Óptica Socialista
Opinión
Así
las cosas, la coalición oficialísta quedó completamente desmoralizada, tanto
por la pérdida de sus candidatos como por otro hecho: las cifras demuestran que
más que una victoria de la derecha esto fue una derrota de la NM pues su
electorado, al menos un 40% de éste, no fue a votar.
Las
recientes elecciones municipales realizadas en Chile dejaron un sabor más que
amargo en la alianza de gobierno (Nueva Mayoría, NM), un gusto a triunfo a la
derecha y una inyección de vitamina a la izquierda.
La NM
estaba moderadamente optimista frente a este evento electoral, la propia
Presidenta Bachelet se mostraba con cierto optimismo, y el Ministro de
Interior, Mario Fernández (un numerario del Opus Dei) señalaba – ante las malas
evaluaciones del gobierno en todas las encuestas- que la verdadera encuesta
serían las de estas elecciones. De ese modo cometió el error – que hasta
hoy le critican sus camaradas- de presidencializar unas elecciones locales. Y
los resultados de estas “encuestas” fueron catastróficos para la NM: perdieron
con la derecha tanto en número de votos como en número de ciudades. Y lo que es
peor, perdieron las principales comunas del país, las más numerosas en términos
de habitantes y populares en su composición socio-económica.
Además,
la derecha logró recuperar dos importantísimas comunas que había perdido en las
elecciones del 2012: Providencia y Santiago-Centro. La primera de ella, situada
en lo que llamamos el “barrio alto”, siempre fue cuna de la derecha, de hecho,
un ex guardaespaldas de Pinochet, Cristián Labbé, vinculado a crímenes de lesa
humanidad era el sempiterno alcalde, hasta que en 2012 una coalición ciudadana,
liderada por una mujer independiente, Josefina Errázuriz, apoyada por el
progresismo de la comuna y por la NM logró arrebatárselo. Pero esta vez, la
derecha, aun dolida por haber perdido su reducto, presentó como candidata a la
ex candidata presidencial Evelyn Matthei, pinochetista acérrima e hija de uno
de los Generales de la Junta Militar que gobernaba con Pinochet. El ex
presidente Sebastián Piñera la apoyo intensamente y logró un triunfo con el 53%
de los votos.
Peor
para la NM fue lo ocurrido en Santiago-Centro. La alcaldesa oficialista,
Carolina Tohá, hija del asesinado ex Ministro del Interior de Salvador Allende,
José Tohá, también fue derrotada por la derecha en lo que era considerado – de
cara a las presidenciales del 2017- la madre de las batallas. Tohá (militante
del PPD) también fue salpicada por los escándalos de corrupción política del
país, al descubrirse que la minera no metálica, Soquimich (las más grande del
mundo y propiedad del yerno de Pinochet), financiaba a su partido, mientras
ella fue presidenta de la colectividad. Si bien ella señaló desconocer el
financiamiento, simplemente nadie le cree. Además, Tohá es “hija
política” de Ricardo Lagos, candidato presidencial oficialista. Esta derrota lo
golpea directamente.
Así
las cosas, la coalición oficialista quedó completamente desmoralizada, tanto
por la pérdida de sus candidatos como por otro hecho: las cifras demuestran que
más que una victoria de la derecha esto fue una derrota de la NM pues su electorado,
al menos un 40% de éste, no fue a votar. Porque en votos nacionales la NM
logró el 37.07% y la derecha el 39.2%. Es decir, la derecha subió en
preferencias marginalmente en relación con el 2012, lo que ocurrió es que su
gente sí fue a votar, mientras que el electorado del oficialismo se quedó en
casa, castigando de este modo, al neoliberalismo “progre” de Michel Bachelet,
caracterizado por escándalos de corrupción política, de errores de gestión, de
falta de liderazgo e incumplimiento de promesas electorales que anunciaban
cambios estructurales.
En
cuanto a la abstención, ésta llegó al 65%, en algunas comunas hasta el 80%.
Otra cifra más que da cuenta de la degradación del actual sistema política
chileno, que fue consensuado a principios de los ’90 por la derecha pinochetista
y el oficialismo para conformar un bloque neoliberal que perdura hasta hoy. De
este modo, la candidatura de Ricardo Lagos quedó muy dañada, casi tan dañada
como las relaciones entre los partidos del oficialismo. De hecho, al
momento de escribir estas líneas, la Democracia Cristiana, el partido más
importante de gobierno, aún mantiene las relaciones políticas con el Ejecutivo
congeladas, decisión anunciada al día siguiente de la debacle electoral. Por el
contrario, la candidatura de Sebastián Piñera, empresario, ex presidente y uno
de los hombres más ricos del país, quedó fortalecida. Y quien no quedó ni
debilitado, ni fortalecido, sino desaparecido es Marco Enríquez Ominami, el
candidato del “progresismo”. Su partido PRO apenas obtuvo 2 alcaldes y el 1.95%
de los votos. Y lo que ha terminado por sepultar su candidatura presidencial es
la acusación que este jueves 27 de octubre realizó contra él el Consejo de
Defensa del Estado, por fraude fiscal.
Como
vemos, aguas turbulentas por todos lados en Chile, “un año interesante”, como
dirían los chinos. Y lo que lo hace aún más interesante es el triunfo
arrollador de la izquierda en Valparaíso, la segunda ciudad del país. El candidato
Jorge Sharp, militante del Movimiento Autonomista (que cuenta con un diputado
nacional, el congresista Gabriel Boric) logró conquistar la alcaldía doblando
por sí solo tanto al candidato del gobierno como al de la derecha, siendo,
además, cuarta mayoría nacional. Lo ocurrido en Valparaíso es toda una lección
para la izquierda chilena. Es el resultado de una acumulación de fuerza social
que por años viene luchado contra la escandalosa apropiación que el capital
realiza del puerto y del suelo en esta ciudad, y que en esa lucha ha logrado
articularse, unirse y, sobre todo, crecer transversalmente hacia otros sectores
de la población. También es resultado del triunfo (nada fácil) de las
posiciones en la izquierda de Valparaíso convencidas que sí hay que dar la
pelea institucionalmente, no sólo en la calle, y ganar espacios de poder institucional.
Se
trató de una campaña llena de voluntarios, que fueron sumando voluntades a
medida que ésta avanzaba. Fue la única candidatura que contó con cientos de
porteños y porteñas que trabajaron motivados por sus convicciones apoyando
a Sharp, a diferencia de las otras en las cuales sólo se trabaja por dinero. Estudiantes,
profesionales, artistas, pobladores, sindicatos, etc. fueron contagiados por un
candidato de izquierda que no ocultó nunca sus convicciones y sus ideales, y
desde ahí planteó soluciones no neoliberales a la crisis que vive nuestra
ciudad. La izquierda, de este modo, tensionó al máximo a los partidos del
oficialismo, como el Partido Socialista que se quebró ante esta candidatura; también
volvió a inyectarle energía utópica a un amplio sector de los ciudadanos que se
movilizaron y triunfaron.
Hace
muchos años que la izquierda no conocía victorias de esta magnitud en Chile.
Ahora toca gobernar y demostrar, también en ese terreno, que sí se puede.
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