Óptica
Socialista
Opinión
Los acontecimientos de la semana pasada
en la Organización de Estados Americanos (OEA), en los que Venezuela
recibió el respaldo de mas de un 97% de los miembros de la asamblea
convocada por la derecha internacional para promover una emboscada
diplomática contra nuestro país, dejaron al descubierto una vez mas las
profundas inconsistencias comunicacionales de un modelo como el
capitalista, empeñado en convertir en realidad las mentiras que con sus
medios urde para sostener su decadente sistema.
La crisis económica que padecen hoy los
venezolanos, desatada por el afán usurero y contrarrevolucionario de un
sector privado impúdico y parasitario como el que aquí se ha
desarrollado a lo largo de mas de un siglo, es presentada al mundo por
esa mediática farisaica como una suerte de Apocalipsis pavoroso cuya
solución insoslayable sería el derribamiento del gobierno legítimamente
electo del presidente Nicolás Maduro.
Pero la realidad es otra completamente
distinta y los gobiernos suramericanos y del Caribe así lo han asumido.
Aún en aquellos países de vocación abiertamente neoliberal se sabe que
en la región existe hoy una noción de soberanía que dista mucho de
aquella concepción entreguista a la que se habituó la OEA en el pasado.
Que ya no es tan fácil engañar a los pueblos con los fantasiosos
discursos de demagogia capitalista que les permitieron en otros tiempos
la instauración de regímenes fascistas a través de los cuales podían
controlar a su antojo las economías del continente.
Es precisamente el discurso
distorsionador y embustero de esas corporaciones comunicacionales lo que
mas ha perturbado las posibilidades de desarrollo de la mayoría de
nuestros países, alentando a sectores antidemocráticos de ultraderecha
en la región que añoran el vetusto esquema de privilegios que
disfrutaron bajo el dominio de las economías rendidas a los intereses
del imperio estadounidense y sus trasnacionales, y a los que hoy les
resulta cada vez más cuesta arriba retornar al poder por la vía
electoral precisamente por su condición de élites movidas solo por la
codicia y la sed de acumulación de riqueza.
Tres personajes hasta la semana pasada
completamente anónimos se han convertido en auténticas notoriedades a
raíz de sus muy particulares relatos en las redes sociales sobre lo que
ellos ven en realidad en Venezuela y en otras partes del mundo, y que
dan cuenta de cómo ese discurso manipulador ya no tiene el poder de
convencimiento que antes tuvo.
El desgarrador llamado de una maestra
española lanzada a la calle por el Ministerio de Educación de España con
dos hijos pequeños y un hogar que mantener, es quizás el más dramático
de esos relatos.
En el video que ella misma cuelga en
Youtube como forma de protesta y de súplica a la vez, se evidencia la
rabia que genera en la gente de a pie la intensa campaña contra
Venezuela, usada a todas luces como pote de humo para esconder las
terribles carencias de un pueblo como el español que hoy padece la
brutal represión de un Estado neoliberal que está generando en ese país
índices de desocupación, desahucios y hambruna nunca antes registrados.
El llanto contenido a fuerza de coraje y
reciedumbre por la educadora Yolanda García es un violento golpe a la
conciencia humana que obliga a aceptar la crudeza de una realidad que
definitivamente es inocultable y que los medios no pueden tapar con sus
guerras de distracción y falsedad usando a la Patria de Bolívar en su
vil despropósito. “¿Venezuela?… A mi que no me hablen de Venezuela”
dice. “…que dejen de hablar de Venezuela”.
Un vasco, Agustín Oxotorena,
residenciado en el país desde hace casi dos décadas, sufre hoy el rigor
de la mas brutal intolerancia al haber sido amenazado de muerte e
incluso de ser calcinado tan solo por haber colocado en su muro de
Facebook su visión de cuán falsa y perversa es la guerra mediática
desatada contra Venezuela en los medios de comunicación, junto a una
serie de impactantes fotografías que revelan de forma inobjetable la
realidad inversa de todo lo que dicen esas campañas perniciosas acerca
de la supuesta crisis humanitaria que estaría padeciendo nuestro país.
Su reflexión no es compleja. Al
contrario, mas bien es escueta desde un punto de vista ideológico, pero
demoledora frente a la canalla que pretende hacernos ver como un país
devastado por el hambre y la miseria. “Hay una gente que no sufre la
crisis, pero que seguramente es la que mas se queja y que tanto cacarea
afuera sobre la libertad de expresión y la libertad personal, y sin
embargo aquí practican la exclusión y la violencia contra quien piense
un poco diferente a ellos. Todo el que vive en esos sectores del Este de
Caracas tiene posibilidades […] con casas que valen como mínimo medio
millón de dólares, con clubs privados, colegios privados, con todo tipo
de servicios, con centros comerciales exclusivos donde no faltan las
cosas. Yo no estoy diciendo que no hay gente que la esté pasando mal. El
que no tiene dinero lo pasa mal aquí, en Colombia, en Brasil y en
cualquier parte del mundo”, dice Oxotorena con perfecto sentido común.
Otro texto, bajo el esclarecedor título
“Otra mirada” es el que colocó hace ya algunos meses en las redes la
Hermana del Sagrado Corazón en Venezuela, Jacquelin Jiménez, y que
también esta semana se convirtió en viral.
En él la hermana hace una disección
magistral y reveladora, como probablemente no lo hayan hecho ni siquiera
los mas iluminados economistas, sobre lo que en verdad sucede en
nuestro país, dejando ver con meridiana claridad la forma en que los
medios de comunicación pueden llegar a hacerle creer a la sociedad en
escenarios completamente virtuales que no se corresponden con lo que a
simple vista es innegable.
Con sabiduría y acertado criterio, va
enumerando una a una las contradicciones e infamias que a diario vemos
entre lo que dicen los medios y lo que en verdad existe en la calle. En
ningún caso (como tampoco es ni ha sido nunca nuestro propósito)
sostiene la religiosa y educadora, que en el país no existen hoy los
problemas que agobian a los venezolanos. Por el contrario, sin eximir en
modo alguno de responsabilidades al Gobierno, su intención es la de la
precisión de quienes son los verdaderos responsables de esas penurias.
“Todo esto que hoy falta en este
maravilloso país no es producido por este Gobierno, ni por ningún
gobierno de antes ni de los que vendrán después. Es producido por una
industria capitalista, burguesa, manipuladora en sus precios y
ganancias, empecinada en tumbar este Gobierno legítimamente elegido, con
los métodos electorales reconocidos en el mundo entero”, dice la
hermana.
En su humilde disertación, sostiene
verdades tan lapidarias como la piedra de Cristo sobre la cual se fundó
la Iglesia: “Hay gente gobernando en algunos países del mundo que no han
sido elegidos por sus pueblos. No es nuestro caso. Y aunque no guste a
algunos los resultados de unas elecciones, ese es el resultado
electoral. Si no nos gustan los resultados cambiemos el mecanismo, las
formas organizativas de elección, cambiemos el sistema pero no
injuriemos al elegido […] Se cuestiona la gestión de Maduro, pero no se
cuestiona la manipulación de la empresa privada, el acaparamiento de los
alimentos en grandes almacenes, la disminución de la producción para
hastiar al pueblo. No se cuestiona la dictadura financiera que nos
somete a las y los venezolanos a estar en las amenazas del hambre todos
los días […] porque les duele que el Gobierno haya producido educación,
autoestima, sentido patrio, sistemas de salud gratuitos, derechos
laborales, salariales y sociales; este Gobierno produjo la mayor
cantidad de dignidad y sentido de vida para las mayorías pobres de este
país y eso no se olvida fácilmente”.
El objetivo del vendepatria de Luis
Almagro y sus capataces del Departamento de Estado estadounidense, no es
otro que el de facilitar aquí un Gobierno de derecha apoyándose en esa
realidad virtual que los medios de comunicación privados le venden a
diario al mundo sobre Venezuela. Su intención es destruir la democracia
participativa y protagónica verdaderamente popular que Venezuela ha
contrapuesto desde el inicio de la Revolución Bolivariana al elitesco y
destartalado modelo representativo que promueve la OEA.
Ha sido derrotado porque esa vieja
diplomacia proimperialista es un adefesio retrógrado frente a avanzadas
propuestas integracionistas que promueven hoy el desarrollo de la región
a partir de una nueva noción de soberanía e independencia, como la
Unasur y la Celac, instancias progresistas ambas surgidas de la
conciencia rebelde y contestataria de nuestros pueblos.
@SoyAranguibel
Alberto Aranguibel
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