sábado, 20 de septiembre de 2014

¡Comuna o nada! La lucha diaria de las comuneras de Ataroa (+Video)

http://www.misiondignidadhumana.blogspot.com
Óptica Socialista
Noticias nacionales


 
En esta lucha van en procura de una labor comunal en igualdad, generando espacios donde puedan desarrollar sus propias capacidades para desmontar las imposiciones del patriarcado.
 
A Macu una frase le ha llamado la atención en esta tarde de agosto: “Lo que siento, lo que veo, y no a lo lejos sino en proceso, es que practicar la igualdad todos los días nos hace más libres”. Le gusta y la repite. La ha encontrado en un libro que viene leyendo cuando tiene ratos libres, ratos construidos para ella.

Mientras pasa las hojas en el comedor de su casa sus hijos juegan en el patio. Cerca está su hermano y su madre. Macu vive en el barrio alto de Loma de León, en la comunidad Alí Primera, nacida de una ocupación 17 años atrás. Desde allí se ve la parroquia La Carusieña, el aeropuerto y el centro de Barquisimeto que se alarga ancho por el valle.

Macu aprovecha ese tiempo de lectura, los días van rápido y están hechos de muchas actividades. Sabe que en breve se encontrará con La China: es miércoles, y como desde hace un año, a esa hora, las cinco, tendrá lugar la asamblea del Comité de la Mujer e Igualdad de Género “Beatriz Pérez”.

Serán entonces entre 10 y 20 mujeres reunidas, con sus hijos, bebés, el alero de chapa de una casa como techo, y la tarde cada vez más lejos del día, como unida a la noche. Irán desde adolescentes hasta abuelas. Mujeres. Y también un hombre, José Gregorio.

Macu, que se llama Elvira Dorantes, repite una vez más la frase. Luego sale por las calles de tierra del consejo comunal “El despertar de Alí”. Pasa delante del salón colectivo donde funciona la Orquesta Típica Comunal y el Simoncito, bordea la bloquera, y llega hasta la reunión. Lo hace con una sonrisa abierta a las demás, una sonrisa como de una pena que se aleja y de algo claro que nace en su lugar.

Los Comités de la Mujer e Igualdad de Género

El Comité Beatriz Pérez es uno de los primeros en haber comenzado a funcionar en un consejo comunal de la Comuna Socialista Ataroa. Hace ya un año. Entre las primeras participantes estuvieron Macu, La China y José Gregorio. Se acercaron al ser convocadas por un movimiento social que hace vida y fue parte de la comuna desde su fundación: Mujeres por la Vida.

Pero la participación no fue inmediata en el Comité. Costó, aunque ya habían participado de talleres de formación, conversatorios y murales organizados por Mujeres por la Vida. “Como mujeres no nos damos la importancia de que necesitamos y requerimos de nuestro tiempo para nosotros mismos”, explica La China, que se llama Reina Peña.

“Los comités son grupos de mujeres dentro de los consejos comunales. Cada comité dentro de su comunidad te arropa las mujeres que tienen problemas de violencia doméstica, de violencia dentro del entorno de la sociedad, porque aunque uno no lo crea, siempre en cualquier espacio hay una violencia contra la mujer, de verdad que sí”, dice.

Y que al principio ella comenzó solamente para acompañar a una amiga. “A medida que íbamos haciendo los talleres y hablando con las mujeres, realmente vimos la necesidad, porque en la vida cotidiana uno pasa de acá para allá diciendo ´hola´ pero no sabe que está pasando detrás de esas paredes. Cuando empezamos a profundizar el comité de género y las compañeras cuentan, de verdad aquí urge porque hay problemas de todo un poco, de machismo, de maltrato, de autoestima”.

Por eso asegura que lo que primero no parecía necesario de repente se tornó urgente. Se unieron entonces un poco más y formaron de manera estable el Comité en su consejo comunal. Uno de los ocho que formalmente están organizados en Ataroa, aunque no todos tienen una dinámica de funcionamiento permanente, cuenta La China, pero cada semana tienen la asamblea comunal, donde todos confluyen.

