existe otra racionalidad para intervenir, ese discurso de “yo soy un ejemplo de democracia, derechos humanos, libertad”… que se lo creen.
Yo no sé lo que va a pasar en Siria, pero sí creo que es más probable una agresión con Romney que con Obama. Si Obama gana su prestigio como figura política va a engrandecerse enormemente, y sí hará la política que él quiera hacer, y evidentemente él está casado con las teorías del smart power, y esas teorías parten de la fortaleza relativa de Estados Unidos. Y es más inteligente, obviamente. En el fondo es más peligroso, pero también ofrece más oportunidades.
Y no es que yo diga que porque están débiles son menos peligrosos, puede que sean hasta más. El dragón cuando se está muriendo mete unos coletazos que matan a cualquiera. Pero sí, Estados Unidos es un país más débil.
Creo que el reto de la clase dominante es ver cómo manejan eso. Pueden hacerlo a la Bush, pero no lo resistiría la población norteamericana. Porque además, esta “guerra global contra el terrorismo” se llevó a cabo sin pedirle ningún sacrificio al pueblo. O sea, querían hacer una guerra y que los estadounidenses siguieran viviendo como si no pasara nada. Eso no es posible. Y cuando tú le pides sacrificios a la gente, se empiezan a preguntar por qué.
De hecho eso ya está pasando con los militares. Además, el soldado norteamericano no es el soldado cubano. Ellos llevan el agua, la computadora, el iPhone; cuando viene Thanksgiving en cada unidad militar tiene que haber un pavo. Es un ejército al que hay que ponerle una tubería de dinero.
Yo no comparto esa teoría de que las guerras benefician al imperialismo. Las guerras cortas y gananciosas sí. Entrar, ganar y salir. Pero ya eso no pasa. La última así fue la Guerra del Golfo. Esa la hizo Collin Powel. Él es de la generación de militares norteamericanos que durante la guerra de Vietnam eran capitanes, mayores coroneles, jefes de tropas que estaban en el combate. Él desarrolló la doctrina Powel de intervención militar: objetivos claros, estrategia de salida, y apoyo popular. El problema de Vietman fue que internamente empezó a haber resistencia. Las guerras injustas socavan mucho la moral de un país.
¿Entonces es falsa la idea de que las guerras son siempre convenientes para Estados Unidos?
Yo creo que la carrera armamentista sí es beneficiosa. El ejército gasta miles de millones en reemplazo de armamentos, sin ir a la guerra. Si se da una oportunidad de hacer una guerra como la invasión a Granada, sí. Pero no hay muchas guerras así; de Corea para acá Estados Unidos se empantana.
No dudo que las guerras puedan interesar al Complejo Militar Industrial; pero ¿y el resto de la sociedad? Eisenhower, un militar, en su discurso de despedida como presidente alertó contra el Complejo Militar Industrial, porque había alcanzado un poder demasiado grande que iba a afectar la democracia norteamericana.
Dick Cheney y Bill Gates seguramente quieren la dominación mundial, pero no la quieren igual, ni están dispuestos a pagar el mismo precio.
Algo que a veces la gente no entiende es que estamos hablando de un país de 300 millones de habitantes. Se trata de un estado muy diverso, donde conviven muchas ideologías, diferentes posiciones. ¿Cuánto puede ser la clase dominante? Vamos a basarnos en la tesis del 1 %. Tres millones de personas no pueden pensar igual.
Lo que sí es cierto es que la clase dominante que logró manejar el sistema desde Reagan para acá —Clinton de cierta manera jugó con esa tendencia— basó el desarrollo en la especulación financiera, la desregulación de los mercados, y tuvieron éxito durante un tiempo. Pero lo que venía para arriba de ellos era un tsunami, creado por ellos mismos.
Si analizamos indicadores puramente económicos, Estados Unidos no está en crisis. La economía está creciendo, aunque muy lentamente….
Efectivamente, la economía no está en crisis.
