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Pekín desea que el yuan se convierta en divisa de reserva mundial. Si
bien el camino para lograr la plena convertibilidad todavía es muy
largo, China ha visto incrementada la presencia de su moneda más que
cualquier otro país en los últimos años. El yuan es hoy la segunda
moneda más utilizada para el financiamiento comercial, y la cuarta más
solicitada para realizar pagos transfronterizos, según los datos de la
Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés).
La
estrategia del gigante asiático para yuanizar la economía global está
sustentada en el ‘gradualismo’. No hay prisa entre los dirigentes
chinos. El Partido Comunista [de China] está consciente de que cualquier
movimiento en falso puede provocar ‘guerras financieras’ en contra
suya. Es que tanto la Reserva Federal como el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos se resisten a que el dólar y Wall Street disminuyan su
influencia en las finanzas mundiales.
El Gobierno chino toma
precauciones, ya que para alcanzar objetivos de largo plazo, vale más
avanzar paso a paso y en sigilo que asumir altos riesgos. Por esa razón,
en un primer momento, China sumó el apoyo de la región
asiática, bien sea suscribiendo acuerdos sobre permutas (‘swap’) de
divisas, bien sea instalando bancos de liquidación directa (‘RMB
offshore clearing banks’), bien sea otorgando cuotas de inversión para
participar en el Programa de Inversores Institucionales Calificados en
Renminbi (‘Renminbi Qualified Foreign Institutional Investor Program’).
En un segundo momento,
el Gobierno chino volteó la mirada hacia el Norte de Europa. Para
posicionar su moneda en las grandes ligas resultó clave la asesoría
técnica de los países occidentales. China comenzó elevando el nivel de
la ‘asociación estratégica’ con el Reino Unido, que dicho sea de paso, a
pesar del declive de su economía, se conserva como protagonista en la
gestión de las finanzas internacionales. No es cualquier cosa que la
City de Londres tenga el mercado cambiario más grande del mundo, y
aglutine el mayor número de operaciones ‘over the counter’.
A
mediados de 2013 el Reino Unido se convirtió en el primer país en
promover el uso del yuan en Europa. Alemania, Francia, Suiza y
Luxemburgo entraron a la competencia a través de la instalación de
bancos de liquidación directa (‘RMB offshore clearing banks’) para
facilitar el uso de la “moneda del pueblo” (‘renminbi’). Sin
embargo, ninguno de ellos se constituyó en una seria amenaza para el
Reino Unido. La City de Londres registra más de la mitad de las
operaciones denominadas en yuanes en todo el continente europeo.
Como
la economía del Reino Unido se encuentra sumergida en el estancamiento,
y amenazada muy de cerca por la deflación (caída de precios), el
Gobierno de David Cameron insiste
desesperadamente en fortalecer sus vínculos con los países de
Asia-Pacífico, y especialmente con China, que con todo y su
desaceleración de los últimos años, sigue contribuyendo con 25% del
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
Para el
canciller de la Hacienda del Reino Unido –y candidato favorito del
Partido Conservador para ocupar el puesto de primer ministro en 2020–,
George Osborne, el mundo actual es testigo de una nueva configuración
geopolítica y económica, y China desempeña un papel preponderante. Los
negocios ya no se concentran únicamente en Estados Unidos y la Unión
Europea. Es por eso que para la City de Londres las oportunidades
comerciales y de inversión con Pekín están por encima de los mandatos de
alineamiento de Washington.
Prueba de ello es que en marzo pasado el Reino Unido se sumó a la convocatoria del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (‘Asian
Infrastructure Investment Bank’), la institución que puso punto final a
la dominación del Banco Mundial (‘World Bank’) y el Banco Asiático de
Desarrollo (‘Asian Development Bank’) en Asia. Jim O’Neill, ex empleado
de Goldman Sachs, y quien inventó el acrónimo BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) en 2001, es asesor en estos momentos
de la Hacienda británica; para él seguramente está claro que la
prosperidad económica se encuentra en la región asiática.
Estados Unidos lo mismo despliega un buque de guerra en el archipiélago Spratly, que acusa a China de “espionaje cibernético” y “manipulación del tipo de cambio”.
En contraste, el Reino Unido se perfila como el principal socio de
China en Occidente. La ‘época de oro’ entre los 2 países no es una
novedad, se viene consolidando con gran rapidez a lo largo de la última
década. Entre 2004 y 2014 los intercambios comerciales entre China y el
Reino Unido pasaron de 20.000 a 80.000 millones de dólares, mientras que
las inversiones chinas en territorio británico crecieron a una tasa
anual de 85% desde 2010.
Durante la visita del presidente Xi Jinping a
Londres, entre el 19 y el 23 de octubre, el Gobierno de David Cameron
ganó más oxígeno para la economía. China comprometió cientos de millones
de dólares en inversiones, desde la construcción de la planta nuclear
de Hinkley Point hasta la puesta en marcha de un tren de alta velocidad
que comunicará las ciudades de Londres y Manchester. Asimismo, se
estudia la posibilidad de conectar las operaciones de los mercados
bursátiles de Shanghái y Londres, con lo cual, los títulos financieros
denominados en yuanes serían adquiridos por un mayor número de agentes
de inversión.
El espaldarazo del Gobierno de David Cameron será
decisivo en las próximas semanas. El Reino Unido ya anunció que votará a
favor de la incorporación del yuan en los Derechos Especiales de Giro
(DEG, ‘Special Drawing Rights’), la canasta de divisas creada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1969, actualmente integrada por el dólar estadounidense, el euro, el yen japonés y la libra esterlina.
Según los cálculos de diversos analistas citados por la agencia Reuters,
si el FMI aprueba que el yuan se sume a los DEG, la demanda global del
‘renminbi’ se incrementará a un equivalente de 500.000 millones de
dólares, y, por lo tanto, será almacenado en las reservas de los bancos
centrales en una proporción de aproximadamente 5%, muy por encima de los
dólares australiano y canadiense (cada uno con casi 2%), aunque todavía
muy por debajo del euro (20.5%) y el dólar estadounidense (60%).
En definitiva, Estados Unidos no logra socavar el ascenso del yuan. Las turbulencias de
la bolsa de valores de Shanghái de los últimos meses no diluyeron la
confianza que el Reino Unido tiene depositada en el desarrollo de la
economía china, sino todo lo contrario, su apuesta ahora es más
ambiciosa: gracias a la City de Londres, Pekín está a punto de llevar
adelante la yuanización en una escala sin precedentes…
Ariel Noyola rodríguez
Tomado de Rusiatoday
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