martes, 26 de abril de 2016

Ensayo. Venezuela: LA EMBOSCADA… Por José Sant Roz

Óptica Socialista
Opinión

Entrevistamos a quince analistas y escritores internacionales, asistentes al XII Encuentro Internacional de la Red en Defensa de la Humanidad:

Francois Houtart, Gianni Vattimo, Héctor Diaz Polanco, Carlos Fazio, Gabriel Jiménez Emán, Atilio Borón, Ana Esther Ceceña, Arantxa Tirado, Fernando Buen Abad, Telémaco Talavera, Ángel Guerra Cabrera, Juan José Bautista S., Juan Manuel Karg, Osvaldo León y Carlos Aznárez.

PREGUNTA RESUMIDA EN ESTE CONTEXTO:

Venezuela, desde 1998, enfrenta un estado de guerra de amplio espectro, que ha sido severamente intensificada después de la muerte del Comandante Hugo Chávez. En condiciones terribles, después de casi tres años de conmoción nacional, el 6 de diciembre de 2015, acudimos a unas elecciones para renovar la Asamblea Nacional. De hecho, la derecha advirtió por todos sus poderosos medios que los bolivarianos no iríamos a la contienda por considerarse ella imbatible luego de las pavorosas guarimbas que duraron cuatro meses. Aceptamos, no obstante, unas violentadas reglas de juego en medio de un estado de injerencia criminal en nuestros asuntos internos por parte de la derecha mundial, y con la espada de Damocles del Decreto de Obama pendiendo sobre nuestra soberanía nacional. Fue así cómo, con aquellas insólitas camisas de fuerza, la Revolución Bolivariana sufrió un serio revés: La emboscada.
-        ¿Existían condiciones realmente democráticas para ir a unas elecciones?
-        ¿Se deberán seguir aceptando unas reglas de juego que la derecha nunca respeta y que convierten además en arma letal contra nuestra revolución?
-        ¿QUÉ HACER?


Gianni Vattimo

Filósofo italiano, de los principales autores del postmodernismo y considerado el filósofo del “pensamiento débil”.

RESPUESTA de Gianni Vattimo
(…me gustaría para Italia una buena dictadura chavista)
- Yo, como lo he dicho muchas veces, no creo por nada en las democracias. Las democracias de tipo occidental, con elecciones, propaganda y fuerza del dinero para la propaganda, etc., etc.; es una forma, como decía Churchill, siempre mejor que ir cada día armados en las calles; decimos que es un conflicto armado pero es un conflicto de clases claramente siempre en favor de los poderosos, de los que  tienen el dinero y los medios de comunicación, etc. Yo soy favorable de un gobierno chavista que utilice todos los instrumentos, hasta las armas obviamente, para nacionalizar los medios de comunicación para impedir que haya una disparidad en la propaganda. Yo, obviamente no soy favorable al abandono de la democracia formal, como escribió Castro una vez: por favor no abandonar el sistema democrático formal. Pero yo, ahora, francamente creo, y siempre me lo planteo, que me gustaría para Italia una buena dictadura chavista.
- Es decir señor Vattimo, ¿usted está inclinado por una dictadura chavista?
- Me estoy inclinando por eso. Lo digo con muchas dudas, con mucha prudencia, porque, bueno, estamos acostumbrados a la democracia formal, a las elecciones, a la propaganda. Pero tendríamos que combatir lo más fuertemente posible la manera por la cual el capital utiliza la democracia formal para engañarnos. Por ejemplo, para eso tendríamos que nacionalizar los medios de comunicación, reducir el poder de los bancos. Y sobre todo, yo creo que es necesaria una fuerte presión popular; se necesitan las dos manos, el parlamento y la calle. No hay un sistema democrático ideal. En estos momentos los sistemas democráticos existentes se tratan de corregir con presencia del pueblo, con la presión del pueblo.
- Como usted ve, no tengo consejos que dar. Pero me parece que una cosa fundamental para no caer en una guerra civil con armas, es promover Unasur. Promover una internacionalización para la integración latinoamericana. Una revolución armada no sería posible por problemas de conciencia, pero el problema es que ellos están más armados que nosotros. Simplemente. Se trata de inventar sistemas de lucha que no nos conduzcan inmediatamente al choque armado. Todos los gobiernos burgueses compran armas sobre todo en contra de las guerrillas armadas. Nadie piensa que se necesitan aviones para combatir a quién. Los gobiernos necesitan armas para ir en contra de sus pueblos, y los pueblos deben inventar algo para limitar este poder.
-         ¿Creer que podríamos llegar a un choque?
-         De llegar a un choque sería porque Obama considera que Venezuela se está volviendo demasiado peligrosa para Estados Unidos, y entonces enviaría tropas, así como si se produjera un conflicto en la frontera con Colombia. Se puede siempre provocar pequeños choques. Todo esto es lo que pasa en Europa. Occidente, en Libia y en Siria, están haciendo lo mismo: producen desorden, y se hacen ordenar por la ONU para reprimir el desorden y entonces ocupan territorios.




Héctor Diaz Polanco

Antropólogo y sociólogo dominicano. Profesor-Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

LA RESPUESTA de Héctor Días Polanco

(…Yo creo que no hay vías privilegiadas)