¿Y entonces en qué consiste la crisis?
El problema es que el ciclo capitalista tiene subidas y bajadas. Normalmente en cada bajada hay una crisis y después una recuperación. Esta recuperación no ha sido suficientemente fuerte, y la mayor parte de los economistas pronostican que la situación continuará así.
Yo diferencio entre la crisis financiera, que es coyuntural, y otra crisis más grave que es estructural. Se trata de una economía basada en la auto gratificación individual, donde todo el mundo quiere vivir en el mejor mundo posible, donde acumular dinero no tiene ningún problema, y no hay ninguna solidaridad. Esa economía es insostenible. Es insostenible el sistema que hasta ahora dominó las finazas norteamericanas, donde se podía dar mucho dinero para la defensa y al mismo tiempo mucho dinero para los programas sociales. Ya no se puede hacer, porque hay una crisis externa.
Hubo un momento anterior, en que James Carter se dio cuenta de que Estados Unidos tenía que recortar pues estaban viviendo por encima de sus posibilidades. Pasaba igual que con el imperio romano, y aquí hay un paralelismo importantísimo. A medida que las legiones romanas fueron conquistando el mundo, ¿qué pasó con el pueblo? Pan y circo. Vivían en el mejor de los mundos. Cuando el imperio empezó a ceder, era imposible mantener eso; y es lo que sucede con Estados Unidos y la gran crisis política interna por la que atraviesa.
Detrás de Carter vino Reagan y dijo que su antecesor estaba equivocado. La consigna de su campaña fue “it is morning again in America”. Aplicaron una serie de medidas económicas, especulativas y desreguladoras. Eran partidarios de la idea de que si das buenas condiciones a los ricos ellos se encargan de hacer a todo el mundo feliz, y eso es mentira. Pero les funcionó durante un tiempo. El norteamericano promedio empezó a especular en la bolsa, y lograron mantener la burbuja durante años, hasta que la vida se empató con ellos. ¿Y por qué la vida se empató con ellos? Porque Bush hijo se lanzó después del 11 de septiembre a una alocada guerra y empeñó a un país que ya estaba empeñado por la vía de la burbuja. Esa es la situación que hereda Obama.
Aunque la economía está creciendo, la clase media siente los efectos de la crisis…
Sí, claro. Eso tiene que ver con construcciones mentales. La idea de que tus hijos van a vivir mejor que tú, y eso se va a repetir ad infinitum.Mientras sea así tú sientes que tu país tiene futuro.
¿Cuál era la trayectoria de la familia norteamericana? Tú te casas, tienes hijos, se educan, pasan a la universidad y se van de tu casa y probablemente no regresen jamás. ¿Pero qué pasa ahora? Que no se van de tu casa, se quedan, terminan la universidad y siguen contigo. Tú puedes no ver problema con eso, pero estamos analizando una cultura familiar diferente.
La otra cuestión es que los estudiantes de pocos recursos piden un préstamo al gobierno para ir a la universidad. Normalmente te graduabas, conseguías un empleo bueno y pagabas eso es un período más o menos corto. Pero ahora estás años pagando el préstamo. Tienes que renunciar a tu independencia, ir a vivir con tus padres, para poder resarcir esa deuda.
Cada vez es más difícil encontrar empleo, y cada vez hay más gente con más de un empleo para poder sobrevivir, en una sociedad donde sobrevivir tiene otro sentido. Para los estadounidenses sobrevivir es tener un iPhone de 400 dólares, una computadora Mac de 1000, un carro que vale por lo menos 20 000.
Este tema es problemático, porque la gente siempre se compara, y alguien podría pensar que ellos no están tan mal. Pero si tú estás acostumbrado a que tu país crezca 5 % anual y de buenas a primeras empieza a crecer al 2 % o al 1 %, tienes que sentirlo de alguna forma. No te vas a morir de hambre, pero estás en crisis. Y no hay nada en el imaginario norteamericano que influya más que la idea de la casa propia. Y la crisis empezó justamente golpeando por ahí.