Y cada miércoles realizan la reunión en “El despertar de Alí”. E insisten para que participen más mujeres, y es importante cuando, como hoy, se acerca una adolescente como Wilmery, de 13 años, que aunque no habla mucho está presente, y eso es lo más importante, el primer paso. Porque muchas veces no es fácil acercarse, participar, contar. Pero perseveran. “Seamos 2, 3 mujeres que nos reunamos aquí eso es ganancia”, afirma La China antes de comenzar la asamblea.

Un miércoles de Comité

Un punto central recorre la reunión de esta tarde de agosto: varios créditos han sido aprobados por el Banco del Pueblo. Son para proyectos productivos impulsados por diferentes compañeras: pulseras y collares, repostería, empanadas, costura, dulces y hamacas. El objetivo es poner en funcionamiento Unidades de Producción Familiar.

A pedido de todas, Quilmary Gutiérrez enseña los collares que ha venido produciendo hasta el momento. Explica cómo hacerlos, la dificultad para medir los costos por “la vaina muy arrecha de la inflación”, dónde piensa venderlos. Insisten en que deben hacer talleres de administración, para planificar todos los pasos y hacer que cada emprendimiento sea rentable.

Macu explica la situación que atraviesan como mujeres: “Muchas tienen sus parejas que trabajan pero cuesta mucho eso de decir ´yo me quiero comer un chocolate, pintar el pelo, hacer esto´, sentirse bien consigo misma pues, y a veces nos cohibimos de eso porque nos encontramos de que ´te doy solamente para la comida y para los muchachos´, y no vemos las necesidades que tenemos nosotras como mujeres, de hacernos un cariño, darnos un gusto”.

Por eso un ingreso propio, una autonomía para hacer, para “no depender del ingreso del marido”, como señala La China. Y Macu proyecta, invita a ir hacia más: “Por qué todo el tiempo pensamos en cocinar, hacer empanadas, el trabajo más pesado, o sea en el sentido para la mujer, nos identificamos con un coleto, una cocina, una nevera, por qué no pensar en grande, en empaquetadoras, empresas de transformar el plástico, donde nosotras seamos las que transformemos una materia prima en algo productivo para toda la comunidad”.

Y esa empresa de reciclado de plástico la están proyectando, y dando los primeros pasos. Como la bloquera en la cual comenzó a trabajar Macu, aunque ahora está frenada debido a los problemas para conseguir los insumos. De a poco, probando, organizando, así van.

La reunión continúa, son varios temas, proyectos, talleres. Y muchos niños andando, llanto repentinos, corridas, lactancia de madres jóvenes. Una propuesta que todas creen necesaria para ayudar a la participación de las mujeres, su permanencia a lo largo de toda la reunión: una guardería comunal.

Conversan, sobre sus hogares, la reciente juramentación de 400 Defensoras Comunales del estado Lara realizada por el Ministerio para la Mujer e Igualdad de Género, de las cuales 30 son de la Comuna Ataroa, como Macu, La China, como otras que pasan por la calle con la franela violeta, el bolso cruzado. Y ese gran problema a enfrentar: la violencia, la de los hogares y la institucional.

“Esta situación de violencia institucional se ve sobre todo en la parte obstétrica, donde nosotras las mujeres somos más víctimas en el sentido del trato cuando vamos al médico, cuando vamos a dar a luz, porque siempre nos tratan mal; y también cuando tenemos para formular denuncias, porque nos pelotean mucho para tomarlas, no nos toman las denuncias como tal, o nos ponen ciertas trabas”, explica Macu.

Y que como Defensoras han comenzado a armar las direcciones de los espacios dónde acudir ante situaciones de violencia, donde puedan tener respuesta y seguimiento el caso.

Hablan, y hay algo en sus voces. Una risa casi constante. Una alegría unida de manera invisible entre ellas. Que se repite en cada una. Y que también desaparece en un instante y en su lugar aparece una sombra roja atada a la palabra, una tristeza honda. Hasta que una frase, de a poco, de repente, les devuelve esa voz de estar juntas.

Mujeres por la Vida

“Con amistad, entre mujeres, construimos poder popular” es una de las consignas principales de este movimiento social nacido en La Carusieña 20 años atrás. “Íbamos de casa en casa, donde estaban las mujeres con problemas, mujeres víctimas de violencia, con el apoyo nuestro que era escucharlas”, cuenta Ana Martínez, una de las fundadoras.

