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Opinión
Se han cumplido los primeros 100 días del Plan de Agricultura Urbana con
resultados satisfactorios. Lo primero es que se ha logrado introyectar
en el sentido común emergente de esta nueva etapa
Caracas, 07 de junio de 2016.- A
pesar de todos los intentos para que no sucediera, la Agenda Económica
Bolivariana (AEB) en Venezuela se ha reapropiado de la agenda económica
del país. En lo que llevamos del 2016, luego de la derrota electoral en
las legislativas del pasado diciembre, la Revolución Bolivariana ha
encontrado su propia senda. La AEB ha servido para esquivar la mayoría
de los abismos ofertados por el neoliberalismo. Se elige otro camino
para proteger al pueblo ante este momento adverso. Ni es ni será fácil.
La caída del precio del petróleo, el estrangulamiento financiero
internacional contra Venezuela, la guerra económica y los desequilibrios
económicos internos dibujan un escenario complejo que no tiene
soluciones mágicas. Frente a ello, la AEB busca encontrar respuestas de
corto plazo al mismo tiempo que soluciones estructurales. Y en este
doble objetivo, la economía productiva surge como condición necesaria.
En medio de este contexto, ha irrumpido con mucha fuerza la
Agricultura Urbana como nueva práctica productiva, social, cultural y
económica. En muy poco tiempo, se ha constituido como una veta
protagónica desde que fuera anunciado como Ministerio por el Presidente
Nicolás Maduro a inicios de año. No es una idea nueva porque el mismo
Hugo Chávez ya hablaba de esta necesidad desde antes del golpe del 2002.
La importancia de redescubrir la vocación agrícola de las zonas urbanas
fue un llamado continuo para aprovechar la verticalidad de las
ciudades. La Agricultura Urbana responde a este reto del siglo XXI, y
más si cabe ante una situación de emergencia económica.
La gran potencialidad de este nuevo eje resulta de la combinación simultánea de múltiples características:
1) apela a la épica productiva conectando el esfuerzo individual de los sujetos más diversos con un proyecto colectivo nacional;
2) se conforma como un bastión material imprescindible de la nueva época productiva;
3) incorpora un significativo sello de lo nuevo en la política económica;
4) ilusiona construyendo expectativas positivas hacia delante;
5) injerta a cada ser humano como nuevo actor productivo (Agricultura
Urbana, Agricultura Humana), y en consecuencia, democratiza la
actividad económica;
6) sintoniza con el territorio y le devuelve al proyecto bolivariano
una herramienta para la construcción de densidad política y productiva a
escala local;
7) vincula más estrechamente al productor y consumidor reduciendo la dependencia del distribuidor;
8) delinea la morfología de las nuevas ciudades productivas que
requiere esta nueva etapa. Por todo ello, la Agricultura Urbana no nace
para ser marginal.
Todo lo contrario: ha venido para quedarse como centralidad económica
y potente instrumento político para esta nueva etapa. Esto le obliga a
disputar la direccionalidad del resto de políticas económicas
(financieras, tributarias, inversiones, comerciales) a favor de sí
misma. Es únicamente así como se debe pensar en grande la Agricultura
Urbana para evitar que muchos la vean como algo de moda y en miniatura.
Se han cumplido los primeros 100 días del Plan de Agricultura Urbana
con resultados satisfactorios. Lo primero es que se ha logrado
introyectar en el sentido común emergente de esta nueva etapa. Ha
comenzado a dar sus primeros frutos en lo real. Ya se pueden comer los
nuevos productos que se están cosechando en las propias ciudades. Ha
avanzado mucho en cuanto a su institucionalidad. Está siendo capaz de
crear mecanismos eficaces para producir sus propias semillas y
fertilizantes.
Eso es un paso importante en la soberanía productiva. Además, propone
reordenar el espacio público a favor de esta actividad, esto es, usar
lo público a favor de este proyecto productivo colectivo. Lo próximo ha
de ser contar con instrumentos financieros propios (ser parte de la
cartera obligatoria de créditos productivos de la banca pública y
privada) para avanzar con paso firme para que esta economía sea
irreversible. La Agricultura Urbana tiene el desafío de tejer alianzas
con el resto de políticas económicas y tecnológicas para que logre
sostenibilidad en el tiempo.
La Agricultura Urbana se presenta ante el país como una respuesta
eficaz frente a la emergencia económica. No quiere ser un parche
cualquiera. No busca ser ave de paso. Ha venido para instalarse en el
nuevo metabolismo económico y social. Solo así, se puede.
Alfredo Serrano Mancilla (Director CELAG, @alfreserramanci)
Lorena Freitez (Ministra Agricultura Urbana (Venezuela), @lorenafreitez) / OH.
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