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El plan de paz y alto el fuego de 15 puntos presentado hace días por el presidente Poroshenko (...) no parece buscar la paz.
Los grandes multimedios del imperialismo y el neocolonialismo occidental y sus satélites menores, presentan con toda liviandad la furibunda y compleja ofensiva militar de Kiev apoyada por los atlantistas contra la población civil en su mayoría de etnia rusa, que se levantó contra el régimen filo-occidental surgido del golpe de Estado del 22 de febrero. La incipiente masacre y castigo al pueblo catalogado como “terrorista”, que está ocurriendo en el Este y Sur de Ucrania está cobrando características de limpieza étnica, con cientos de muertos y miles de refugiados. La voz de los pobladores que no necesariamente quieren la anexión a Rusia, no tiene espacio en los medios de información que controla el imperio.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ni siquiera condena estos crímenes de guerra. Hace pocos días, en una conversación telefónica con el presidente de Ucrania Piotr Poroshenko, el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, le expresó su apoyo por las acciones emprendidas en el Este de Ucrania.
El plan de paz y alto el fuego de 15 puntos presentado hace días por el presidente Poroshenko, al parecer envalentonado por el fuerte respaldo de los atlantistas, aunque aceptado por Moscú no parece buscar la paz. No reconoce autodeterminación alguna de los disidentes sino mas bien sugiere una limpieza étnica ya que, hasta el 27 de junio (día en que firmará el acuerdo con la Unión Europea) las fuerzas de la Operación Antiterrorista cesarán el combate a menos que sean agredidas, con las condiciones que “...los terroristas que depongan las armas serán amnistiados si no cometieron crímenes y aquellos que no lo hagan serán eliminados”; en las regiones de Lugansk y Donetsk deberán liberar los edificios ocupados en forma ilegal y restablecer el funcionamiento de las autoridades, celebrando elecciones locales y parlamentarias anticipadas.
También prevé corredores para que los “mercenarios rusos y ucranianos” se vayan. Poroshenko afirmó que el plan es “...para proteger el territorio nacional ...su fase siguiente es restablecer el control sobre la frontera nacional ...pero la integridad territorial de Ucrania no se discute”. Pero a pesar del alto el fuego, Kiev continúa con algunos bombardeos de artillería. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, calificó al plan de paz de “ultimátum”. Lo cuál quedó confirmado posteriormente cuando Poroshenko amenazó “...El escenario pacífico principal es nuestro plan A. Pero aquellos que cuentan con usar las negociaciones pacíficas solo para ganar tiempo y reorganizar las fuerzas, deben saber que tenemos detallado un plan B”. Si el plan B no es de paz, es probable que tampoco busque la negociación sino intensifique la guerra fascista de exterminio contra las poblaciones del Este-Sur.
Por su lado, el Consejo Supremo de la República Popular de Donetsk ha solicitado a la Organización de Naciones Unidas que reconozca su soberanía, lo propio ha hecho la República Popular de Lugansk, que un día antes de las elecciones en Kiev habían celebrado un acuerdo para formar un nuevo Estado, Novorossia, apoyadas por el éxito de los referendos de autodeterminación.
Desde el punto de vista militar, un misil es un sistema de proyección autopropulsado dotado de un sistema de guiado, cuya carga útil es una cabeza de combate. El propulsor puede ser un cohete u otro impulsor. En cambio un cohete a secas, carece de sistema de guiado, lo que disminuye significativamente su nivel de precisión para impactar en un blanco. Tal es el caso de los cohetes Qassam, fabricados contra Israel en Gaza. De este modo cuando se toma como blanco toda un área, se puede realizar un bombardeo por saturación mediante lanza-cohetes múltiples, como son los Grad (granizo en fonética rusa) que pueden lanzar unos 40 cohetes con cabeza de combate en cada ronda.
El problema se transforma en un crimen de guerra si en el área de bombardeo hay población civil. La matanza programada de mujeres, niños y ancianos, que usa como excusa la presencia de objetivos militares, encubre los objetivos reales, como son destruir la infraestructura civil para quebrar la gobernabilidad del enemigo, interrumpiendo los suministros de agua, energía, servicios, alimentos, asistencia médica, comunicaciones, transportes, destruyendo viviendas y edificios públicos, para crear caos, terror y el descontento social. Y el peor de todos, el efecto psicológico devastador generado sobre gran parte de la población.
Pero el bombardeo con los Grad es solo una, de las diversas formas de crímenes contra el pueblo que el régimen autoritario del oligarca títere Poroshenko (agente del departamento de Estado estadounidense desde al menos 2006) sigue permitiendo en el Este y Sur de Ucrania. El país tiene 24 regiones (equivalentes a provincias, oblasts en la fonética rusa) y al menos 5 entraron en rebelión contra Kiev en mayor o menor medida, como las provincias de Donetsk y Lugansk (partes de la histórica cuenca minera de Donbas con hierro y carbón, una zona industrializada), Jarkov y Dnipropetrovsk (provincias donde se encuentran las fábricas militares), y Odesa. Las respectivas ciudades capitales de estas regiones tienen nombres semejantes. Las revueltas populares en estas regiones proclamando autodeterminación contra el neonazismo pro-occidental y anti-ruso de Kiev, tienen desde su inicio características de espontaneidad. Incluso algunos analistas consideran que esta parte del pueblo tomó conciencia de clase y observan a la rebelión como verdadera lucha de clases, a diferencia de las revueltas artificiales, inducidas externamente con apoyo de las minorías y élites oligárquicas internas ajenas a la masa popular, como ocurrió en la plaza de Maidán en Kiev.