-         Tú pregunta nos plantea el asunto de las vías, de los caminos, un viejo tema de la izquierda, y creo que lo mejor que uno puede deducir de esta problemática es que esas vías son determinadas por los propios procesos. Lo que vivimos en los últimos lustros del siglo pasado y entrando a este siglo, una especie de inclinación generalizada, incluso en América Latina que se había experimentado en los años sesenta y setenta, las vías armadas revolucionarias, las guerrillas, levantamientos de distintos tipos, etcéteras.  Fue un giro hacia la búsqueda de salidas por el sendero electoral. Y esto se impuso, poco a poco, como otro sentido común, exactamente contrario al anterior. Creo que la contribución más evidente y marcada para definir esta nueva inclinación fue el caso de Venezuela después del fracaso del Chile de Allende. Volvió a imponerse esta salida como la vía normal. De tal manera que desapareció del horizonte cualquier otra consideración, incluso de vías alternas. El escritor Néstor Francia planteó el asunto de las vías pero no tuvo eco, porque no es un asunto que se plantea, incluso en la red, porque ya está establecida esta plataforma, esta visión dominante. Y yo creo que es un error en términos generales, doble: uno, es el error de querer imponerse a las circunstancias con pocas posibilidades de manera voluntarista; se podría decir, yo me quiero ir por otra vía, sí, pero si las circunstancias dominantes, incluso de manera subjetiva, es decir lo que la gente ha introyectado como el camino. Entonces es poco probable que uno tenga éxito. Yo creo que tengan que ver las circunstancias que a su vez deben ser también creadas, y ahí viene la interacción entre la llamada objetividad y la capacidad del hombre de hacer su historia, como dijo el clásico. Y por otro lado de la vertiente del error es la idea de estas vías únicas según como sopla el viento, según el dogma establecido, según el sentido común. Yo creo que no hay vías privilegiadas. Todo depende del proceso, y en ese sentido tampoco hay que descartar vías. Yo en México digo, en nuestro movimiento MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional), que ha escogido la vía electoral, pacífica, etcétera, pero que eso no nos obliga a descartar nada. Incluso, la historia de América Latina y del propio México muestra que a veces una vía lleva a otra. A veces yendo por el camino electoral terminas en la otra y al revés, yendo por la vía de la rebelión, porque no te queda de otra, porque es la única manera de garantizar tu vida, llegas a la otra. Hay que flexibilizar el pensamiento.




Carlos Fazio

Periodista uruguayo radicado en México. Realizó trabajo clandestino en la guerrilla tupamara. Pertenece a la redacción del diario La Jornada y colabora con el semanario Brecha, de Uruguay.

