Óptica
Socialista
Opinión
Hugo
Chávez junto al pueblo venezolano | Foto: AVN
Las
aristocracias y oligarquías como en tiempos de Jesús y de Chávez, están
distantes de las cadenas de la miseria, del analfabetismo, de la desnutrición,
del desempleo, de la salud y de la falta de oportunidades.
El
viraje de la historia para sacar de contexto la auténtica vida de Jesús – el galileo
-, oculta intencionadamente el pensamiento y la lucha histórica del proceso
político y social revolucionario del pueblo palestino contra una oligarquía y
un imperio hegemónico.
Tergiversar
los hechos que configuran la vida de Jesús, e ignorar los que cuestionan el
desprestigio y la “moral” de los aristócratas y oligarcas gobernantes,
constituye una bofetada grosera a la humanidad.
La
revolución hay que conquistarla, al pueblo lo mantienen engañado, haciéndole
creer que es pobre por mala suerte o por voluntad de Dios.
La
antigua Palestina – “Iudaeae” o judea – de Jesús, como Venezuela antes de
Chávez, eran regiones colonizadas, la miseria querían acabarla con la
represión.
La
dinámica política palestina y venezolana estaba influenciada por partidos
políticos pro - imperialistas. El Estado era un paraíso de gánster de la
oligarquía y del imperialismo, unidos en odio común contra estos dos dirigentes
consientes que la revolución la hacen los rebeldes, no los sumisos.
Sus
ideas resultaban altamente subversivas y revolucionarias para regímenes basados
en la desigualdad.
El
auténtico cristianismo predicado por Jesús, como el chavismo, son contenidos de
principios filosófico-políticos y sociales, mientras el imperio promueve
y apoya oposiciones extremadamente reaccionarias y violentas para derrocar y
asesinar gobiernos populares.
Ejemplo
clásico: días previos al derrocamiento de Salvador Allende, Tanto el gobierno
estadounidense, la ITT y la CIA, entregaron millones de dólares para financiar
la campaña oposicionista y descrédito contra Allende, según declaró el
exembajador de Estados Unidos en Chile – Edward Korry -.
En
la República Bolivariana de Venezuela, el imperialismo aviva el odio
contrarrevolucionario de la extrema derecha fascista, en un esfuerzo por
derrocar el gobierno Chavista direccionado democráticamente por Nicolás Maduro.
Las aristocracias y oligarquías como en tiempos de Jesús y de Chávez, están
distantes de las cadenas de la miseria, del analfabetismo, de la desnutrición,
del desempleo, de la salud y de la falta de oportunidades.
En
la oligarquía no existe la virtud de la dignidad como en los hombres de
espíritu socialista y Bolivariano, que declinan sus intereses personales
poniendo por encima el interés nacional, y promueven la integración entre
naciones en torno a su descolonización e independencia soberana.
Jesús
y Chávez no combatieron la riqueza, sino los ricos - la riqueza es necesaria,
más no, su injusta distribución y acaparamiento -. Nunca defendieron la
pobreza, defendieron los pobres y lucharon sin tregua por una existencia
digna en un paraíso para todos, y no exclusivo de una clase élite y
privilegiada, que jamás quiere al pueblo, sino para explotarlo, perpetuar la
ignorancia y la miseria como instrumento de sometimiento. En contrario, Jesús y
Chávez multiplicaron los panes, el primero dio comer a más de “5.000” personas,
y el segundo invirtió la renta petrolera en Misiones Sociales para que todo
venezolano tuviera acceso a “panes y peces” y no dos o tres familias de la
oligarquía fascista que la acaparaba toda.
Según
Jesús, Roma era el imperio y Palestina lo que el imperio quería que fuera. Y
según Chávez, Estados Unidos era el imperio y Venezuela lo que el imperio
quería que fuera.
La
dependencia extranjera era tan brutal y devastadora, que el imperialismo era en
estos dos países un Estado dentro de otro Estado.
Con
la llegada de Jesús a Jerusalén, y la de Chávez al corazón y simpatía de los
venezolanos, ambos pueblos se convirtieron en fuerza revolucionaria, cuyas
ideas podían transformar todos los países colonizados en independientes, libres
y soberanos. Pero surgió la conspiración contra estos dos dirigentes
incómodos para los intereses imperialistas. Sus posturas éticas y sus
principios morales, obligaron a la oposición de la oligarquía fascista y
pro-imperialista replantear su conducta apátrida y saqueo de los recursos
naturales.
Condenaron
la insensibilidad. Se necesita tener un corazón duro y perverso para permanecer
indiferente mientras otros sufren, tal vez los mismos que les trabajan, los que
le crean sus inmensas riquezas que acumulan, los que pagan impuestos, para que
una oligarquía avariciosa y apátrida festinen el producto de ese trabajo.
