Opinión
La derecha tiene una auténtica
pasión por el Derecho y especialmente por los formalismos jurídicos, salvo
-desde luego- cuando arrebata.
Tal vez sea una cosa pavloviana, pero cada vez
que veo a los expertos más prestigiosos del Derecho de la derecha apelando a su
enjundiosa sapiencia y ametrallándonos con ristras de alegatos legales
salpicados de ab intestato, sine die, extra
petitum, capitis deminutio, intuitu personae, condicio iuris y erga omnes, mi memoria se conecta directo con abril de 2002,
cuando estos cultores de los fundamentos jurídicos y las solemnidades
institucionales se pasaron la Constitución Nacional por el forro del ejusdem.
Uno de esos lumínicos doctores dictamina (ellos
no opinan, emiten dictámenes) que la gestión de Nicolás Maduro y el resto del
gabinete a partir de ayer adolece de "falta de legitimidad de origen"
porque Maduro no fue electo sino designado, razón por la cual anuncia
-solemnemente, claro- que ante las cortes interamericanas e intergalácticas
denunciará ipso facto a ese gobierno de facto. ¿Legitimidad de origen?, pienso, y no puedo
evitar recordar su imagen de señor enamorado de sí mismo, dándose abrazos y
besitos con el selecto grupo de adoradores del Derecho -en estado de arrebato-
que concurrieron a Miraflores aquel 12 que luego tuvo su 13. Como soy lego y no
conozco de latín, me asesoro con la politóloga Prodigio Pérez (que alguna vez
estudió Derecho) y ella me instruye que diga que esas impresiones sobre el
brillante letrado las tuvimos los venezolanos de visu et auditu, es decir, que las vimos y las oímos nosotros
mismos, no nos las contaron.
En mi humilde opinión de no-abogado, estas
eminencias forenses deberían reconocer su propia falta de legitimidad de origen
para hablar de respeto a la Constitución.
Por ejemplo, el jurispérito Cipriano Heredia
sentencia (ellos no opinan, dictan sentencias inapelables) que la
interpretación de la Sala Constitucional retuerce la Constitución. Y califica a
Nicolás Maduro de "usurpador". Por reflejo, rebobino mi cinta para
refrescar que este personaje fue uno de los pocos que tuvo la velocidad de tecla
suficiente como para hacerle llegar una carta a su pariente, Pedro Carmona
Estanga, en el breve tiempo que éste pudo estar en Miraflores. En la carta,
encabezada con el vocativo "estimado tío", Heredia le pedía unos
cargos en aquel gobierno para varios amigos suyos. Y es el mismo caballero que
se atreve a hablar de usurpadores. Vuelvo a consultar a Prodigio y me
recomienda escribir: res ipsa loquitur,
que en latín jurídico significa "la cosa habla por sí misma", pero en
caraqueño actual bien podría -con justicia- traducirse como "¡qué cara
e'tabla son estos loquitos!".
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