RESPUESTA DE CARLOS FAZIO
(… lo que uno puede palpar es que aquí hay un pueblo politizado)
Tenemos que partir de la base de que en Venezuela se ha producido un gran cambio desde la raíz, hay una revolución en marcha. Eso es una realidad. En América Latina, el fenómeno venezolano de comienzos del siglo XXI es único. Tal vez, al estar inmersos en el proceso, no se dan cuenta internamente, de que se ha llevado a cabo un cambio radical, que intenta transformar justamente las estructuras de dominación del sistema capitalista. Pero esto es un proceso que apenas lleva quince años, pensando en tiempos históricos es muy poco tiempo. Se ha venido construyendo un socialismo de nuevo tipo, propio de la realidad concreta de Venezuela. Uno desde afuera puede ver que están los cimientos de este proceso, llevado de la mano del liderazgo de un monstruo político, de una persona de un gran carisma, Hugo Chávez; de esos liderazgos que surgen muy pocas veces en la historia, que sentaron los primeros ladrillos, digamos, para ir construyendo una suerte de poder popular. Están también las misiones sociales, están las estructuras del poder popular que están en los barrios, que se han territorializado. Sé que en algunas partes del país han surgido milicias populares, y Venezuela tiene gracias al liderazgo de Chávez un elemento atípico, en el sentido de que es un proceso diferente al de Cuba y al de Nicaragua, por ejemplo. Es decir, que sin haber llegado al poder por la lucha armada, el liderazgo de Chávez logró construir una unión cívico-militar. Aquí está fortalecido el fenómeno del liderazgo de Chávez al interior de las Fuerzas Armadas. El factor militar está en este proceso. Hay una oficialidad  chavista, una oficialidad joven, que de alguna manera junto con los otros ladrillos del poder popular, del poder civil, que se ha ido construyendo, es fundamental.
Se ha perdido una elección el 6 de diciembre y vienen otras en el corto plazo, pero lo que uno puede palpar es que aquí hay un pueblo politizado. De modo que de aquí a otro acto electoral lo que se tiene que hacer, viéndolo un poco de afuera, es profundizar la crítica, la autocrítica. Intensificar el estudio individual y colectivo, porque en el pensamiento de Chávez están las claves de lo que él planteó con respecto al proceso hacia el socialismo; todo muy bien identificado con la noción de patria. Con la noción de la soberanía y la defensa nacional. Hay una fuente, la fuente de Chávez, en la que abreva el gobierno de Nicolás Maduro. Por lo que es necesario que las grandes mayorías chavistas se sustenten sobre estas ideas, y que a la vez las vayan renovando y a la vez inventando. Hay que inventar la revolución. Esto tiene que ver a su vez con otros avances que son inéditos en su volumen, que estas bases no sólo están politizadas sino que frente al terrorismo mediático han venido construyendo formas de comunicación horizontal que tienen que ver con periódicos, radios comunitarias; tienen que ver el uso de las nuevas tecnologías, esto pasa por la computación, por los celulares; ya los pobres saben utilizar este tipo de armas. En la transformación social, y dado que en la guerra contrarrevolucionaria se usa mucho la tecnología y tiene ésta un gran poder de penetración, creo que es también fundamental la cultura. Hay una guerra de espectro completo, todo terreno, que es a la vez militar, económica, cultural, que pasa igualmente por el tema de la educación. Es una guerra que Estados Unidos y sus aliados  llevan de una manera conjunta, guerra que se está implementando en tiempo real en varios países a la vez. Ahora tiene epicentro en Brasil con el tema de intentar derrocar a Dilma Rousseff y de meter preso a Lula. En esta coyuntura también está el caso de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, lo que hablamos sobre Venezuela; que se procura debilitar a Evo en Bolivia, a Correa en Ecuador. Frente a esto tienen que ver los medios electrónicos, pero también el cine, las telenovelas, toda una estructura mediática que viene por varios ángulos. Creo que el tema de la cultura es clave, y ahí lo que me ha sorprendido a mí muy gratamente es ver como hay grupos de jóvenes cantantes, raperos, que utilizan las técnicas, los modos, los lenguajes de llegarle a esta juventud que tiene la posibilidad de ejercer el voto. Porque este es un de los sectores más confundidos por el avasallamiento de los grandes medios de comunicación. Estos grupos que utilizan las danza, el canto popular, el teatro callejero, poseen un arma para llegarle a esta juventud que no tiene la idea de cambio profundo o que cuando nacieron, y ahora tienen quince años, o tenían dos años cuando empezó Chávez con este proceso de transformación, carecen de los elementos para comprender qué había antes y poder comparar entonces que hacían los copeyanos, los adecos, los cogollos, la gente que controlaba PDVSA con el petróleo; es decir, no tienen idea de la historia, porque justamente, el pensamiento único neoliberal trató de desmontar la historia, destrozar, deshacer todo lo socialmente organizado. Como la batalla es cultural ella tiene que ver con la identidad nacional y acá se está llevando a cabo  un proceso, no de la reinvención de la nacionalidad sino de la recuperación del bolivarianismo. Esto se conecta a su vez con el papel de Hugo Chávez. Hay que afianzar en los jóvenes el conocimiento de dónde se viene, dónde se está y a dónde se quiere llegar. Esto tiene que ver a su vez con la identificación del enemigo. En Venezuela hoy, a partir de lo que pasa al interior de la Asamblea Nacional, que es la ventana mediática más visible, vemos un enfrentamiento  de la revolución (que es hoy minoría dentro de la Asamblea) versus la restauración de la derecha criolla enlazada con un plan continental dirigido por Estados Unidos.
Por lo tanto, la conciencia de la gente es un factor clave. Pero la conciencia por sí misma no sirve si ella no está relacionada con la organización. Porque la conciencia y la organización nos pueden llevar a fases más o menos reformistas, a procesos de conciliación de clases.
De lo que se trata es cambiar de raíz la realidad, buscar un cambio que vaya hacia el socialismo. De modo que la idea central no tiene que ver con una perspectiva electoralista sino que tiene que ver con profundizar en esencia el fenómeno de cambio revolucionario, que está en transición hacia lo nuevo.
Hay que tener en cuenta que aquí hay un pueblo en ofensiva que está construyendo lo nuevo.
Abril parece ser un mes clave para los planes intervencionistas de Estados Unidos en nuestra América. Mientras impulsan una guerra de espectro completo “multiterrenos” en varios países de América Latina y el Caribe −en la coyuntura con epicentro en Brasil y Dilma Rousseff e Inacio Lula da Silva como objetivos y Cristina Fernández de Kirchner en la Argentina−, el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado intensifican sus acciones abiertas y clandestinas contra el gobierno constitucional y legítimo de Nicolás Maduro y la revolución bolivariana.
         De manera acelerada, el guión del golpe de Estado de factura estadunidense en Venezuela, contempla una nueva etapa de intoxicación (des)informativa a través de los medios de difusión masiva bajo control monopólico privado –en particular los electrónicos−, combinada con medidas de coerción psicológica unilaterales y de alcance extraterritorial y un vasto accionar subversivo articulados con redes sociales, partidos políticos y dirigentes de la derecha internacional (como el español Mariano Rajoy), poderes fácticos y grupos económicos transnacionales y la injerencia de organismos regionales condenados por la historia como la Organización de Estados Americanos (OEA).
         La nueva fase intervencionista contra la revolución bolivariana responde a las directivas del Pentágono sobre enemigos asimétricos y guerras no convencionales, irregulares o de cuarta generación, que no se circunscriben a las reglas establecidas por los códigos y las normas internacionales de convivencia pacífica y evaden las restricciones fronterizas de los Estados, incluso mediante el uso de fuerzas terciarizadas, que, como ha venido ocurriendo desde la vecina Colombia, echa mano de grupos paramilitares, escuadrones de la muerte y organizaciones mercenarias que operan bajo la fachada de compañías privadas de seguridad.