Mientras haya una oligarquía contra-nacional, no puede haber amor, paz y
justicia social, tantas veces proclamada por dos hombres asesinados por quienes
usaron el poder militar y económico para invadir y someter sus países.
Jesús
y Chávez fueron hombres de acción, no pretendieron alcanzar la revolución a
través de discursos y teorías, tertulias u oposición verbal, sino mediante la
movilización y la unidad de lucha del pueblo organizado. Desarrollaron su
doctrina hablando un idioma sencillo para que todo el mundo entendiera.
Toda
concepción ideológica, por muy correcta y justa que sea para construir un país
mejor, quedará invalidada mientras sus principios no se traduzcan en objetivos
prácticos de unidad y acción. En contrario, no pasará de ser un movimiento o
partido que convalide las políticas del régimen imperante. Es el pueblo, unido,
organizado y movilizado, quien hace la revolución, y es él su forjador.
Eran
hombre de la talla de los que llevan en el corazón, no sólo el coraje de una
causa justa, sino el ánimo inquebrantable y brutal decisión de vencer
obstáculos interpuestos al triunfo de la emancipación popular. Cuya victoria
pertenece sólo a hombres que conciben el bien común como virtud plural para la
humanidad.
Fueron
ellos - entre decenas de dirigentes políticos asesinados, “crucificados”-,
quienes con visión de largo alcance social y política, lucharon por el destino
mejor de sus pueblos envilecidos.
Fueron
hechos que inspiraron y dieron fundamento a una ideología que viró hacia una
vertiente socialista, enmarcada en derecho y justicia social. Una idea
contra puesta a la exclusión y violación de los derechos sociales.
Sin
temer amenazas apocalípticas, trabajaron por la unidad y la lucha organizada,
así lo sintieron al asumir la tarea de redimir sus pueblos de la ignorancia y
la extrema pobreza que sufrían por siglos. Una misma familia, un 4 por cien de
aristócratas y oligarcas privilegiados, acaparaban el 90 por cien de las
riquezas materiales y financieras, de los recursos naturales de sus países. Una
élite gobernante rica y poderosa apoyada por la aristocracia sacerdotal,
concibieron una falsa filosofía que proclamaba el paraíso
celestial reservado sólo a quienes vivían en la pobreza, el hambre, el
sufrimiento y la resignación.
El
asesinato de Jesús y de Chávez, privaron a sus heroicos pueblos y a todas
las naciones del mundo, no sólo de formidables luchadores, sino del ejemplo de
una dignidad erguida, de valor social incomparable. Enfrentaron las oligarquías
lacayas, sin doblar su honor, sin claudicar, y proclamaron la verdad
incontrovertible y vigente para todos los pueblos del mundo.
Sus
denuncias sobre terrorismo de Estado, los abusos e hipocresía, les merecieron
desprecio y odio de la oligarquía contra nacional, que por décadas había
bastardizado y humillado sus pueblos.
Hombres
de sensibilidad social, llenos de amor y humanismo denunciaron la realidad
imperante y vigente. Combatieron la mentira y la impunidad institucionalizada;
la demagogia y la deshonestidad política; la sumisión a las potencias
imperiales y la pérdida de soberanía.
Sin
temer a las oligarquías apátridas y a los imperios, honraron la lealtad como
ejemplo de dignidad revolucionaria. El amor hacia sus pueblos estuvo por encima
de la cobardía. El revolucionario cobarde elude riesgos e incomodidades, no
sufre las persecuciones de quienes quieren silenciar con violencia, injuria y
calumnia, la voz que acicatea las injusticias del tirano. No asume
responsabilidades ni sufre los momentos difíciles de la lucha revolucionaria.
“no seré cobarde ante esta lucha amarga, prolongada y difícil,” dice san
Lucas en el artículo 22/ 42 de su crónica evangélica.
Aunque
Jesús y Chávez hayan muerto por causa violenta o inducida, viven en la
conciencia de los pueblos. El espíritu y voluntad de estos hombres, en defensa
de su patria, fue la fuerza que los sostuvo y, no murieron por otra causa que
no haya sido por sus ideales. Siempre han vivido en el corazón de la gente,
porque la posteridad eternamente glorifica a los héroes que renuncian su
felicidad personal para conquistar la dignidad de sus pueblos y la unidad entre
naciones. Su legado se ha convertido en causa de un resurgimiento ideológico
ulterior, por cuanto el principio de la fe social se mantiene palpitante e
inolvidable en nuestra propia mente y en la fuerza espiritual de los pueblos.
