Óptica Socialista
Noticias internacionales
Un total de 17 países siguen reclutando a menores soldado © Thomas Rassloff/picture-alliance/dpa/AP ImagesPhoto/Hani Mohammed
"Vengo de ser un niño refugiado-soldado, pero
aun tengo mi dignidad. Y debo decirlo de nuevo, si Emma nunca me hubiera
rescatado sería un cadáver en la llanura africana". Emmanuel Jal, exniño
soldado del Ejército de Liberación Popular de Sudán. Como él, miles de menores sufren
esta violación en sus derechos humanos. En el Día Internacional contra la
Utilización de Niños y Niñas Soldado debemos recordar que todavía 17 países y
territorios, como Siria, siguen permitiendo esta práctica.
A mediados
de 2011 comienzan las revueltas en Siria, en las que la población reclamaba más
derechos y libertades. De inmediato el gobierno reprime brutalmente este
movimiento ciudadano, desembocando en un conflicto bélico y crisis
internacional durante cinco largos años. De entonces hasta la fecha, se cometen
graves violaciones de derechos humanos. Uno de los colectivos más vulnerable sin
lugar a dudas, son los niños y niñas que han muerto, huyen o sobreviven en un
país en ruinas, caos y violencia extrema. En este escenario de supervivencia
las opciones vitales son escasas. Viviendas destruidas, escuelas atacadas,
innumerables pérdidas de vidas y medios materiales. Con frecuencia se bloquea
la ayuda humanitaria, que no llega a tiempo. Ante tal panorama resulta
complicado, sobre el terreno, hallar alternativas de mejora, especialmente
frente la dura realidad de una infancia arrebatada a millones de niños y niñas
por la guerra.
Un joven
soldado yemení monta guardia durante la manifestación en Sana, Yemen © AP
Photo/Hani Mohammed
De forma
habitual chicos y chicas sufren detenciones, tortura y desapariciones forzadas. En
2014 según la ONU, unos doscientos setenta y un niños y siete niñas fueron
reclutados y utilizados como soldados por grupos afiliados al Ejército Sirio
Libre, Unidades de Protección de la Población Kurda (YPG/YPJ), el EIIL y el
Frente Al-Nusra. A la mayoría se les armó para el combate por un sueldo
de unos casi trescientos sesenta euros mensuales, cantidad suficiente para
disuadir a las familias a alistar a sus hijos e hijas, en situaciones de
extrema pobreza. Se reclutaron a muchos menores de quince años, incluso a
pequeños de tan solo ocho años.
En los
campamentos de adiestramiento en Aleppo, se sometió a cientos de niños a
adoctrinamiento: les prometían un sueldo, teléfono móvil, armas, un
lugar en el paraíso entre los mártires y una esposa al alistarse al
EIIL, dotándoles de cierto poder a modo de ritual de paso a una acelerada edad
adulta.
Una niña
busca entre los escombros sus pertenencias después de que su casa fuera
destruida en Alepo, Siria © Jan A. Nicolas/picture-alliance/dpa/AP Images
El
reclutamiento es una grave violación de derechos humanos de estos niños, en su
mayoría, y niñas minoritariamente, que además son explotadas sexualmente y
sus abusos más invisibilizados. De esta manera se infringe el derecho
internacional humanitario y se cometen crímenes de guerra, tanto por parte del
estado sirio como por los múltiples grupos armados.
También se reclutó para el terrorismo suicida. Tras su adoctrinamiento, por su fácil manipulación y sin que hayan llegado a elaborar una idea certera sobre la muerte, estos chicos y chicas se ven abocados al final precipitado de sus cortas vidas, favorecido por su alta tolerancia a la violencia ambiental y cotidiana, el odio y la falta de expectativas adecuadas a sus necesidades. Se les niega el derecho a la educación, formación u orientación para un empleo y vida digna. Ni que decir tiene la imposibilidad de estos chicos y chicas para tener un mínimo bienestar, el derecho a permanecer en familia, a vivir sin violencia y a la protección tal como señala la Convención sobre los Derechos del Niño y su Protocolo facultativo relativo a la participación de niños y niñas en los conflictos armados.
También se reclutó para el terrorismo suicida. Tras su adoctrinamiento, por su fácil manipulación y sin que hayan llegado a elaborar una idea certera sobre la muerte, estos chicos y chicas se ven abocados al final precipitado de sus cortas vidas, favorecido por su alta tolerancia a la violencia ambiental y cotidiana, el odio y la falta de expectativas adecuadas a sus necesidades. Se les niega el derecho a la educación, formación u orientación para un empleo y vida digna. Ni que decir tiene la imposibilidad de estos chicos y chicas para tener un mínimo bienestar, el derecho a permanecer en familia, a vivir sin violencia y a la protección tal como señala la Convención sobre los Derechos del Niño y su Protocolo facultativo relativo a la participación de niños y niñas en los conflictos armados.
Las
escuelas son objetivo de ataques y masacres de civiles, además de ser lugares
de detención arbitraria y tortura. No constituyen ya el espacio para crecer, aprender o jugar,
convirtiéndose en lugares vulnerados por el adoctrinamiento, el sufrimiento y
la muerte.
No son soldados,
son niños y niñas como bien proclama la campaña de Naciones Unidas, Child, Not
Soldier, (2014/2016) con el objetivo de poner fin al reclutamiento de niños y
niñas en casi 20 países del mundo donde se mantiene esta práctica y se comete
tan grave delito. Impliquémonos en este mensaje y exijamos a todos los
gobiernos, a las Naciones Unidas y organizaciones internacionales, su intervención
activa para poner fin al reclutamiento de niños y niñas. Porque nada ni nadie
puede robar la infancia a cientos de miles de chicos y chicas en ningún lugar
del mundo.
Fuente: theguardian/eldiario.es/13/03/16
Compilador. William Castillo Pérez
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