Comenzaron a realizar charlas, talleres de formación, murales, programas de radio, a implementar una política arraigada al territorio. Ante ellas una realidad de mucho tiempo: “Las condiciones de las mujeres en las comunidades populares no son iguales que los hombres, viven en condiciones más extremas de pobreza porque son madres solteras, no tienen fuentes de ingreso, es más difícil para las mujeres conseguir trabajo, y tenemos todavía un sistema patriarcal donde el hombre y todo lo que es lo masculino está por encima de lo femenino”.

Eso explica Katrina Kozarek, militante del movimiento que fue parte de la conformación de la “Comuna Socialista Ataroa” en el año 2007. Entonces siguieron con su política hacia las mujeres en las comunidades, siempre, pero dentro de esa apuesta más grande comunal. Hasta que definieron impulsar de manera sistemática la construcción de una figura presente en la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, y la Ley Orgánica de las Comunas: el Comité de la Mujer e Igualdad de Género.

Una decisión tomada dos años atrás. Promover lo constituido legalmente pero inexistente en la realidad. Recorrieron los consejos comunales explicando acerca de los Comité y promoviendo la elección de voceras o voceros. Luego pusieron en marcha un plan de formación con conversatorios, donde vieron por ejemplo la Ley del Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia –donde están tipificadas 19 formas de violencia-, el sistema patriarcal como sistema opresor atado al capitalismo, y la participación de las mujeres en el espacio político.

Y esa afirmación de Hugo Chávez: “Para ser un auténtico socialista hay que ser un auténtico feminista”, como cita Katrina. Finalmente armaron con cada Comité un plan de trabajo. Y luego el Comité de la Mujer e Igualdad de Género de la comuna, “para planificar acciones macro donde pueden participar todos los voceros y voceras de los comités”.

“Cuesta un poco empezar a ejecutar el trabajo, o el asunto de convocatoria, porque las voceras están trabajando también en los comités de alimentación, salud, vivienda, entonces le dan más importancia a eso que al mismo trabajo con las mujeres”, relata Karina, trayendo una realidad aprendida a fuerza de subir cerros, realizar convocatorias, insistir en revertir una realidad que pesa, y muchas veces desde dentro.

Despatriarcalizar las relaciones

Al finalizar la reunión del miércoles las compañeras conversan sobre las dificultades con las que se encuentran: maridos que se oponen, señalamientos, condenas abiertas o entre paredes. “No existe esa madurez por parte del hombre para decir ´oye las mujeres están dedicándose su tiempo, vamos a dejarlas tranquilas, que ellas disfruten, se relajen, se desestrecen´, lo que ellos dicen es que lo nuestro es una perdedera de tiempo”, explica La China.

Una situación que cuentan se repite muchas veces, casi todas, en los hogares. Pero también en los ámbitos de los consejos comunales y de la comuna: “En la comuna cuando ven el Comité de Igualdad de Género no le toman importancia, sino que al momento de cualquier actividad tienen que salir las mujeres a cocinar, que el refrigerio, que esto, lo otro, pero no nos dan la posición de tomar decisiones, nuestras propuestas no son como muy tomadas en cuenta, ´¡ay no! ahí vienen las mujeres con sus cosas, y su broma, que el machismo y el patriarcado y eso no le debemos dar mucha importancia´”, cuenta Macu. Y habla de eliminar eso, de tomar territorio.

El 85% de quienes participan en la comuna son mujeres. Pero, cuenta Katrina, las vocerías más públicas, como las relaciones con las instituciones, con otras comunas, o el Comité Ejecutivo de la comuna, son donde menos se encuentran mujeres.

“A veces la mujer en los espacios de debate político, donde hay que planificar y hacer propuestas, tiende a ser desplazada por algunos hombres que tienen una forma de ser que es más duro, que pueden gritar, patear la mesa, que tienen un montón de tiempo libre para sentarse y escribir, donde las mujeres están ocupadas, porque si no tienen niños y niñas o esposo que le ocupan el tiempo, están en todos los comités haciendo un montón de tareas diarias que ocupan el tiempo”.

Por eso en los talleres hablan por ejemplo de la triple jornada de trabajo de las mujeres, del feminismo –“la realización, o el despertar, ser nosotras visibilizadas, y crear una condición de igualdad entre todos”, afirma Macu-, de reconocerse y organizarse.

