Opinión
La proximidad de las elecciones parlamentarias y la imposibilidad de expresar el verdadero objetivo de su interés por retomar el poder está llevando a los dirigentes políticos, empresariales y religiosos de la oposición a redoblar la utilización del miedo para tratar de socavar las bases populares del proyecto chavista. Siendo quizás sus armas más efectivas la difusión de mentiras, medias verdades e imágenes falsas para desprestigiar al Presidente Maduro y sembrar inquietudes y una creciente sensación de caos entre una población víctima de la guerra económica emprendida por la misma oposición.
Efectivas porque han sido diseñadas y financiadas a conciencia por especialistas desde el exterior aprovechando el control que aún tiene el sector privado sobre los medios de comunicación y la profunda penetración del rentismo y el consumismo en la cultura venezolana.
Efectivas también porque los dirigentes del gobierno y del PSUV, con la obvia excepción hecha del Comandante Chávez, no han logrado diseñar y adoptar una estrategia comunicacional a la altura de las necesidades de un proyecto de transformación profunda de la sociedad.
Ante ello, quizás lo menos elegante pero más impactante por el momento sea sustituir un miedo por otro. Sustituir un miedo producto de viles manipulaciones por uno mucho más grandote producto de la comprensión de lo que implica para personas no propietarias de medios de producción, chavistas y no chavistas, un eventual triunfo de la burguesía en las próximas elecciones parlamentarias.
¿Cómo? Uniendo imaginación y esfuerzo para ilustrar a los más jóvenes y recordarle a los mayores las actuaciones de los enemigos internos y externos del pueblo venezolano, el alcance del imperialismo y sus intervenciones en América Latina y el mundo, la situación de Venezuela y la mayoría de los venezolanos antes y después del triunfo de Chávez, los devastadores resultados de la aplicación de medidas neoliberales en países desarrollados y en zonas depauperadas, etc.
Información ya procesada y recursos técnicos hay más que suficiente, lo que parece hacer falta es creatividad, disposición para salir de esquemas de comunicación convencionales y coordinación para echarle pichón.
Mariadela Villanueva
mariadelav@gmail.com
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