Cuando una mayoría de las poblaciones de las regiones sudorientales con una tradición anti-nazi de generaciones, rechazaron el golpe de Estado en Kiev y reclamaron prioritariamente por sus derechos y autonomía, más que por su incorporación a Rusia, fueron etiquetados como terroristas y la respuesta fue una virulenta operación militar antiterrorista del Ejército ucraniano y otras fuerzas de represión internas y foráneas. Así no es de extrañar, que haya surgido en las regiones disidentes la necesidad de organizarse socialmente para la resistencia, y la formación fuerzas de autodefensa que no es otra cosa que el pueblo en armas. Sin embargo, la relación de fuerzas frente a la embestida, da la ventaja a Kiev a no ser que las autodefensas del sudeste reciban apoyo externo. De hecho, los atlantistas (Estados Unidos y la Unión Europea) y Kiev vienen acusando a Rusia de mantener el flujo de armamentos para los rebeldes a través de la frontera, aunque Moscú lo niega.
Poroshenko ganó en la primera vuelta con el 54% de los votos pero la abstención registrada en las elecciones fue un 60% sin sumar las regiones de Donetsk y Lugansk que no participaron en la elección. Lo que significa que en realidad fue votado por menos del 22% del total de habilitados para sufragar, es decir la amplia mayoría de los ucranianos no votó.
El doble discurso de Poroshenko, sostenía en un principio estar de acuerdo con el diálogo y negociación con las autoridades de Donetsk y Lugansk con la propaganda de abrir para los miles de refugiados un corredor humanitario, aunque ahora se sabe que junto con el alto unilateral del fuego para que las autodefensas se desarmen, servirá para que los independentistas y pro-rusos salgan del país, es decir se trata de una persecución étnica encubierta. Su retórica conciliadora comenzó a cambiar en forma significativa luego de las elecciones, cuando afirmó “...no veo ninguna razón para detener la ofensiva militar en el Sudeste, pero con un cambio en su formato. Debe ser más corta y efectiva y las unidades militares deben estar mejor equipadas”. Mientras el primer ministro ucraniano, Vitali Yarioma, corroboraba luego que “...la operación antiterrorista debe continuar hasta que no quede ni un solo combatiente vivo en el territorio de Ucrania... Ya vimos los resultados en Donetsk”. A su vez, Poroshenko prometió mantener la unidad del país, aseguró que nunca renunciará a Crimea anexionada a Rusia, amenazó a los separatistas pro-rusos pidiéndoles deponer sus armas, y aseguró que antes del 27 de junio firmará el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Lo que les espera a los ucranianos tal vez pueda observarse en Bulgaria, que con promesas similares entró en la Unión Europea hace siete años. Hoy está empobrecida y en franco deterioro económico y social, en 2013 perdió el 60% de los puestos de trabajo, se despobló y se convirtió en colonia política de la UE.
De hecho, luego de la asunción de Poroshenko, la operación antiterrorista contra las autodefensas y el pueblo civil del sudeste se intensificó al grado de crimen de guerra. Especialmente, en víspera del referéndum por la autonomía y la independencia celebrado en las regiones del Donbas el 11 de Mayo. Los ataques furibundos de artillería del ejército y el bombardeo masivo de la aviación de Kiev fueron no solo contra las autodefensas, sino sobre el corazón mismo de las capitales de dos de las provincias rebeldes donde la organización popular es más fuerte, Donetsk y Lugansk, con las ciudades más pobladas del este, y también sobre sus alrededores (como los pueblos de Semionovka, Nikolaievka y otros). Los bombardeos por saturación, con morteros y artillería pesada continuaron en ciudades como Kramatorsk, Druzhkovka, (al norte de la provincia de Donetsk) y sobre Járkov. Reiterados ataques con artillería a la ciudad de Slaviansk (al norte de Kramatorsk, en Donetsk), fueron lanzadas bombas incendiarias sobre barrios residenciales cercanos y se bombardeó la aldea próxima de Cherevkovka. Bombas incendiarias de fragmentación con fósforo blanco (que causan quemaduras de segundo y tercer grado, prohibidas por las convenciones de Naciones Unidas) fueron lanzadas sobre la aldea de Semenovka (cercana a Kramatorsk). Atacaron con artillería la ciudad de Rubezhnoye (cercana a Lugansk) y destruyeron la usina de electricidad que suministra energía a toda la urbe. Atacaron con tanques, blindados y helicópteros artillados con cohetes las localidades de Volnovaja (y Rubezhnoye). Aplican el terrorismo, como en las masacres fascistas en las ciudades de Odesa y Mariupol (provincia de Donetsk), esta última fue además atacada. También están ejecutando asesinatos selectivos contra funcionarios independentistas cometidos por mercenarios y sicarios, como el del diputado Maxim Patrujin de la República Popular de Donetsk, o la bomba colocada en pleno centro de la capital de Donetsk en que hubo muertos y resultó herido Denis Pushilin, presidente adjunto del Presidium del Consejo Supremo de la República Popular de Donetsk. Hace pocos días, el primer ministro de la República Popular de Lugansk, Vasili Nikitin, denunció que “...La Guardia Nacional de Ucrania ha fusilado a civiles en la ciudad de Schastie que ahora permanece bloqueada... Lamentablemente no podemos llevarnos los cuerpos, varias veces hemos tratado de negociar, pero a nuestros parlamentarios los han matado. Allí hay alrededor de 11 muertos que llevan varios días en la calle”.
