Óptica Socialista
Opinión
Aprovecho los 10 años del esfuerzo más audaz y auténtico de unión entre países de
América latina y el Caribe: la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América, hija dilecta de dos gigantes: Chávez y Fidel, popularmente
conocida como el ALBA, para insistir en que sólo unidos podremos defendernos de la voracidad y los ataques
del capital – sionismo contra nuestros
países y nuestra región.
Poderosísima unión alquímica de territorios y culturas de pueblos
originarios, de africanos esclavizados, de blancos depredadores y de toda
clase de aventureros llegados a nuestro continente a “hacer la América”, el
ALBA destaca entre otros
esquemas regionales por ser una alianza solidaria entre países y pueblos comprometidos
con la transformación radical de ellos mismos, de Nuestra América y del mundo.
Esta joven pero gran Alianza es el único bloque de integración creado para convertir a
los países miembros en zonas libres de
hambre, analfabetismo, miseria y marginación. Es la única capaz de evitar
que en su área de influencia primen los intereses del capital por sobre los de
la población, tal como
lo aseveró enfáticamente el Presidente
Correa en Guayaquil, el 30 de julio de 2013.
No
podemos seguir viendo el ALBA como algo externo, ajeno a la política interior. Todos somos ALBA y, aunque a algunos les
cueste aceptarlo, el éxito de cada uno
de nuestros procesos depende en mucho del éxito del ALBA. Revitalizar y potenciar el ALBA es
responsabilidad de gobernantes, movimientos sociales y ciudadanos del común.
Todos tenemos que entender las características, las ventajas y la importancia
del ALBA como herramienta para la
transformación revolucionaria de nuestros propios países.
Los
gobiernos y las autoridades competentes deben desplegar campañas informativas
que hagan más visible los avances y los problemas del Acuerdo. Pero somos
los pueblos, permanentes en el tiempo y
el espacio, quienes debemos idear formas
ágiles para aprender a conocernos, a reconocernos, a respetarnos y
admirarnos en nuestra diversidad.
Tenemos
mucho que aprender unos de otros. No es fácil, pero no podemos evadir esta responsabilidad.
Los países y pueblos del ALBA han sido, son y deben seguir siendo referencia
para quienes buscan alternativas para transformar
drásticamente su propia realidad.
Mariadela Villanueva
mariadelav@gmail.com
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