Óptica
Socialista
Opinión
En el capitalismo todo tiene precio. Cuando es alto, lo ofertado es más
codiciado. La Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) escapa de ese
precepto porque es un proyecto de propiedad social.
La GMVV nace cuando el presidente Chávez, después de la vaguada del
2011, ofrece una solución habitacional a los damnificados, como a
quienes trabajan toda su vida pero no pueden optar por un techo donde
vivir.
Antes de la Constitución del 1999, la vivienda era un negocio. En la IV
República, a esos ahora diputados no le importaban las cuotas balón ni
los créditos indexados que afectaban a los que no tenían dinero para
pagar un inmueble de contado.
A pesar de lo anterior, esa nueva AN, conformada por PJ, AD, CR, entre
otros, en el presente, mayoría, aprobó en primera discusión la Ley de
Títulos de Propiedad de la GMVV, que no es otra cosa que privatizar las
viviendas.
Un beneficiario de esta Misión es quien, como no tiene opción de comprar
una casa en el mercado especulativo; después someterse a un proceso de
selección, la adquiere a precio subsidiado. Por ende, la garantía de
tener donde vivir indefinidamente es lo relevante y no la titularidad.
A pesar de lo anterior, esta nueva AN ataca la propiedad social, y con
ello al Poder Popular pues el pueblo pierde capacidad de acción frente
al capital que se concentra en pocas manos y favorece la exclusión.
Además, quién confiaría en Ramos Allup que en los ochenta y noventa se
lucró favoreciendo al padre de su esposa, Franco D’ Agostini, en varios
proyectos construcción para el Estado venezolano; o en un Julio Borges
que la calificó como Misión Maqueta pero ahora quiere venderlas al mejor
postor.
Definitivamente, esa derecha pretende seguir aprovechándose de la clase
trabajadora, negándole el derecho constitucional a la vivienda, una vez
que la somete a las leyes del libre mercado.
Por Isabel Rivero de Armas
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