Óptica Socialista
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Caracas, 23 Oct. AVN.- El rol orgánico del intelectual como acompañante en la movilización popular para la conformación de la vanguardia política y el despertar de la conciencia nacional fue una de las propuestas de líder revolucionario Alfredo Maneiro, fundador del partido La Causa R, quien falleció el 24 de octubre de 1982.
Maneiro comenzó su carrera como dirigente estudiantil en los liceos Andrés Bello y Aplicación, en Caracas, se incorporó muy joven a la Juventud del Partido Comunista y en 1932 fundó el Frente Guerrillero Manuel Ponte Rodríguez, cuyas operaciones se enfocaron en el oriente del país.
Nacido el 30 de enero de 1937, en Caracas, sus concepciones y postura crítica fueron de avanzada, sobre todo al plantear la construcción de una vanguardia hecha "desde abajo", poner en relieve la crisis del sistema capitalista y recalcar la embriaguez de la clase política venezolana ante el boom petrolero de la "gran Venezuela" que infestó pensamiento y prácticas en la década de 1970.
Quien fue el máximo dirigente de La Causa R, —luego de su separación del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento al Socialismo (MAS)— señaló la necesidad de que la intelectualidad revolucionaria no se aletargara y orientara su trabajo a contener la creciente descomposicón que en todos los ámbitos precipitó la forma de hacer política del Puntofijismo.
"Cuando la ideología —llámese petróleo, Betamax, Miami o pobreza resignada— encandila hasta la ceguera al conjunto popular, alguien tiene que contribuir o despejar la ilusión. Y ese —¿Cuál otro?— es el papel que le atribuimos a la inteligencia que queremos", sostuvo en el artículo "La doma del intelectual es también la doma del pueblo", publicado el 10 de febrero de 1980 en el Suplemento cultural del diario Últimas Noticias.
Al respecto explica que la compra de conciencias por parte del poder político encarnado en el bipartidismo AD-Copei fue a la vez "la doma de todo el pueblo venezolano" y se acentuó por la contextura "un tanto débil del intelectual y en buena medida porque los actos en este campo se ven amplificados por los reflectores y por el encuadre que la opinión pública les da".
Recordaba en dicho escrito, compilado en el libro Ideas políticas para el debate actual (2007) que cuando el pueblo se movilizó en la década de 1960, dicha intelectualidad le acompañó, sin embargo, "la inteligencia abusó en su repliegue" en el momento del retroceso vinculado a la "domesticación" y el "sobreprecio petrolero" que produjo una inteligencia improductiva, frívola, inconsecuente "y en muchos casos tan mercenarios y escindidos del digno pasado".
Resaltó entonces el hecho de que en aquel momento en todas las áreas de la creación, los ciudadanos estaban llamados a cambiar la descomposición, despolitización y frivolidad impuestas en el país como síntomas del deterioro de la conciencia nacional.
Sobre tales signos, planteaba Maneiro que la elaboración de la obra artística, científica, literaria, crítica definen al intelectual y que la definición su compromiso con el pueblo "se realiza en la obra más que en las palabras".
Recordaba el verdadero propósito de quienes tienen como armas sus obras e ideas, cuya labor está en recuperar el pensamiento insurgente, sobre la base de su rol como revolucionario, para que sea útil en el desarrollo de una conciencia social por parte del pueblo.
Maneiro comenzó su carrera como dirigente estudiantil en los liceos Andrés Bello y Aplicación, en Caracas, se incorporó muy joven a la Juventud del Partido Comunista y en 1932 fundó el Frente Guerrillero Manuel Ponte Rodríguez, cuyas operaciones se enfocaron en el oriente del país.
Nacido el 30 de enero de 1937, en Caracas, sus concepciones y postura crítica fueron de avanzada, sobre todo al plantear la construcción de una vanguardia hecha "desde abajo", poner en relieve la crisis del sistema capitalista y recalcar la embriaguez de la clase política venezolana ante el boom petrolero de la "gran Venezuela" que infestó pensamiento y prácticas en la década de 1970.
Quien fue el máximo dirigente de La Causa R, —luego de su separación del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento al Socialismo (MAS)— señaló la necesidad de que la intelectualidad revolucionaria no se aletargara y orientara su trabajo a contener la creciente descomposicón que en todos los ámbitos precipitó la forma de hacer política del Puntofijismo.
"Cuando la ideología —llámese petróleo, Betamax, Miami o pobreza resignada— encandila hasta la ceguera al conjunto popular, alguien tiene que contribuir o despejar la ilusión. Y ese —¿Cuál otro?— es el papel que le atribuimos a la inteligencia que queremos", sostuvo en el artículo "La doma del intelectual es también la doma del pueblo", publicado el 10 de febrero de 1980 en el Suplemento cultural del diario Últimas Noticias.
Al respecto explica que la compra de conciencias por parte del poder político encarnado en el bipartidismo AD-Copei fue a la vez "la doma de todo el pueblo venezolano" y se acentuó por la contextura "un tanto débil del intelectual y en buena medida porque los actos en este campo se ven amplificados por los reflectores y por el encuadre que la opinión pública les da".
Recordaba en dicho escrito, compilado en el libro Ideas políticas para el debate actual (2007) que cuando el pueblo se movilizó en la década de 1960, dicha intelectualidad le acompañó, sin embargo, "la inteligencia abusó en su repliegue" en el momento del retroceso vinculado a la "domesticación" y el "sobreprecio petrolero" que produjo una inteligencia improductiva, frívola, inconsecuente "y en muchos casos tan mercenarios y escindidos del digno pasado".
Resaltó entonces el hecho de que en aquel momento en todas las áreas de la creación, los ciudadanos estaban llamados a cambiar la descomposición, despolitización y frivolidad impuestas en el país como síntomas del deterioro de la conciencia nacional.
Sobre tales signos, planteaba Maneiro que la elaboración de la obra artística, científica, literaria, crítica definen al intelectual y que la definición su compromiso con el pueblo "se realiza en la obra más que en las palabras".
Recordaba el verdadero propósito de quienes tienen como armas sus obras e ideas, cuya labor está en recuperar el pensamiento insurgente, sobre la base de su rol como revolucionario, para que sea útil en el desarrollo de una conciencia social por parte del pueblo.
Compilador. William Castillo Pérez
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