En general su nivel de vida sigue siendo muy alto, pero aspiraban a más. Ellos querían una clase media total y absoluta, y no es posible. Ahí es donde está la crisis.
Tanto su clase dominante como su población, necesitan estar en primer lugar en todos los indicadores, y ya no lo están. El sobredimensionamiento es una mezcla de que Estados Unidos no puede mantener el dominio al que aspira la clase dominante, y por otra parte, la estabilidad política del sistema depende de tener esa posición.
Otro debate entre los especialistas es la relación Estados Unidos-China. ¿Usted avizora algún tipo de conflicto entre ellos?
No, porque los chinos no se van a dejar provocar. China es tan grande, y su población es tan grande, que no es derrotable militarmente. Una guerra entre Estados Unidos y China no es posible, y a los chinos no les interesa en lo más mínimo.
La relación Estados Unidos China tiene un nombre: interdependencia. Ese término es poco usado en Cuba, tan acostumbrados como estamos a verlo todo en blanco y negro.
Por ejemplo, entre Estados Unidos y Canadá hay interdependencia, porque hay cosas de Canadá que Estados Unidos necesita, y Canadá negocia con eso. Todo país puede lograr con Estados Unidos una relación inteligente interdependiente.
Yo quisiera volver sobre el tema de que Estados Unidos pacte con otras potencias. ¿Usted cree que ellos aceptarán eso pasivamente?
El problema que enfrentan los sectores dominantes en Estados Unidos con el sobredimensionamiento imperial es que pueden seguir dos caminos. Uno es pensar que no existe y que Estados Unidos puede continuar dominando el mundo unipolar. La historia demuestra que los imperios cuyas clases dominantes no se dieron cuenta del fenómeno y se negaron a aceptarlo, entraron en crisis y declinaron más rápidamente. Esos fueron los casos del Imperio Romano y de la España Imperial. El otro camino sería adaptarse a la circunstancias, pactar y mantener ciertas cuotas de hegemonía y dominación en un mundo cambiante. Eso fue, por ejemplo, lo que hizo la clase dominante británica con Winston Churchill a la cabeza. Así que ¿por qué no van a pactar?
Eso es lo que sugiere, por ejemplo, Joseph Nye, el creador de la teoría del “poder blando” y del “poder inteligente”, quien tiene por demás enorme influencia en los círculos de política exterior cercanos al Presidente Obama y al Partido Demócrata. Después de todo, fue Decano de la Escuela John F. Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, de donde salen buena parte de los altos funcionarios de los ministerios y organismos del estado norteamericano.
Te voy a poner un ejemplo de cómo ellos operan y de cómo esa idea se materializa. Hubo un momento en que los europeos querían disolver la OTAN, y Estados Unidos se negó, y se impuso. Pero Estados Unidos tuvo que aceptar el euro, aunque no le convenía. Así, habrá situaciones en que los demás países harán concesiones, y habrá otros momentos en los que Estados Unidos tenga que pactar, siempre buscando los mejores términos posibles para ellos y sin caer en una posición de subordinación.
Otro caso fue la crisis financiera de fines del 2008. Bush se vio imposibilitado de adoptar medidas adecuadas. Cuando eso se hizo evidente, el Presidente de Francia y el Presidente de la Comisión Europea se presentaron en Washington y exigieron una reunión Cumbre urgente de un nuevo organismo, el G-20. En otra época una crisis cómo esa se hubiera enfrentado unilateralmente por Estados Unidos y los organismos financieros internacionales que controlaba. Eso sucedió varias veces en la década del 1990: la crisis brasilera, la crisis rusa, la crisis mexicana y la crisis de los “tigres asiáticos”. El entonces Presidente Clinton movió sus resortes y logró que Estados Unidos y el mundo capitalista emergieran sin mucho daño. Ya eso no va a suceder más.
Dalia Gonzales Delgado
Tomado de Cubadebate
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