Sin duda, Kiev tiene más que el visto bueno de los atlantistas, que facilitan en forma abierta financiamiento, ayuda militar y armamento para el Ejército de Ucrania, la Guardia Nacional (con no pocos elementos violentos de extrema derecha y delincuentes amnistiados); también para las fuerzas especiales extranjeras, paramilitares y mercenarios infiltrados como lo manifestó alevosamente el embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt. El desfile de los funcionarios del Imperio por Kiev es incesante, entre otros Victoria Nuland la secretaria de Estado adjunta, John Kerry Secretario de Estado, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, el director de la CIA Joe Brenan, el viceministro de Defensa Derek Shole junto con una delegación del Pentágono.
El secretario adjunto del departamento de Defensa de Estados Unidos, Derek Chollet, está instalado en Kiev para monitorear la represión militar, pero la estrategia y dirección de las operaciones militares antiterroristas fue tercerizada en parte en un país incondicional a Washington y la OTAN, Polonia. Allí se realizó el entrenamiento de activistas terroristas que participaron en el Euromaidan y se enviaron mercenarios polacos para la represión en el Donbas. El ministro polaco de Relaciones Exteriores, Radosław Sikorski, un antiruso fanático peón de Washington define la estrategia, mientras el renombrado experto polaco en antiterrorismo, Jerzy Dziewulski, quién fue visto en Slaviansk reunido con presidente provisional del régimen de Kiev, Turchynov, lleva adelante las tácticas de represión, crímenes y supervisa a los mercenarios.
El presidente Obama se había comunicado con el flamante presidente Poroshenko del régimen, para felicitarle por su victoria y brindarle apoyo para “...poner en práctica las reformas que Ucrania necesite para la unificación del país, el desarrollo de una economía sostenida y un clima atractivo para las inversiones con un gobierno transparente y responsable”. Lo que en realidad significa eliminar toda resistencia popular a las recomendaciones dictadas por el Fondo Monetario Internacional, parte de la Troika y sus socios, para el ajuste, los cambios estructurales necesarios para las aperturas del liberalismo económico y las privatizaciones, que empobrecerán al país en su totalidad incluido las regiones del Oeste. Por su parte, Poroshenko respondió a Obama, comprometiéndose a “...crear un clima apropiado para las inversiones y atraer a las compañías occidentales”. Así Washington y su protegida la Unión Europea ganan una primera batalla, al debilitar la influencia económica de Rusia sobre Ucrania que pasa a depender de los préstamos con la trampa de deuda perpetua y demás armas de guerra económica de Occidente.
Para ir completando su esfera de influencia, Washington debe avanzar necesariamente en el plano militar, que también apunta a Moscú. El Pentágono necesita que continúe la guerra en el Sudeste en una intensidad tal que, sirva como pretexto para lograr una paulatina presencia que cristalice con la incorporación de Ucrania a la OTAN, aunque hoy se lo niegue, lo que ampliaría en nada menos que 2400 kilómetros la frontera de la Alianza con Rusia. De los seis países de Europa Oriental que tienen frontera con Rusia continental no son miembros de la OTAN ,Finlandia, Bielorusia y Ucrania, ésta con la mayor extensión de frontera. La designación de su aliado Poroshenko es un paso clave para alcanzar este objetivo. Por otro lado, Moscú tiene presencia y permanencia militar permanente tanto en Siria como en Crimea, pero no así en Ucrania, de modo que el ingreso directo de tropas rusas a su territorio amerita a un conflicto armado de orden superior que puede ser funcional a la OTAN, y por carácter transitivo a Washington. Lo que no quita, que la extrema cautela de Putin en la respuesta al castigo y crímenes sobre la población ucraniana de habla rusa esté relacionada también con la presión de los grandes capitalistas rusos, que tienen intereses económicos principalmente en la ciudad de Londres y Occidente.
Pero hay otro factor geoestratégico que relacionan la guerra intestina mantenida por el nuevo régimen ucraniano con la repentina embestida en Irak y Siria, por las fuerzas radicales del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL). Ambos procesos tienen un factor común para Washington, el transporte y suministro de gas hacia Europa.
Una meta de Estados Unidos y la Unión Europea es reducir la dependencia europea del gas de Rusia, que suministra a esta última un 30% del consumo total, y que inversionistas estadounidenses y europeos compren el sistema ucraniano de transporte de gas, por lo que necesitan presionar a la rusa Gazprom para que dé las garantías de tránsito, bloqueándole otras alternativas de transporte por fuera de Ucrania. El primer ministro Arseni Yatseniuk, ya había anunciado que la reforma estructural de Naftogaz, Ucrania preveía dejar el control de los gasoductos y almacenamientos de gas, y que se espera “...explotarlos junto con Estados Unidos y la Unión Europea”. De hecho, hay negociaciones con Chevron, Shell y ExonMobil. También esas y otras petroleras occidentales se ocuparían de la exploración y producción de hidrocarburos no convencionales porque cubriría una buena parte del consumo de gas ucraniano, que hoy puede ser satisfecho para la población durante unos pocos meses de verano usando el almacenamiento de los depósitos subterráneos. Pero no así la demanda industrial de gas ruso concentrada en el Este del país. De modo que es de esperar que antes de ese plazo, el régimen de Kiev resuelva el levantamiento del Donbas, sea con la paz o con la guerra.
Pero para debilitar la dependencia europea del gas ruso, Estados Unidos busca abrir y controlar nuevas rutas de transporte de gas desde Oriente Medio a Europa que sean alternativas a Rusia y sus socios, para lo que necesita presionar y negociar con Irán y Siria, tercerizando la desestabilización de la región a través de Irak.
