Óptica Socialista
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Un informe de Save de Children alerta de las
consecuencias que tienen los asedios en Siria para los más pequeños
"Los niños están muriendo por falta de
alimentos y medicinas a solo unos kilómetros de almacenes llenos de
ayuda. Están pagando el precio de la inacción del mundo", afirma la
directora de la ONG
The Guardian - Kareem Shaheen (Beirut)
Rahaf y otros niños sirios que han
huido de su país
Niños enfermos que mueren mientras las medicinas de emergencia esperan
en los puestos de control, jóvenes obligados a sobrevivir con comida para
animales y hojas, familias quemando sus colchones solo para tener algo con
lo que entrar en calor. Escuelas bajo tierra para refugiarse de las bombas de
barril, esas cajas toscas, indiscriminadas y llenas de explosivos que caen del
cielo y son tan imprecisas que, según algunos observadores, su uso es de facto
un crimen de guerra.
Heridos abandonados a su suerte por la falta de suministros médicos,
anestesias, analgésicos y medicamentos crónicos. Niños que mueren de
malnutrición o incluso de rabia debido a la falta de vacunas, mientras las
minas terrestres y los francotiradores esperan a cualquiera que intente
escapar.
Estas escenas no corresponden a los campos de exterminio de la Segunda
Guerra Mundial ni a los gulags soviéticos.
Son la vida real de más de un millón de sirios que viven en zonas sitiadas por
todo ese país devastado por la guerra, según un informe de Save the Children.
"Los niños están muriendo por falta de alimentos y medicinas en
algunas zonas de Siria a solo unos kilómetros de almacenes llenos de
ayuda", afirma la directora ejecutiva de Save the Children, Tanya Steele.
"Están pagando el precio de la inacción del mundo".
La ONG estima que al menos 250.000 niños viven en zonas asediadas de
Siria, en condiciones que la organización describe como vivir en una cárcel al
aire libre. El informe se basa en una serie de amplias entrevistas y
conversaciones con padres, niños, médicos y cooperantes sobre el terreno en las
áreas sitiadas. El estudio ilustra con sorprendente claridad la brutalidad que
domina el conflicto sirio: cinco años de una revolución convertida en guerra
civil que ha desplazado a la mitad del país y ha provocado más de
400.000 muertes.
Fracaso de la comunidad internacional
El sufrimiento de las personas en las zonas asediadas de Siria es
también una condena a la comunidad internacional por su fracaso en la
resolución del conflicto. Menos del 1% de ellas recibieron ayuda
alimentaria en 2015 y menos del 3% tuvieron atención sanitaria.
"El miedo ha tomado el control. Ahora los niños esperan su turno
para morir. Incluso los adultos viven solo para esperar el suyo", explica
en el informe Rihab, una mujer que vive en el este de Ghouta, zona cercana a
Damasco asediada por el régimen de Bashar al Asad.
Una tregua negociada el mes pasado por las grandes potencias debía dar
alivio y ayuda a las zonas asediadas, pero los trabajadores humanitarios y los
activistas aseguran que el gobierno de Asad, que ejerce la mayor parte de la
guerra de asedio en el país, ha pospuesto accesos en repetidas ocasiones, lo
que supone una potencial violación del alto el fuego. La tregua, por tanto, ha
supuesto un alivio escaso para las 1,9 millones de personas que, según estiman
instituciones como Médicos sin Fronteras, viven en zonas sitiadas y de difícil
acceso.
Casi todas las personas a las que ha preguntado Save the Children
indican muertes de niños en sus comunidades a causa de la escasez de medicación
provocada por el asedio. Muchos han reducido sus comidas y algunos ni siquiera
tienen suficientes recursos para una comida diaria. El 25% afirma que hay niños
en sus zonas que han muerto por falta de comida. El informe documenta otras
tragedias de la vida bajo el asedio: el aumento de la violencia sexual, el
trabajo infantil, los delitos menores, la violencia en general y el cierre de
escuelas debido a los ataques aéreos y a la falta de materiales.
"Cuando oigo el sonido de un proyectil o de un avión me asusto
mucho y me doy prisa en escapar y esconderme bajo mi cama", relata a los
investigadores Ahmed, un joven que vive en Douma, una zona sitiada de la
periferia de Damasco. Rihab, por su parte, afirma: "Aquí ya no hay niños.
Solo pequeños adultos".
Traducido
por: Jaime Sevilla
Fuente: theguardian/eldiario.es/13/03/16
Compilador. William Castillo Pérez
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