         La “dominación de espectro completo” abarca una política donde lo militar (incluida la inteligencia), lo político, lo económico/financiero, la (des)información mediática, lo cultural y ahora también lo jurídico, como vemos en los casos de Argentina, Brasil y Venezuela, tienen objetivos comunes. Dado que el espectro es geográfico, espacial, social y cultural, para imponer la dominación se necesita manufacturar el consentimiento. Es decir, colocar en la llamada sociedad civil determinados símbolos y sentidos “comunes” que de tanto repetirse se incorporan al imaginario colectivo de manera acrítica e introducen, como única, la visión del mundo del poder hegemónico. Eso implica la formación y manipulación de una “opinión pública” legitimadora del modelo de dominación imperial.
         A través de un intenso asedio mediático internacional, en la fabricación del consentimiento se manejan dobles estándares y lenguajes, y se hace una presentación simplista y maniquea de la realidad. Para el caso local, se eliminan las causas, el contexto, la memoria y la historia del conflicto fratricida venezolano. Pero igual ocurre hoy en Brasil y Argentina, y volverá a ocurrir en Bolivia y Ecuador. Para la manipulación de las emociones de la población resultan clave los significados, las interpretaciones, las imágenes y la narrativa de los medios masivos, con sus mitos, medias verdades, mentiras y falsedades.
A su vez, la ingeniería del consenso y la construcción social del miedo para el control elitista de la sociedad, descansan sobre un eficaz sistema de adoctrinamiento, cuyo fin es colonizar el pensamiento, nuestras mentes. Se trata de un sistema de adoctrinamiento impuesto con matrices de opinión dirigidas contra el enemigo a estigmatizar y el proceso a desestabilizar y sumir en el caos, es decir, Nicolás Maduro y la revolución popular bolivariana. Lo que implica, de suyo, la domesticación de los medios y una mentalidad de manada en los encargados de la cobertura (des)informativa y los comentaristas dedicados a reproducir la ideología dominante.
Con base en la distorsión de los parámetros de la deontología y la ética periodística, mediante la fabricación de “noticias” con base en inventos y falsedades −haciendo aparecer mentiras como verdades en un descomunal falso positivo−, se logra generar grandes campañas de excitación mediática y un clima de desestabilización psicológica facciosa, a la vez que fomentar un odio inquisitorial, clasista y racista, a través de una guerra económica que atiza el enojo de amplios sectores de la población con el acaparamiento y la escasez inducida de productos de primera necesidad, en particular alimentos y medicamentos, y sabotajes contra la electricidad, dirigidos a afectar el suministro de luz eléctrica y agua.
Hoy podemos ratificar que todo eso estaba contemplado dentro de la doctrina de espectro completo del Pentágono recogida en el documento Joint Venture 2020 para la guerra no convencional, y que en el caso venezolano el plan desestabilizador incluyó la instigación de la violencia fratricida vía las guarimbas –método político/criminal empleado por la sedición contrarrevolucionaria− y la posterior construcción del terrorista Leopoldo López como “preso político”, para quien se ha intentado legislar una ley de impunidad y punto final que el pueblo venezolano ha llamado de “amnesia criminal” o del “auto perdón”,  lo que es complementado con la estigmatización y satanización del gobierno patriótico de Nicolás Maduro y la tácita legitimación de un eventual intento de golpe parlamentario de una derecha vernácula envalentonada y agresiva.
En su actual ofensiva recolonizadora, la visión dominante estadunidense ha logrado permear y ser impuesta por sus aliados a través de una campaña de intoxicación propagandística instrumentada vía una cartelización editorial trans-regional, a través del Grupo de Diarios de las Américas (GDA), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), CNN y medios españoles como el canal de televisión Antena 3, entre otros, lo que ha derivado en un virtual bullying mediático internacional contra el proceso popular bolivariano.
En ese contexto, huelga decir que la actual ofensiva imperial contra Venezuela y los pueblos de otros países de la región como Colombia y México, se inscribe en una nueva fase violenta de acumulación como la descrita por Carlos Marx en el capítulo 24 de El Capital. Se trata en la etapa de un capitalismo criminal, mafioso, militarizado y paramilitarizado, cuyo objetivo final es apropiarse mediante la violencia, la desposesión o el despojo del petróleo de países como México, Colombia y Ecuador, pero fundamentalmente Venezuela, que tiene las reservas más grandes del mundo. Todo ello, como parte de un sistema tanático, un sistema de muerte donde el enemigo es la sociedad toda y uno de los objetivos centrales es la destrucción de su cultura y su identidad como nación.
En el marco de la prórroga de la Orden Ejecutiva de Barack Obama, que de manera facciosa considera a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad nacional y la política exterior de EU, si analizamos la historia reciente podemos comprobar que la guerra mediática antecede siempre las ocupaciones territoriales; ahí están los casos cercanos de Afganistán, Irak, Libia, Siria; intervenciones militares violentas que además de la desposesión o despojo de recursos estratégicos y recomposiciones geopolíticas, persiguen el desmonte de la memoria y la resistencia de los pueblos.
         Para los agoreros del fracaso, cabe afirmar que aquí en Venezuela no hay ningún fin de ciclo ni falsas alternativas. Aquí hay que seguir avanzando en el proceso de cambio radical, revolucionario, elevando y profundizando la conciencia individual y colectiva; ante el acoso del capitalismo criminal militarizado y paramilitarizado, hay que radicalizar el proceso, corrigiendo lo que haya que corregir o rectificar, utilizando la crítica y la autocrítica, promoviendo el estudio individual y colectivo de los grandes problemas que afectan a la sociedad, tomando siempre como fuente el pensamiento y la acción del eterno comandante Hugo Chávez Frías, tomando como bandera su moral y ética inclaudicables.
En los últimos días, la diplomacia de guerra de Washington ha instigado al secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, a que presione al gobierno venezolano con la amenaza de aplicar la Carta Democrática de su caduca organización. Asimismo, en una clara actitud injerencista, el propio secretario de Estado, John Kerry, ha dicho que Venezuela marcha “en la dirección equivocada”, mientras hasta su último día de gestión, en enero pasado, el ex jefe del Comando Sur del Pentágono, general John Kelly, no dejó de conspirar y ahora sabemos que su sucesor, el almirante Kurt Tidd, ha puesto en marcha desde febrero pasado la segunda etapa de la Operación Venezuela Freedom (Libertad Venezuela), que bajo la premisa de una crisis humanitaria provocada intencionalmente de manera encubierta en la fase uno del plan, prevé ahora una “intervención humanitaria” con apoyo de organismos multilaterales (la OEA, pues)  y eventualmente la ONU, y algunos países vasallos de la región, la “salida rápida” en la que se montó el discurso de la reacción que llegó a la Asamblea Nacional en diciembre.
         Todo indica que vienen días y meses de definición y de una agudización de las contradicciones de clase internas. Entendemos que en las misiones sociales, en las comunas, en las distintas estructuras de un Poder Popular horizontalizado y territorializado, en las milicias populares en formación está la reserva de la revolución. Ahí, en las catacumbas de las que habló el compañero Maduro, está el nuevo sujeto histórico de esta revolución de nuevo tipo, de esta democracia participativa y protagónica.  Ahí hay un pueblo organizado  que ha venido reelaborando su identidad nacional con eje en el bolivarianismo, la construcción del socialismo y la defensa de la patria, que hoy tiene como tarea principal contener y neutralizar la ofensiva imperialista y al neofascismo criollo.
Frente a la diplomacia de los burócratas, la canciller Delcy Rodríguez ha venido consolidando una diplomacia de los pueblos. A su vez, a la diplomacia de guerra de Washington, el compañero presidente Nicolás Maduro ha opuesto una diplomacia de paz. Ha dicho que esta es una revolución pacífica, pero no desarmada.
No obstante, los escenarios que se avecinan vienen cargados de violencia. Tenemos enfrente un Leviatán terrorífico. Es sabido que a toda revolución se opone una contrarrevolución.
El chavismo ha logrado forjar una unidad cívico-militar, y la historia enseña que hay coyunturas en que frente a una intervención extranjera, el país agredido responde con la forma de lucha que corresponde.
Si Venezuela está siendo asediada por una guerra de espectro completo, la respuesta debe ser integral. Nos decía el general Jacinto Pérez Arcay, que el ejercicio de las armas conlleva el concepto de patria. Y la defensa de la patria es la tarea de la hora que convoca por igual a los militares y civiles patriotas.
¡Chávez vive, la lucha sigue!






Gabriel Jiménez Emán

Novelista, narrador, ensayista, compilador, traductor y poeta venezolano, director de la revista de cultura, “Imagen”.  Su obra ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas.

RESPUESTA de Gabriel Jiménez Emán

(…No creo en las fórmulas conciliadoras)

-         Primero, radicalizar la lucha revolucionaria, como se ha venido haciendo. Mantener al pueblo organizado como gobierno. Aquí no puede haber ya términos medios, diálogos, conciliación y ese tipo de hipocresía diplomática. Si no se radicaliza la lucha junto con el pueblo, con el poder popular organizado, vamos a ir de vacío en vacío, y de traspié en traspié. No creo en las fórmulas conciliadoras. De modo que en lo inmediato hay que radicalizar la lucha y erradicar el estado burgués. Además, mantener al pueblo organizado y alerta en la calle. Eso es lo único que nos permitiría avanzar con la consulta popular. Para eso estamos haciendo este evento en la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, es decir apoyar al pueblo. Ese pueblo que nos ha respondido con los foros, con un lleno total en las actividades de la Red en el teatro Teresa Carreño, durante tres noches seguidas. Para eso estamos trabajando, porque nosotros venimos del pueblo y al pueblo nos debemos. Ahí no hay términos medios posibles.






Atilio Borón
Politólogo y sociólogo argentino, doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.

RESPUESTA DE ATILIO BORÓN

(…Sería una tontería inclinarse ante esa necesidad de hacer las elecciones)

Lo que hay que hacer es muy simple. Cuando Europa entró en la segunda Guerra Mundial y los países tuvieron que sufrir procesos como los que ustedes tienen acá en Venezuela, tales como desabastecimiento, acaparamiento de mercancías, sabotajes de muchos tipos, las elecciones se suspendieron. Se suspendieron en Gran Bretaña, por ejemplo. Se suele hablar de Gran Bretaña como el supremo modelo de organización democrática. Estaba Winston Churchill, el Partido Conservador en el poder. Churchill suspendió las elecciones. Es decir, consideró que no había condiciones en Gran Bretaña para llevarse normalmente unas elecciones. “Se suspenden”, dijo. Y varios países europeos hicieron lo mismo. Por qué ahora no lo hacen ustedes que están sometidos a una guerra económica, política, a una ofensiva diplomática, a todo eso. Sería una tontería inclinarse ante esa necesidad de hacer las elecciones. Se declara el estado de conmoción, tal como está en la Constitución Bolivariana.
Ellos, la derecha, producen la conmoción nacional y quieren aprovecharse de esa conmoción nacional para sacar ventaja en el terreno electoral. Sería una tontería que ustedes no lo analizaran a tiempo. Si ellos quieren conmoción nacional, muy bien, entonces no hay elecciones ahora.





Francois Houtart
Sacerdote católico y sociólogo marxista belga, fundador del Centro Tricontinental (CETRI) que funciona en la Universidad Católica de Lovaina y de la revista "Alternatives Sud". Actualmente profesor en Quito, en el Instituto de Altos Estudios Nacionales.

RESPUESTA de Francois Houtart

(…siento que el pueblo tiene una cierta madurez, y eso se ha manifestado durante los últimos años)

El gran problema es, si siguen respetando las reglas de la democracia, entre comillas o si se deben tomar otras medidas. De momento veo muy difícil no seguir estas reglas, tanto al interior como al exterior. Si se toman otras medidas, por ejemplo para prolongar el mandato del gobierno o para decidir en relación con lo que se debe hacer en unas elecciones que están pautadas para escoger los gobernadores, va entonces todo el mundo a acusar a Venezuela de tener una dictadura. Yo entiendo que es muy difícil saber lo que se debe hacer, evidentemente la solución deba ser todo un trabajo de base para permitir una reelección normal, donde las fuerzas populares se reorganicen para obtener la mayoría.
No conozco las leyes internas de Venezuela y la manera, y como se eligen sus gobernantes, pero tal vez si hay un trabajo de concientización por una parte de restablecimiento de las bases económicas, porque las gentes votan en función de sus necesidades cotidianas. Eso me parece por el momento, en la situación actual la única manera de poder tratar de continuar, con un poder de gobernadores[1] que están a favor de la transformación y de la revolución bolivariana. No es muy original lo que estoy diciendo, porque no conozco bien la situación y por otra parte por una cierta lógica frente a la relación de fuerzas que existen en el interior y el exterior.
También siento que el pueblo tiene una cierta madurez, y eso se ha manifestado durante los últimos años, y en ese sentido esta madurez permite actuar de tal manera que la conciencia popular se desarrolle frente a esta cuestión, porque si el pueblo se deja influir por factores del exterior, por ejemplo, como el de los medios de comunicación y la injerencia de ciertas personalidades extranjeras, podría decirse que el pueblo no tiene madurez, porque entonces se deja manipular. Considero que con un poco de tiempo, con un trabajo bien pensado, evidentemente, de argumentación y de concientización eso se puede corregir. Porque el pueblo no es tan tonto, y me parece que la reorientación del Congreso de la Patria de trabajar a la base para ampliar el factor comunal, el factor participación popular esa largo y a medio plazo es la única solución. Y si se han tomado las medidas adecuadas en este sentido nunca podremos saber lo que puede resultar a corto plazo. Difícil  de prever.

[1] En este punto Francois Houtart se refiere al caso de las elecciones para escoger gobernadores en Venezuela. 




Ana Esther Ceceña

Economista mexicana, experta en geopolítica, con un doctorado en Relaciones Económicas Internacionales por la Universidad Paris I-Sorbona. Coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica.