A unos 2 mil 300 kilómetros de Kiev, el régimen autoritario de Saddam Hussein había mantenido a Irak unido en un equilibrio inestable (salvando diferencias, como Kadafi mantuvo entero a Libia o Tito a Yugoslavia, mosaicos de etnias, ramas religiosas y tribus). Cuando los invasores estadounidenses eliminaron a Saddam Hussein, lograron que una cantidad de grupos internos étnico-religiosos (sunitas, chiitas) se organizaran para la resistencia. Al retirarse Estados Unidos profundizó la división histórica de Irak, groseramente kurdos sunitas al norte, y árabes el resto, con sunitas en el centro y chiitas en el sur (estos últimos son la mayoría de la población total del país). Además la invasión civilizadora estadounidense a una de las cunas de civilizaciones más antiguas del mundo (como fueron los sumerios, babilonios, asirios y persas) destruyó el orden estatal dejando un país quebrado, un ejército sin cohesión, y al gobierno chiita de Nuri al Maliki. El gobierno no buscó unir al país sino que mantuvo el enfrentamiento étnico-religioso persiguiendo y reprimiendo a los sunitas, creándose condiciones apropiadas para el resurgimiento de una rebelión. Sin embargo, los rebeldes sunitas fueron los fundamentalistas extremistas de una de las ramas de al Qaeda, el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS o EIIL), originalmente financiados por los regímenes del Golfo y por Estados Unidos, no casualmente muchas de sus acciones terroristas terminan siendo funcionales a los intereses de sus patrocinadores.
El gobierno de al Maliki tiene buenas relaciones con al Assad de Siria, que a pesar de la furibunda guerra intestina fogoneada por los atlantistas y las monarquías del Golfo no solo no pudieron derrotarlo sino que resultó reelecto por la mayoría del pueblo sirio hasta el 2021. Al Assad pertenece al partido Baath Arabe Socialista y su religión, el islam alauí, tiene puntos en común con el islam chií. A su vez Siria e Irak tienen buenas relaciones con Irán (persas chiitas). De hecho los tres países firmaron un convenio para la construcción de un nuevo gasoducto a Europa, el Iran-Irak-Siria-Europa (IISE), que saldría del yacimiento de gas South Pars en el Golfo Pérsico parte de cual pertenece a Irán, y empezaría a funcionar entre 2014/16. El gasoducto IISE afectaría los intereses de Turquía, el mayor transportador de gas de la región. Por su parte al Assad planeaba la estrategia llamada de los cuatro mares, para el transporte con ductos por Siria que unirían el Golfo Pérsico, el Mediterráneo, el mar Negro y el Caspio
Washington considera que el actual gobierno de Irak beneficia la propagación de la influencia de Irán en la región, necesita debilitarla y que Irak actúe como Estado tapón entre Siria e Irán. Esta es la funcionalidad de los yihadistas del EIIL que está conformándose como Estado dentro de territorio iraquí y sirio. Por eso Obama lo está tolerando, evitando el despliegue directo de contingentes de tropas terrestres que pudieran repetir otro empantanamiento, y mientras el EIIL no afecte significativamente las fuentes petroleras de Kirkuk y Samarra y su transporte por oleoductos al Golfo Pérsico. Al respecto, el exvicepresidente del régimen de George W. Bush, Dick Cheney, sendos criminales de guerra, afirmó “...Mis pensamientos y mis oraciones están con los pozos de petróleo iraquíes”. Sus plegarias no son ni por uno solo, del millón de muertos de la catástrofe humanitaria que causó la invasión estadounidense para llevar la libertad y democracia a Irak.
Afectado por la crisis cíclica del capitalismo, Estados Unidos ya no puede participar en cuatro guerras simultáneas de porte como Vietnam, Afganistán o Irak, sino a lo sumo y con suerte, en una. Ahora en Irak podrá ensayar su doctrina de guerra futura, que busca un ataque eficiente utilizando un número cada vez menor de combatientes en el frente de batalla. Para ello, el Pentágono se está ocupando de desarrollar sistemas de guerra autómatas de bajo costo, y armas basadas en principios físicos no usados antes. El gasoducto chiita Iran-Irak-Siria-Europa (IISE) afecta al proyecto de Washington para transportar gas a Europa por un nuevo ducto desde Qatar (sunita), Arabia Saudita, Jordania, Israel, Siria,Turquía, Europa (QAJISTE), cuya capacidad superaría incluso al proyecto estadounidense del gasoducto Nabucco desde el Cáucaso a Europa, sin atravesar Rusia.
En su estrategia Washington debe avanzar en la construcción de gasoductos desde Oriente Medio a Europa y controlar el paso del gas ruso por Ucrania, cerrando rutas alternativas a Moscú. Tal es el caso del proyecto ruso del gasoducto South Stream que pasará por debajo del Mar Negro, desde Rusia a Bulgaria y de allí a Europa evitando Ucrania. La embajadora de Estados Unidos en Bulgaria, Marcie Ríe, había comunicado que “...Advertimos a los hombres de negocios búlgaros que eviten trabajar con empresas rusas sujetas a sanciones decretadas por Estados Unidos”. Poco después los senadores estadounidenses Ron Johnson, John McCain y Chris Murphy, viajaron a Sofía para exigirle al primer ministro Plamen Oresharski que detuviera la construcción del gasoducto South Stream. Inmediatamente después del encuentro, el gobierno búlgaro anunció la interrupción de los trabajos del South Stream.
El corrimiento del centro de gravedad geopolítico de Estados Unidos hacia Asia-Pacífico hace que los conflictos que induzca en Oriente Medio sean de baja intensidad, adaptados en este caso para presionar y negociar el control del transporte por las rutas energéticas, aunque el objetivo estratégico final sea Rusia como se observa hoy en Ucrania, y en su oportunidad China.
Fuente: Argenpress/LaIguanaTV/24/06/14
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ni siquiera condena estos crímenes de guerra. Hace pocos días, en una conversación telefónica con el presidente de Ucrania Piotr Poroshenko, el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, le expresó su apoyo por las acciones emprendidas en el Este de Ucrania.
El plan de paz y alto el fuego de 15 puntos presentado hace días por el presidente Poroshenko, al parecer envalentonado por el fuerte respaldo de los atlantistas, aunque aceptado por Moscú no parece buscar la paz. No reconoce autodeterminación alguna de los disidentes sino mas bien sugiere una limpieza étnica ya que, hasta el 27 de junio (día en que firmará el acuerdo con la Unión Europea) las fuerzas de la Operación Antiterrorista cesarán el combate a menos que sean agredidas, con las condiciones que “...los terroristas que depongan las armas serán amnistiados si no cometieron crímenes y aquellos que no lo hagan serán eliminados”; en las regiones de Lugansk y Donetsk deberán liberar los edificios ocupados en forma ilegal y restablecer el funcionamiento de las autoridades, celebrando elecciones locales y parlamentarias anticipadas.
También prevé corredores para que los “mercenarios rusos y ucranianos” se vayan. Poroshenko afirmó que el plan es “...para proteger el territorio nacional ...su fase siguiente es restablecer el control sobre la frontera nacional ...pero la integridad territorial de Ucrania no se discute”. Pero a pesar del alto el fuego, Kiev continúa con algunos bombardeos de artillería. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, calificó al plan de paz de “ultimátum”. Lo cuál quedó confirmado posteriormente cuando Poroshenko amenazó “...El escenario pacífico principal es nuestro plan A. Pero aquellos que cuentan con usar las negociaciones pacíficas solo para ganar tiempo y reorganizar las fuerzas, deben saber que tenemos detallado un plan B”. Si el plan B no es de paz, es probable que tampoco busque la negociación sino intensifique la guerra fascista de exterminio contra las poblaciones del Este-Sur.
Por su lado, el Consejo Supremo de la República Popular de Donetsk ha solicitado a la Organización de Naciones Unidas que reconozca su soberanía, lo propio ha hecho la República Popular de Lugansk, que un día antes de las elecciones en Kiev habían celebrado un acuerdo para formar un nuevo Estado, Novorossia, apoyadas por el éxito de los referendos de autodeterminación.
Desde el punto de vista militar, un misil es un sistema de proyección autopropulsado dotado de un sistema de guiado, cuya carga útil es una cabeza de combate. El propulsor puede ser un cohete u otro impulsor. En cambio un cohete a secas, carece de sistema de guiado, lo que disminuye significativamente su nivel de precisión para impactar en un blanco. Tal es el caso de los cohetes Qassam, fabricados contra Israel en Gaza. De este modo cuando se toma como blanco toda un área, se puede realizar un bombardeo por saturación mediante lanza-cohetes múltiples, como son los Grad (granizo en fonética rusa) que pueden lanzar unos 40 cohetes con cabeza de combate en cada ronda.
El problema se transforma en un crimen de guerra si en el área de bombardeo hay población civil. La matanza programada de mujeres, niños y ancianos, que usa como excusa la presencia de objetivos militares, encubre los objetivos reales, como son destruir la infraestructura civil para quebrar la gobernabilidad del enemigo, interrumpiendo los suministros de agua, energía, servicios, alimentos, asistencia médica, comunicaciones, transportes, destruyendo viviendas y edificios públicos, para crear caos, terror y el descontento social. Y el peor de todos, el efecto psicológico devastador generado sobre gran parte de la población.
Pero el bombardeo con los Grad es solo una, de las diversas formas de crímenes contra el pueblo que el régimen autoritario del oligarca títere Poroshenko (agente del departamento de Estado estadounidense desde al menos 2006) sigue permitiendo en el Este y Sur de Ucrania. El país tiene 24 regiones (equivalentes a provincias, oblasts en la fonética rusa) y al menos 5 entraron en rebelión contra Kiev en mayor o menor medida, como las provincias de Donetsk y Lugansk (partes de la histórica cuenca minera de Donbas con hierro y carbón, una zona industrializada), Jarkov y Dnipropetrovsk (provincias donde se encuentran las fábricas militares), y Odesa. Las respectivas ciudades capitales de estas regiones tienen nombres semejantes. Las revueltas populares en estas regiones proclamando autodeterminación contra el neonazismo pro-occidental y anti-ruso de Kiev, tienen desde su inicio características de espontaneidad. Incluso algunos analistas consideran que esta parte del pueblo tomó conciencia de clase y observan a la rebelión como verdadera lucha de clases, a diferencia de las revueltas artificiales, inducidas externamente con apoyo de las minorías y élites oligárquicas internas ajenas a la masa popular, como ocurrió en la plaza de Maidán en Kiev.