Pero cuesta. “Hay compañeros que incluso acusan a una de ser divisionista, separatista, que estamos desviando de la lucha de clases. Pero no se trata de eso, la lucha por la igualdad del hombre y la mujer es la misma lucha de clases, porque las personas que sufren más la pobreza, sufren más la explotación capitalista, y por encima de eso la explotación del sistema patriarcal son las mujeres, es la misma lucha de clases, solamente que también nos oprime el sistema patriarcal”, narra Katrina.

Sin embargo, entre las mujeres del Comité de Igualdad de Género existe una certeza profunda. Y con ella avanzan contra las dificultades: “Cualquier rol lo podemos asumir, porque somos capaces de esto y mucho más, de levantar una pala de concreto hasta redactar un acta, para nosotros no hay límites”.

Una certeza colectiva como la necesidad de despatriarcalizar la comuna, incorporarle la perspectiva feminista a esa lucha que se viene llevando adelante, al socialismo hacia el cual se quiere ir, el que se busca hacer cada día.

Estrategias y victorias

La China, Macu y José Gregorio se pusieron de acuerdo y se dieron una estrategia dentro de su consejo comunal: la primera se postuló para la vocería del Comité de Deportes, la segunda para el de la Mujer e Igualdad de Género, y el tercero para el Comité de Educación. Se postularon en las elecciones, y ganaron.

Una triangulación como explican. Para desde allí comenzar a trabajar con niños, jóvenes, familias, mujeres. Y eso de la infancia es para José Gregorio y sus compañeras un aspecto nodal. Cuenta que en un taller del cual participó con otros hombres hicieron un ejercicio: comenzar a recordar su niñez: “Y entonces uno recordando se da cuenta que efectivamente desde muy pequeño ya el tema del juego le enseña a uno a ser machista”.

Por eso el trabajo con los niños, a través por ejemplo de la orquesta típica comunal. Donde trabaja además con otros varones: “Me permite andar con ellos y explicarles esto todo el tiempo, entre bromas, yo me identifico con el tema del feminismo y la despatriarcalización, y estamos todos los días entrando y saliendo con el tema de la música y cómo tratar a los niños, por qué bajar la forma represiva de tratarlos y eso está vinculado a la necesidad de la despatriarcalización”.

José Gregorio cría solo a sus dos hijas. Cuenta que las compañeras lo ayudan, sobre todo en esta etapa de la adolescencia. Él comenzó a comprometerse con la “lucha de las mujeres” luego de conversar con algunas compañeras de Mujeres por la Vida, y así fue entendiendo ese machismo que genera la violencia dentro de los hogares, de los barrios.

De a poco han ido avanzando entonces desde el Comité. Consiguieron victorias, sobre ellas mismas, en la comunidad, con otras mujeres que se han ido acercando, con compañeros como José Gregorio, los emprendimientos productivos que pondrán a funcionar, los debates y perspectivas que han logrado instalar en la comuna, con su protagonismo político. Y con la propia familia también. Como Macu.

“Cuando yo comencé con el comité de igualdad de género por lo menos mis hijos y mi hermano ellos no hacían absolutamente nada, ya después por ahí les saqué fotos limpiando, otros lavando los corotos, porque hemos ido implementando esa experiencia que estamos viviendo en los comités”, relata sonriente..

Por eso tiene los ratos que se ha construido, que le respetan, donde puede, como esta tarde, leer ese libro de Luciano Fabbri sobre feminismo y poder popular, mientras afuera los chicos corren, y su madre y su hermano andan cerca. Y andar con esa frase que repite: “Lo que siento, lo que veo, y no a lo lejos sino en proceso, es que practicar la igualdad todos los días nos hace más libres”, y convidarla.

Porque en esa mirada de Macu hay haber vencido el miedo, arrancado una oscuridad de la boca, de la casa, haber puesto la voluntad en cada mañana, junto con otras, que como ella. Por eso su sonrisa, con esa pena que se aleja, y algo grande que crece en su lugar, como decir luz, decir mujer, decir nosotras.

 
 
Fuente: LaIguanaTV/MarcoTeruggi/20/09/14
Compilador. William Castillo Pérez
 
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario