Óptica Socialista
Opinión
Son los dos ex presidentes mejor valorados de Argentina y Brasil,
algo que quedó demostrado, más allá de las encuestas, en las recientes
movilizaciones que convocaron en las últimas semanas. Tienen una base
electoral y social nada despreciable tras su salida de la Rosada y
Planalto. Y comparten algo más: sufren a esta hora el embate de un
sector del poder judicial de ambos países, en momentos de creciente
conflictividad social y política en todo el continente. ¿Qué rol cumplen
CFK y Lula da Silva en el actual contexto regional? ¿Por qué sus
recientes retornos inquietan a algunos sectores?
Bonadío lo hizo: Cristina volvió a la política grande de Argentina el pasado 13 de abril, cuando habló ante
una multitud que la esperaba en Comodoro Py. Allí formuló su idea de
"frente ciudadano": un paraguas que defienda los derechos sociales y
políticos adquiridos en los últimos años, frente al avance del gobierno
de Macri en
esas áreas. Luego realizó la misma convocatoria frente a representantes
sindicales, de organizaciones sociales y políticas, artistas,
científicos e intelectuales. La propuesta deviene de una lectura
concreta de la realidad. El desgaste repentino del gobierno de Macri a
raíz de las medidas ortodoxas en materia económica, desaconsejadas por
Jaime Durán Barba, intenta ser recuperado a través de una feroz
embestida contra el kirchnerismo, algo que también había pedido
descartar el gurú ecuatoriano. Con su shock económico Macri ha logrado
la rápida unidad de las cinco centrales sindicales (las tres CGT y las
dos CTA) frente al gobierno en curso, apenas 120 días después de su
arribo, lo que refuerza la hipótesis de CFK de unidades sectoriales para
la nueva etapa. A contrapelo de lo que formulan ahora los apologistas
del relato MM, el problema del gobierno PRO no es su comunicación, sino
su política. La "nueva derecha" argentina, tan preocupada por sus formas
en la previa al poder, despilfarró velozmente su crédito inicial,
mostrándose más derecha que nueva en pocos meses.
En el caso de Lula, la situación es más compleja porque se cruza con el intento de "golpe institucional" que a esta hora tiene lugar en Brasil contra Dilma Rousseff,
aún en el gobierno tras las elecciones de 2014, donde 54 millones de
brasileros y brasileras apoyaron por cuarta vez consecutiva al PT. Sin
embargo se puede hablar de un retorno del ex metalúrgico por dos
factores. En primer lugar, Lula es el único gran articulador posible de
un conjunto de organizaciones sociales y políticas -incluso de las que
criticaron la política económica de Dilma durante 2015, cuando Levy
llevó adelante un ajuste fiscal de dimensiones-. En segundo lugar, Lula
encabeza las encuestas rumbo a las próximas elecciones presidenciales,
ya sea que las mismas se desarrollen en 2018 o previamente -escenario
que no hay que descartar si el impeachment avanza, tal como Dilma
manifestó en Nueva York-. Pero Lula cuenta con un plus adicional: fue el
presidente que sacó a 28 millones de brasileros de la pobreza,
experiencia de memoria corta significativa frente a los "sacrificios"
que Michel Temer ya promete en un audio viral que sacude a Brasil.
Frente
a CFK y Lula, aparecen políticos que están en las antípodas de su
capacidad de movilización: mientras Macri rehúye a los actos públicos
por temor a escraches y desciende paulatinamente en encuestas, el propio
Temer es visto como una solución para apenas un 8% de los brasileros,
según un reciente sondeo de Ibope. "Viviremos momentos de mucho combate
democrático. No es posible aceptar que un canal de TV o un diario
gobierne el país" advirtió Lula en la reunión de la Alianza Progresista,
luego de recordar su papel durante los 21 años de lucha contra la
dictadura brasilera. El petista pone el dedo en la llaga sobre un
verdadero drama: la desmonopolización mediática no efectivizada y los
desequilibrios democráticos que esto aún sigue generando. La prueba más
concreta de esto la da el propio Brasil: mientras Globo, Folha y Estadao
insisten en que se trata de un juicio político tradicional, la prensa
internacional advierte que no hay elementos para apartar a Rousseff.
La idea de "frente ciudadano" de CFK y el conglomerado anti-impeachment
en Brasil, -denominado Frente Brasil Popular y compuesto por el PT, la
CUT, el MST y otros actores- remite a un nuevo momento de disputa
regional contra los actores del "poder real". Ambos espacios,
movimentistas, partirían de una idea central: no perder lo avanzado
durante los gobiernos posneoliberales, ser diques de contención frente a
la restauración conservadora en curso. Su efectividad se medirá a corto
plazo: en la capacidad de confrontar el golpe institucional en
Brasil y en la posibilidad de articular las demandas sectoriales en las
elecciones intermedias de 2017 en Argentina, con vistas a un hipotético
retorno en 2019. Pero los dos frentes cuentan con un plus invalorable:
los liderazgos, sobrevivientes al embate de medios concentrados,
sectores del poder judicial y grandes empresarios. Hay una certeza:
están de vuelta. Y si bien se trata de ver si a futuro alcanza, para el
actual momento no es poco.
Por. Juan Manuel Karg
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