Respuesta de Ana Esther Ceceña

(…no podemos crear algo nuevo si no rompemos con esas camisas de fuerza)

No puedo decir, qué cosa tienen que hacer los venezolanos con Venezuela. Eso no puedo decir, pero he escuchado cosas muy interesantes de parte del presidente Nicolás Maduro y de algunos de los altos funcionarios del gobierno bolivariano de Venezuela. Ellos sostienen que esto es una revolución y que la van a defender como revolución y no como una democracia burguesa.
Eso me parece algo muy esencial porque es una de las cosas que en términos generales está costando mucho trabajo en este momento histórico, un momento importantísimo, cuando el sistema está demostrando que es incapaz de mantener la cordura civilizatoria. De tal manera que lo que está costando mucho trabajo es pensar de distinto, hacer de otra forma las cosas. Entonces, ¿cómo nos salimos de lo establecido?, porque no queremos desarrollar el capital pero al mismo tiempo seguimos cumpliendo con todas las reglas del capitalismo. Eso es imposible sostenerse. O sí o no.
Uno no puede mantener una institucionalidad capitalista y pretender no estar haciendo capitalismo.  Si se quiere pensar en un proceso de salida del capitalismo, esto por supuesto toma muchísimos años, no es algo rápido. Pero si se quiere ir pensando, ir construyendo las bases para un camino distinto del capitalista es necesario ir considerando cambiar las reglas. Dejar de estar en las trampas de las reglas capitalistas. Ir construyendo las propias maneras de institucionalizar lo otro; de entender, de regular eso otro que se está creando. Hay que pensar en una institucionalidad más correspondiente con las prácticas comunales, con lo que se está haciendo en cada uno de los campos en que ustedes han ido construyendo una alternativa. Eso les permitiría decir: Ya aquí, en este terreno, no más reglas burguesas. No más las reglas impuestas por los organismos internacionales. Esta idea de la gobernabilidad global capitalista es para que siempre se mantengan las reglas de modo que el sistema siga funcionando. Pero no. En este caso no se quiere que el sistema siga funcionando, si se está creando otro sistema. Por supuesto, no podemos crear algo nuevo si no rompemos con esas camisas de fuerza.



Arantxa Tirado

Politóloga especializada en Relaciones Internacionales. Maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Colaboradora del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

Respuesta de Arantxa Tirado:

(…romper la barrera mediática de los conglomerados internacionales)

“¿Qué hacer?” es una pregunta que ha rondado a los grandes revolucionarios a lo largo de la Historia, no hay más que pensar en el célebre libro de Lenin titulado así precisamente. Responderla, por tanto, no es nada fácil. Y cuando se responde solamente desde la teoría, y no desde la praxis revolucionaria cotidiana, se puede caer en el error de estar aleccionando sin legitimidad para dar lecciones; o de proponer muy buenas ideas que, en la práctica, no pueden ser llevadas a cabo por la correlación de fuerzas existente.
Lo anterior podría parecer una reflexión innecesaria pero creo que es imprescindible para dejar claro que toda crítica, toda propuesta desde la intelectualidad, debe partir de una toma de conciencia sobre la necesidad de combinar la teoría y la praxis, una especie de filosofía de la praxis en palabras del filósofo hispano-mexicano Adolfo Sánchez Vázquez, para evitar caer en una crítica desde el mundo de las ideas que carezca del respaldo de la acción política y, por tanto, esté deslegitimada a priori.
Yendo a lo concreto, desde mi  punto de vista que es el de una persona vinculada desde hace más de catorce años con este proceso de transformación social llamado Revolución Bolivariana,del que me siento parte a pesar de no ser venezolana, me parece que la gran batalla todavía pendiente para la Revolución es la construcción de ese “hombre nuevo” (o mujer nueva) del que nos habló el Che. El trabajo ideológico, la generación y ampliación de la conciencia, creo que son elementos centrales para apuntalar todo lo que se ha conseguido ya en términos materiales para el pueblo venezolano; importantes mejoras concretas en materia de alimentación, salud, vivienda, educación, etc., tan significativas en un lapso de tiempo tan corto (recordemos que dieciséis años son pocos en términos históricos) que se ven reflejadas en los indicadores de los organismos internacionales, aunque la oposición no quiera reconocerlo.
Aunque también se ha logrado mucho en lo simbólico, en generar dignidad, conciencia revolucionaria y orgullo de clase entre los que habían sido despreciados y maltratados por los gobiernos de la IV República -unas conquistas simbólicas en las que la acción y la palabra del Presidente Chávez tuvo mucho que ver-, me parece que en los últimos años se ha producido cierto reflujo en algunos sectores que antes apoyaban el chavismo y a los que ahora les ha hecho mella la guerra económica de amplio espectro (pues sabemos que no sólo es económica) y que se ven desanimados también por la ineficiencia y corrupción en nuestras filas. Quizás en esos sectores podríamos ubicar a los dos millones de chavistas que no fueron a votar por el chavismo el 6D pero que tampoco votaron por la oposición. Son chavistas desencantados a los que hay que recuperar para las filas activas de la Revolución.
Cabe mencionar aquí, en aras de la autocrítica, que desde nuestros medios de comunicación no siempre hemos enfocado la Revolución de la mejor manera posible. A veces hemos presentado políticas tan importantes como fue “Mi casa bien equipada” como una acción asistencialista, descontextualizándola, por ejemplo, de un proceso revolucionario donde el pueblo organizado es parte activa del mismo y no parte pasiva que recibe electrodomésticos como dádivas. Éste es sólo un ejemplo pero se podrían poner más. Por tanto, la política comunicacional de los medios nacionales es uno de los elementos que deberíamos mejorar seguramente, lo cual no implica negar lo mucho que se ha avanzado en este rubro en estos años y las muchas cosas que sí se han hecho bien. Pero hemos de tratar de corregir los errores y, sobre todo, romper la barrera mediática de los conglomerados internacionales para hacer llegar la verdad de la Revolución al mundo. No es una tarea fácil pero sí necesaria para que la Revolución se blinde y se gane a esos “cómplices necesarios” para el ataque a Venezuela, de los que hablaba Pascual Serrano el otro día en el foro, que son los pueblos del mundo, a los que hemos de conquistar nosotros y no la derecha internacional. Si se logra, por ejemplo, que la opinión pública mundial asocie que el ataque a la Revolución Bolivariana proviene del hecho de que este país posee las principales reservas de petróleo del mundo, habremos conseguido que en un futuro esas personas puedan volverse a movilizar en contra de una eventual agresión contra Venezuela, como sucedió cuando EEUU y sus aliados decidieron invadir Irak unilateralmente.
Por último, me parece que la rectificación constante, como ha propuesto recientemente el Presidente Maduro basándose en las 3R y las 3R al cuadrado del Presidente Chávez, es imprescindible para tomar buena nota de lo que se ha de mejorar y cambiar lo que no funciona (y a quienes no funcionan).  Hemos de demostrar que la derecha no es la única que sabe gestionar bien, que nosotros no somos tan corruptos como ellos y que tenemos otros valores revolucionarios que se ven no sólo en los discursos sino también en la praxis. En este sentido, escuchar lo que tiene que decir el pueblo organizado a través de sus consejos comunales es crucial. Seguir trabajando en ampliar el Estado comunal y avanzar en el poder popular, base de la transformación revolucionaria, es muy importante. También, pese a las dificultades económicas innegables provocadas por la caída de los precios del petróleo, tratar de seguir profundizando en los mecanismos de concertación e integración política latinoamericano-caribeños como el ALBA-TCP para estrechar los lazos internacionales de la Revolución y fortalecer a esa Venezuela potencia que ha jugado un papel protagonista en el cambio de la geopolítica latinoamericano-caribeñade los últimos años. No hay que descuidar el frente internacional, aunque pueda parecer secundario en tiempos de graves problemas internos, pues en él puede estar la llave para evitar la agresión a la Revolución Bolivariana.





FERNANDO BUEN ABAD
Filósofo, intelectual y escritor de izquierda, militante marxista. Director de cine, egresado de la Universidad de Nueva York. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, tiene una maestría en Filosofía Política y un doctorado en Filosofía. 

La Respuesta de FERNANDO BUEN ABAD

(…por romper con la vieja historia tramposa y sucia de la democracia burguesa que genera celadas y triquiñuelas permanentemente)

Es verdad que hay riesgos de todo tipo contra Venezuela, incluyendo los de las trampas de la democracia burguesa. También es cierto, que este fue el pueblo que rescató a Hugo Chávez de un golpe de estado. También es verdad que este es el pueblo que ha hecho y propuesto una gran aventura emancipadora para América Latina, y que también es cierto nos representa, hoy por hoy, para muchos países la brújula, la guía con la que nos orientamos en duras batallas y frentes, con sus tropiezos, con sus frentes, con sus errores, pero también necesariamente con todos sus aciertos. Venezuela revolucionaria marca hoy la vanguardia, la punta de lanza, el camino por donde hay que ir. Creo que Venezuela ha aprendido mucho en estos últimos meses, que ha podido darse el tiempo en medio de las muchas adversidades, en medio de la derrota incluso, el tiempo de pensar autocríticamente. Que hay un sector muy grande de este país que está articulando hoy la idea de que, o caminamos unidos y hablando muy crudamente, como tiene que hablarse la realidad o vamos camino de un abismo, del cual el retorno tendría que ser muy, pero muy difícil. Es la hora de que Venezuela vuelva a discutir su propio proceso revolucionario, que le vuelva a poner el nombre que deben tener cada una de las cosas que está haciendo. Que ahí, donde falta estudio deben darse los espacios para la formación política, para que todo el mundo sea un cuadro, para que entienda la historia del mundo, que entienda la problemática internacional y que entienda cómo esto está influyendo profundamente sobre su país. Pero también, cómo desde dentro desarrollar las fuerzas, ascender en las nuevas formas de democracia, empezando por romper con la vieja historia tramposa y sucia de la democracia burguesa que genera celadas y triquiñuelas permanentemente. Esta concepción de las democracias burguesas de que hay que estar compitiendo entre nosotros mismos para ver quién tiene la mejor oferta es una concepción meramente mercantil del voto. Ha convertido al voto en un capricho de imagen de mercadotecnia, que ha convertido la participación y la libertad de elección en un condicionamiento de chantajes. Eso tiene que discutirse a fondo.
Hoy tiene Venezuela elementos suficientes, posibilidades enormes de que ese debate se convierta en una práctica política superadora. Estoy absolutamente convencido porque tengo una gran confianza en este pueblo, repito, que salió a la calle y rescató a su presidente de un golpe de estado, en apenas unas horas. Es capaz de esta clase de acciones este pueblo, y uno está obligado a confiar en que ese espíritu se mantenga vivo y fuerte. Y que sea capaz de reconstruir su estructura democrática abriendo el debate desde abajo. Sabiendo que los nuevos liderazgos que tienen que crecer deben romper con toda forma de paternalismo, con toda forma de individualismo y con toda forma de sectarismo. Estos son grandes vicios que los proceso democráticos, incluso los de la izquierda, han venido arrastrando como formas especificas de la dominación ideológica burguesa. Y que además las hemos reproducido nosotros al interior de las estructuras políticas. Si olvidar que hay que darle su lugar al partido como una herramienta. El partido sigue siendo una herramienta que permite educar a los cuadros, que permite construir liderazgos. Que permite darle orientación y sentido a un programa, como es el programa de la Patria, que es la columna vertebral del Partido Socialista de Venezuela. Pero eso no impide que el partido comprenda y trabaje de la mano, como por ejemplo, con fuerzas amplias como el Polo Patriótico, porque el gran objetivo de un proceso revolucionario no es excluir, sino incluir. Que la tarea es multiplicar, no restar. Que esa es la enseñanza de un sectarismo que nos produjo retrasos, atascos, y que tenemos que ser capaces de limpiar todas las estructuras políticas que tenemos incluida la del gobierno, a todo reformismo. Venezuela está en posición de abrir este debate nacional. Yo oigo esto cuando está en pleno desarrollo un Congreso de la Patria en el que se está discutiendo no solamente el mundo, Venezuela, el futuro. Y de ahí con qué herramientas se construye en lo concreto, y una de ellas es la herramienta de la batalla de las ideas. Esta es la batalla en la que más atrasados venimos. Recordaba siempre el presidente Chávez el pasaje de Víctor Hugo de un hombre agonizante que le dice a otro: Mira que cambiamos las estructuras políticas, mira que cambiamos a los tipos en los cargos, mira que cambiamos a los que tenían una eternidad controlando el poder, cambiamos esto y lo otro, pero… ¡NO CAMBIAMOS LA IDEAS!. Que entonces no cambiamos nada. Y es perfectamente posible que un proceso revolucionario que no cuida la revolución de las ideas esté alimentando justamente el veneno con el que el enemigo vendrá a sacrificarla. Entonces es perfectamente posible que el enemigo te robe tus propias ideas y que con ellas te clave. Es perfectamente posible que ahora ellos se levanten hablando de chavismo y de revolución y de cambios y de que con eso que forma un momento de inspiración histórica vengan y te sepulten. Como ha venido pasando. La batalla de las ideas hoy es crucial. Así como crucial es la gran revolución cultural que necesita Venezuela. Necesita romper con la lógica, con la moral, con la ética y con la estética del país consumidor y vendedor de petróleo. Esta cosa del rentismo ha hecho daño hasta en las tradiciones familiares más añejas. Ha formado familias, nietos, biznietos, padrinos, compadres, con la lógica de que aquí se vive de consumir el producto que el gobierno vende. Cuando lo que se trata es de constituirse en gobierno y cambiar esas estructuras mentales, políticas, ideológicas. Entonces estamos ante esa oportunidad. Yo creo que en ningún otro lugar, hoy, Venezuela tiene la mesa servida. Este pueblo no se va a ausentar de este compromiso, y estoy convencido de que en la médula de esto está la discusión de cómo salir del capitalismo. Cómo destruir el capitalismo y a la vez la ideología de la clase dominante. De todo este debate y de toda esta acción deberá surgir un nuevo modelo de pensamiento de hermandad, de justicia, de equidad.