Cuando una mayoría de las poblaciones de las regiones sudorientales con una tradición anti-nazi de generaciones, rechazaron el golpe de Estado en Kiev y reclamaron prioritariamente por sus derechos y autonomía, más que por su incorporación a Rusia, fueron etiquetados como terroristas y la respuesta fue una virulenta operación militar antiterrorista del Ejército ucraniano y otras fuerzas de represión internas y foráneas. Así no es de extrañar, que haya surgido en las regiones disidentes la necesidad de organizarse socialmente para la resistencia, y la formación fuerzas de autodefensa que no es otra cosa que el pueblo en armas. Sin embargo, la relación de fuerzas frente a la embestida, da la ventaja a Kiev a no ser que las autodefensas del sudeste reciban apoyo externo. De hecho, los atlantistas (Estados Unidos y la Unión Europea) y Kiev vienen acusando a Rusia de mantener el flujo de armamentos para los rebeldes a través de la frontera, aunque Moscú lo niega.
Poroshenko ganó en la primera vuelta con el 54% de los votos pero la abstención registrada en las elecciones fue un 60% sin sumar las regiones de Donetsk y Lugansk que no participaron en la elección. Lo que significa que en realidad fue votado por menos del 22% del total de habilitados para sufragar, es decir la amplia mayoría de los ucranianos no votó.
El doble discurso de Poroshenko, sostenía en un principio estar de acuerdo con el diálogo y negociación con las autoridades de Donetsk y Lugansk con la propaganda de abrir para los miles de refugiados un corredor humanitario, aunque ahora se sabe que junto con el alto unilateral del fuego para que las autodefensas se desarmen, servirá para que los independentistas y pro-rusos salgan del país, es decir se trata de una persecución étnica encubierta. Su retórica conciliadora comenzó a cambiar en forma significativa luego de las elecciones, cuando afirmó “...no veo ninguna razón para detener la ofensiva militar en el Sudeste, pero con un cambio en su formato. Debe ser más corta y efectiva y las unidades militares deben estar mejor equipadas”. Mientras el primer ministro ucraniano, Vitali Yarioma, corroboraba luego que “...la operación antiterrorista debe continuar hasta que no quede ni un solo combatiente vivo en el territorio de Ucrania... Ya vimos los resultados en Donetsk”. A su vez, Poroshenko prometió mantener la unidad del país, aseguró que nunca renunciará a Crimea anexionada a Rusia, amenazó a los separatistas pro-rusos pidiéndoles deponer sus armas, y aseguró que antes del 27 de junio firmará el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Lo que les espera a los ucranianos tal vez pueda observarse en Bulgaria, que con promesas similares entró en la Unión Europea hace siete años. Hoy está empobrecida y en franco deterioro económico y social, en 2013 perdió el 60% de los puestos de trabajo, se despobló y se convirtió en colonia política de la UE.
De hecho, luego de la asunción de Poroshenko, la operación antiterrorista contra las autodefensas y el pueblo civil del sudeste se intensificó al grado de crimen de guerra. Especialmente, en víspera del referéndum por la autonomía y la independencia celebrado en las regiones del Donbas el 11 de Mayo. Los ataques furibundos de artillería del ejército y el bombardeo masivo de la aviación de Kiev fueron no solo contra las autodefensas, sino sobre el corazón mismo de las capitales de dos de las provincias rebeldes donde la organización popular es más fuerte, Donetsk y Lugansk, con las ciudades más pobladas del este, y también sobre sus alrededores (como los pueblos de Semionovka, Nikolaievka y otros). Los bombardeos por saturación, con morteros y artillería pesada continuaron en ciudades como Kramatorsk, Druzhkovka, (al norte de la provincia de Donetsk) y sobre Járkov. Reiterados ataques con artillería a la ciudad de Slaviansk (al norte de Kramatorsk, en Donetsk), fueron lanzadas bombas incendiarias sobre barrios residenciales cercanos y se bombardeó la aldea próxima de Cherevkovka. Bombas incendiarias de fragmentación con fósforo blanco (que causan quemaduras de segundo y tercer grado, prohibidas por las convenciones de Naciones Unidas) fueron lanzadas sobre la aldea de Semenovka (cercana a Kramatorsk). Atacaron con artillería la ciudad de Rubezhnoye (cercana a Lugansk) y destruyeron la usina de electricidad que suministra energía a toda la urbe. Atacaron con tanques, blindados y helicópteros artillados con cohetes las localidades de Volnovaja (y Rubezhnoye). Aplican el terrorismo, como en las masacres fascistas en las ciudades de Odesa y Mariupol (provincia de Donetsk), esta última fue además atacada. También están ejecutando asesinatos selectivos contra funcionarios independentistas cometidos por mercenarios y sicarios, como el del diputado Maxim Patrujin de la República Popular de Donetsk, o la bomba colocada en pleno centro de la capital de Donetsk en que hubo muertos y resultó herido Denis Pushilin, presidente adjunto del Presidium del Consejo Supremo de la República Popular de Donetsk. Hace pocos días, el primer ministro de la República Popular de Lugansk, Vasili Nikitin, denunció que “...La Guardia Nacional de Ucrania ha fusilado a civiles en la ciudad de Schastie que ahora permanece bloqueada... Lamentablemente no podemos llevarnos los cuerpos, varias veces hemos tratado de negociar, pero a nuestros parlamentarios los han matado. Allí hay alrededor de 11 muertos que llevan varios días en la calle”.
Sin duda, Kiev tiene más que el visto bueno de los atlantistas, que facilitan en forma abierta financiamiento, ayuda militar y armamento para el Ejército de Ucrania, la Guardia Nacional (con no pocos elementos violentos de extrema derecha y delincuentes amnistiados); también para las fuerzas especiales extranjeras, paramilitares y mercenarios infiltrados como lo manifestó alevosamente el embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt. El desfile de los funcionarios del Imperio por Kiev es incesante, entre otros Victoria Nuland la secretaria de Estado adjunta, John Kerry Secretario de Estado, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, el director de la CIA Joe Brenan, el viceministro de Defensa Derek Shole junto con una delegación del Pentágono.