Defendieron
la dignidad humana, se convirtieron en símbolo de lo más noble de la humanidad
y vivirán en el corazón de los pueblos, en el recuerdo de generaciones
subsecuentes por su papel protagónico en la historia política revolucionaria.
Sus discursos fueron cáusticos e incontrovertibles, pero fueron oradores
brillantes, políticos atractivos, hombres de diplomacia y de consenso.
Pese
haber sido figuras históricamente relevante, pocos historiadores han hecho algo
para recopilar sus pensamientos. Lo escrito sobre Jesús y Chávez por
historiadores de la oligarquía capitalista y pro-imperialista es fragmentario y
disperso. Pese a que les corresponde el mérito de haber desarrollado un
programa político en el cual se expusieron líneas maestras, sociales y
políticas, en sus bibliografías prevalece el desconocimiento y desinterés, no existe
ninguna edición sistemática de su brillante originalidad que los caracteriza
como pensadores y luchadores excepcionales.
La
revolución de Jesús y de Chávez, fue beligerante hasta el sacrificio ¡vencer o
morir¡ porque las revoluciones, si bien es cierto que muchas veces se hacen por
la fuerza de las armas cuando las condiciones exigen, también requiere de
hombres de principios, capacidad y resistencia moral. Se debe recurrir a las
armas sin la brutalidad que caracteriza la oligarquía si con estas se logra la
libertad, las mismas que la tiranía utiliza para reprimir y someter. La
violencia puede ser usada para el bien cuando exige amor, paz y justicia
social.
Jesús
y Chávez llevaron vidas paralelas, fueron la expresión del proletariado.
No
basta decir que hicieron cosas grandes, deben aparecer aún más grandes por su
invencible carácter revolucionario. La admiración de sus espíritus, de sus
férreos principios, se inmortaliza y agigantan al saber que ellos fueron
consecuentes hasta el final. Y deben figurar en la historia de la cultura
humana, como los hombres más eminentes para inculcarlos en la mente de los
pueblos y de los niños en su temprana edad, de tal modo que sus legados, en
cada aniversario de la “crucifixión” y de la muerte criminalmente inducida, se
conviertan en emblema de lucha nacional, con una orientación humanista que
permita recuperar la memoria histórica de nuestros pueblos y de nuestros
íconos. Hoy sus postulados resurgen con Nicolás Maduro, quien interpreta
y pone en práctica sus pensamientos sociopolíticos y humanista.
Encarnaron
el espíritu de hombres máximo y deben presentarse ante los pueblos como hombres
símbolos de honor y dignidad, haciendo que sus ideas perduren despertando
sentido revolucionario, de libertad y patriotismo, por ser el grito de todo
hombre y mujer que reclama derechos y justicia social; de esa gente humillada
que no tiene voz ni conocimiento para exigir sus derechos.
Aplastaron
su existencia física, valiéndose de dos traidores que compartieron la comida en
su misma mesa.
Escribió
el historiador y evangelista san Mateo en su crónica 26: 14- 25. “Jesús fue
traicionado por su hombre de confianza que mojaba el pan de la misma salsa del
plato de Jesús”.
El
20 de marzo de 2016, Eva Golinger, refiriéndose a la muerte de Chávez escribió
para RT – Russia Today -: “…uno de sus edecanes más cercanos…quien le llevaba
su comida, su café, su agua,…es un testigo protegido en Estados Unidos”
Los
asesinaron porque pensaban, y todo el que piensa es peligroso, pero no pudieron
matar sus legados.
El
imperio les asesinó, pero la gloria se quedó en sus corazones de batalla donde
lucharon como héroes, para transformarse en leyenda. Fueron emblema de amor e
incansables luchadores por la libertad y la justicia. Amaron sus pueblos para
brindarles máxima satisfacción y felicidad plena, eran sus sueños luchar por el
bien de la patria, y murieron por ella.
Porque
los hombres no son lo que dicen, son lo que hacen cuando son guerreros de
vanguardia.
La
memoria de Jesús y su pensamiento pre marxista, su legado junto a Chávez, ambos
de singular estatura ética y revolucionaria, y su indoblegable ejemplo de
humanismo y dignidad, la recordaremos toda la vida como grandes
luchadores.
Dos
revolucionarios y dos mártires asesinados por dos imperios feroces y
sanguinarios, continúan vivos ¡entrañablemente vivos!
Enlace de la noticia:
http://www.telesurtv.net/opinion/Jesus-y-Chavez-dos-vidas-paralelas-20160323-0061.html.
Enlace de la noticia:
http://www.telesurtv.net/opinion/Jesus-y-Chavez-dos-vidas-paralelas-20160323-0061.html.
Fuente:
www.teleSURtv.net/26/03/16
Compilador.
William Castillo Pérez
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