Telémaco Talavera

Rector de la Universidad Nacional Agraria de Nicaragua;  Presidente del Consejo Nacional de Universidades;  Ministro Asesor del Presidente de la República de Nicaragua para todos los temas del Gabinete de Gobierno.

Respuesta de TELEMACO Talavera Siles

(…Hay una guerra declarada de las oligarquías, el neocolonialismo y el imperialismo contra todos los pueblos de América Latina)

Fundamentalmente, hay que fortalecer la unidad del pueblo desde la base. Aquí el Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, tiene que trabajar bajo una lógica de inclusión, y volver a posesionar al pueblo en el sentido de que los gobiernos neoliberales lo que van a hacer es menoscabar las conquistas sociales, y a que vuelva a crecer la brecha entre una minoría oligarca (que acapara, que menosprecia al pueblo), y los intereses del pueblo quienes han estado siendo restituidos y extendidos por la revolución bolivariana, con el comandante Chávez a la cabeza. Es una lucha dura, que tiene que hacerse casa a casa, comunidad a comunidad, sector por sector. Porque precisamente, la táctica y la estrategia que utiliza la derecha está diseñada a nivel internacional y logra penetrar todos esos niveles. No es casual nada lo que sucede, porque el imperialismo maneja grandes recursos, así como la propia oligarquía local. Y éstos lo que persiguen es hacer prevalecer un modelo de beneficios para pocos en contra de las grandes mayorías. Lógicamente también en este sentido, seguir fortaleciendo la unidad y la hermandad de los pueblos. Porque en este momento, Venezuela es el epicentro de la lucha revolucionaria, y por tanto es también el centro del ataque para destruirla, y con las terribles consecuencias que eso tendría. Entonces, esto significa que esta lucha coloca en la encrucijada no sólo a Venezuela sino a América Latina y el Caribe. De tal modo que no es casual lo que ha pasado en Argentina, lo que está pasando en Brasil, lo que sucede en Bolivia, lo que podría pasar incluso en la propio Nicaragua. De alguna manera allá estamos siendo acechados, aunque tenemos una solidez muy fuerte.
Hay una guerra declarada de las oligarquías, el neocolonialismo y el imperialismo contra todos los pueblos de América Latina, del Caribe, del mundo entero. Y ante esta guerra hay que fortalecer el trabajo desde la base, entendiendo, que el mundo que ha prevalecido con el capitalismo y las políticas neoliberales han marginado a las inmensas mayorías. Y que las revoluciones son restitución de derechos, están para convertir al pueblo en protagonista de su propio bienestar, de su propia transformación. Este trabajo desde la base debe perseguir trabajar con conciencia y sobre todo creando conciencia. Eso es vital. También es vital el liderazgo nacional, el liderazgo desde cada comunidad, desde cada sector. No se puede confiar, o no nos debemos conformar con los macro líderes, con los llamados máximos líderes. Las líneas fundamentales ya fueron trazadas desde los próceres como Bolívar. Lógicamente, debemos retomar con entereza en los tiempos actuales, las ideas y proyectos del Comandante Chávez, y hoy puestos de relieve por el Presidente Nicolás Maduro. Pero será el liderazgo del propio pueblo y de sus líderes naturales los que resistirán y se mantendrán al frente como decíamos nosotros los sandinistas cuando hablábamos de esa guerra popular prolongada. En estos tiempos ya no será la guerra armada sino la guerra ideológica, la guerra comunicacional, la guerra económica, la guerra social, la guerra cultura, y que éstas se sostengan día a día, minuto a minuto. Está clarísimo, que a ese pueblo mismo al que intentan engañar, si se trabaja de esa manera, lograremos que se dé cuenta de que el capitalismo y las políticas neoliberales jamás buscarán favorecerlo, sino que por el contrario perseguirán instrumentalizarlo en función de las minorías oligarcas y los intereses transnacionales manejados por el imperialismo.

José Sant Roz


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