El secretario adjunto del departamento de Defensa de Estados Unidos, Derek Chollet, está instalado en Kiev para monitorear la represión militar, pero la estrategia y dirección de las operaciones militares antiterroristas fue tercerizada en parte en un país incondicional a Washington y la OTAN, Polonia. Allí se realizó el entrenamiento de activistas terroristas que participaron en el Euromaidan y se enviaron mercenarios polacos para la represión en el Donbas. El ministro polaco de Relaciones Exteriores, Radosław Sikorski, un antiruso fanático peón de Washington define la estrategia, mientras el renombrado experto polaco en antiterrorismo, Jerzy Dziewulski, quién fue visto en Slaviansk reunido con presidente provisional del régimen de Kiev, Turchynov, lleva adelante las tácticas de represión, crímenes y supervisa a los mercenarios.
El presidente Obama se había comunicado con el flamante presidente Poroshenko del régimen, para felicitarle por su victoria y brindarle apoyo para “...poner en práctica las reformas que Ucrania necesite para la unificación del país, el desarrollo de una economía sostenida y un clima atractivo para las inversiones con un gobierno transparente y responsable”. Lo que en realidad significa eliminar toda resistencia popular a las recomendaciones dictadas por el Fondo Monetario Internacional, parte de la Troika y sus socios, para el ajuste, los cambios estructurales necesarios para las aperturas del liberalismo económico y las privatizaciones, que empobrecerán al país en su totalidad incluido las regiones del Oeste. Por su parte, Poroshenko respondió a Obama, comprometiéndose a “...crear un clima apropiado para las inversiones y atraer a las compañías occidentales”. Así Washington y su protegida la Unión Europea ganan una primera batalla, al debilitar la influencia económica de Rusia sobre Ucrania que pasa a depender de los préstamos con la trampa de deuda perpetua y demás armas de guerra económica de Occidente.
Para ir completando su esfera de influencia, Washington debe avanzar necesariamente en el plano militar, que también apunta a Moscú. El Pentágono necesita que continúe la guerra en el Sudeste en una intensidad tal que, sirva como pretexto para lograr una paulatina presencia que cristalice con la incorporación de Ucrania a la OTAN, aunque hoy se lo niegue, lo que ampliaría en nada menos que 2400 kilómetros la frontera de la Alianza con Rusia. De los seis países de Europa Oriental que tienen frontera con Rusia continental no son miembros de la OTAN ,Finlandia, Bielorusia y Ucrania, ésta con la mayor extensión de frontera. La designación de su aliado Poroshenko es un paso clave para alcanzar este objetivo. Por otro lado, Moscú tiene presencia y permanencia militar permanente tanto en Siria como en Crimea, pero no así en Ucrania, de modo que el ingreso directo de tropas rusas a su territorio amerita a un conflicto armado de orden superior que puede ser funcional a la OTAN, y por carácter transitivo a Washington. Lo que no quita, que la extrema cautela de Putin en la respuesta al castigo y crímenes sobre la población ucraniana de habla rusa esté relacionada también con la presión de los grandes capitalistas rusos, que tienen intereses económicos principalmente en la ciudad de Londres y Occidente.
Pero hay otro factor geoestratégico que relacionan la guerra intestina mantenida por el nuevo régimen ucraniano con la repentina embestida en Irak y Siria, por las fuerzas radicales del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL). Ambos procesos tienen un factor común para Washington, el transporte y suministro de gas hacia Europa.
Una meta de Estados Unidos y la Unión Europea es reducir la dependencia europea del gas de Rusia, que suministra a esta última un 30% del consumo total, y que inversionistas estadounidenses y europeos compren el sistema ucraniano de transporte de gas, por lo que necesitan presionar a la rusa Gazprom para que dé las garantías de tránsito, bloqueándole otras alternativas de transporte por fuera de Ucrania. El primer ministro Arseni Yatseniuk, ya había anunciado que la reforma estructural de Naftogaz, Ucrania preveía dejar el control de los gasoductos y almacenamientos de gas, y que se espera “...explotarlos junto con Estados Unidos y la Unión Europea”. De hecho, hay negociaciones con Chevron, Shell y ExonMobil. También esas y otras petroleras occidentales se ocuparían de la exploración y producción de hidrocarburos no convencionales porque cubriría una buena parte del consumo de gas ucraniano, que hoy puede ser satisfecho para la población durante unos pocos meses de verano usando el almacenamiento de los depósitos subterráneos. Pero no así la demanda industrial de gas ruso concentrada en el Este del país. De modo que es de esperar que antes de ese plazo, el régimen de Kiev resuelva el levantamiento del Donbas, sea con la paz o con la guerra.
Pero para debilitar la dependencia europea del gas ruso, Estados Unidos busca abrir y controlar nuevas rutas de transporte de gas desde Oriente Medio a Europa que sean alternativas a Rusia y sus socios, para lo que necesita presionar y negociar con Irán y Siria, tercerizando la desestabilización de la región a través de Irak.
A unos 2 mil 300 kilómetros de Kiev, el régimen autoritario de Saddam Hussein había mantenido a Irak unido en un equilibrio inestable (salvando diferencias, como Kadafi mantuvo entero a Libia o Tito a Yugoslavia, mosaicos de etnias, ramas religiosas y tribus). Cuando los invasores estadounidenses eliminaron a Saddam Hussein, lograron que una cantidad de grupos internos étnico-religiosos (sunitas, chiitas) se organizaran para la resistencia. Al retirarse Estados Unidos profundizó la división histórica de Irak, groseramente kurdos sunitas al norte, y árabes el resto, con sunitas en el centro y chiitas en el sur (estos últimos son la mayoría de la población total del país). Además la invasión civilizadora estadounidense a una de las cunas de civilizaciones más antiguas del mundo (como fueron los sumerios, babilonios, asirios y persas) destruyó el orden estatal dejando un país quebrado, un ejército sin cohesión, y al gobierno chiita de Nuri al Maliki. El gobierno no buscó unir al país sino que mantuvo el enfrentamiento étnico-religioso persiguiendo y reprimiendo a los sunitas, creándose condiciones apropiadas para el resurgimiento de una rebelión. Sin embargo, los rebeldes sunitas fueron los fundamentalistas extremistas de una de las ramas de al Qaeda, el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS o EIIL), originalmente financiados por los regímenes del Golfo y por Estados Unidos, no casualmente muchas de sus acciones terroristas terminan siendo funcionales a los intereses de sus patrocinadores.
El gobierno de al Maliki tiene buenas relaciones con al Assad de Siria, que a pesar de la furibunda guerra intestina fogoneada por los atlantistas y las monarquías del Golfo no solo no pudieron derrotarlo sino que resultó reelecto por la mayoría del pueblo sirio hasta el 2021. Al Assad pertenece al partido Baath Arabe Socialista y su religión, el islam alauí, tiene puntos en común con el islam chií. A su vez Siria e Irak tienen buenas relaciones con Irán (persas chiitas). De hecho los tres países firmaron un convenio para la construcción de un nuevo gasoducto a Europa, el Iran-Irak-Siria-Europa (IISE), que saldría del yacimiento de gas South Pars en el Golfo Pérsico parte de cual pertenece a Irán, y empezaría a funcionar entre 2014/16. El gasoducto IISE afectaría los intereses de Turquía, el mayor transportador de gas de la región. Por su parte al Assad planeaba la estrategia llamada de los cuatro mares, para el transporte con ductos por Siria que unirían el Golfo Pérsico, el Mediterráneo, el mar Negro y el Caspio
Washington considera que el actual gobierno de Irak beneficia la propagación de la influencia de Irán en la región, necesita debilitarla y que Irak actúe como Estado tapón entre Siria e Irán. Esta es la funcionalidad de los yihadistas del EIIL que está conformándose como Estado dentro de territorio iraquí y sirio. Por eso Obama lo está tolerando, evitando el despliegue directo de contingentes de tropas terrestres que pudieran repetir otro empantanamiento, y mientras el EIIL no afecte significativamente las fuentes petroleras de Kirkuk y Samarra y su transporte por oleoductos al Golfo Pérsico. Al respecto, el exvicepresidente del régimen de George W. Bush, Dick Cheney, sendos criminales de guerra, afirmó “...Mis pensamientos y mis oraciones están con los pozos de petróleo iraquíes”. Sus plegarias no son ni por uno solo, del millón de muertos de la catástrofe humanitaria que causó la invasión estadounidense para llevar la libertad y democracia a Irak.
Afectado por la crisis cíclica del capitalismo, Estados Unidos ya no puede participar en cuatro guerras simultáneas de porte como Vietnam, Afganistán o Irak, sino a lo sumo y con suerte, en una. Ahora en Irak podrá ensayar su doctrina de guerra futura, que busca un ataque eficiente utilizando un número cada vez menor de combatientes en el frente de batalla. Para ello, el Pentágono se está ocupando de desarrollar sistemas de guerra autómatas de bajo costo, y armas basadas en principios físicos no usados antes. El gasoducto chiita Iran-Irak-Siria-Europa (IISE) afecta al proyecto de Washington para transportar gas a Europa por un nuevo ducto desde Qatar (sunita), Arabia Saudita, Jordania, Israel, Siria,Turquía, Europa (QAJISTE), cuya capacidad superaría incluso al proyecto estadounidense del gasoducto Nabucco desde el Cáucaso a Europa, sin atravesar Rusia.
En su estrategia Washington debe avanzar en la construcción de gasoductos desde Oriente Medio a Europa y controlar el paso del gas ruso por Ucrania, cerrando rutas alternativas a Moscú. Tal es el caso del proyecto ruso del gasoducto South Stream que pasará por debajo del Mar Negro, desde Rusia a Bulgaria y de allí a Europa evitando Ucrania. La embajadora de Estados Unidos en Bulgaria, Marcie Ríe, había comunicado que “...Advertimos a los hombres de negocios búlgaros que eviten trabajar con empresas rusas sujetas a sanciones decretadas por Estados Unidos”. Poco después los senadores estadounidenses Ron Johnson, John McCain y Chris Murphy, viajaron a Sofía para exigirle al primer ministro Plamen Oresharski que detuviera la construcción del gasoducto South Stream. Inmediatamente después del encuentro, el gobierno búlgaro anunció la interrupción de los trabajos del South Stream.
El corrimiento del centro de gravedad geopolítico de Estados Unidos hacia Asia-Pacífico hace que los conflictos que induzca en Oriente Medio sean de baja intensidad, adaptados en este caso para presionar y negociar el control del transporte por las rutas energéticas, aunque el objetivo estratégico final sea Rusia como se observa hoy en Ucrania, y en su oportunidad China.
Fuente: Argenpress/LaIguanaTV/24/06/14
Compilador. William Castillo Pérez
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