domingo, 24 de septiembre de 2017

Crónica del viaje de billetes venezolanos a Maicao

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Óptica Socialista
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El viacrucis de conseguir billetes en Maracaibo cada día es peor. En el banco solo entregan máximo 10 mil bolívares, ya ni los “avances” tienen liquidez para la demanda. ¿Dónde están? “En Maicao”, resuelven una asidua cliente del terminal de pasajeros de los carritos por puestos via a Paraguachón.

El paisaje a Maicao cuesta 60 mil bolívares y no aceptan transferencia, con un viaje ganan 300 mil bolívares, que al llegar a La Raya se transforman en 40 mil pesos, lo que cuesta el boleto del bus con destino a Cartagena de Indias en un trayecto de nueve horas.

“Esos 300 mil bolívares no te alcanzan para hacer el mercado de un mes en Venezuela”, revela el chofer, pero si los lleva a pesos puede resolver decentemente la alacena de su casa. Así como él, otros están en la misma dinámica de revalorizar los bolívares.

Cada día en la frontera no hay viajeros, hay emprendedores del “billete” porque “prefieren llevar sus ahorros a pesos, a que se le sigan devaluando en Venezuela”, explica el chofer entre una de las razones para ir cargados de billetes.

“El problema es que los billetes se quedan de aquel lado”, retoma su tesis la señora que se embarcó en el terminal de Maracaibo y sufre por tener efectivo.

Efectivamente, la historia ha cambiado. Antes, en los 130 kilómetros de trayecto de Maracaibo a Maicao solo se exhibía gasolina. “Ya no se ven tantos puestos, es más rentable el billete”, insiste la usuaria y aprovecha para denunciar la contaminación que aceleraron los “bachaqueros” a la laguna de Sinamaica.

Al menos 10 alcabalas empiezan a aparecer desde el cruce que divide la carretera para ir a El Moján o Sinamaica. En ese instante, los pasajeros van contando cómo hicieron para conseguir el dinero para su viaje.

“Durante todo agosto tuve que usar la tarjeta de todos en mi casa la y raspé con quienes hacen avances por menos del 15% de ganancias. Fue eterno reunir dos millones de bolívares”, revela una chica de 23 años.

En su expedición descubrió que hay locales en el centro de Maracaibo que realizan “avances” solo para los buhoneros, incluso ellos tienen prioridad. Es decir, que tratan de quedarse con el efectivo para enviarlos a Colombia.

“Cada día era un calvario en la búsqueda de los billetes para pagar solo el pasaje a Maicao, más el bus a Bogotá (21 horas) y dos días de estadía y comida en Bogotá. El resto ya estaba pago. Los reuní y cuando me doy cuenta, necesitaba tres maletas”.

Las carcajadas retumban en el carrito. En el camino una chirrinchera lanza una lluvia de billetes de 10 bolívares. El chofer cuenta que eso es frecuente. “Esas unidades salen de la bomba Caribe, al norte de Maracaibo y si un pasajero paga con billetes de 10 o de 20 bolívares los lanzan por alguna comunidad. Ya he visto esto varias veces”. Enseguida los niños que juegan con cauchos en la vía saltaban para atrapar los billetes.

En el paso por Los Filúos, en el municipio Guajira, al norte del estado Zulia, el chofer advierte a las mujeres que bajen la cartera. Ya queda poco para llegar a La Raya, anuncia. “Hemos tenido suerte, no han molestado en las primera alcabalas, pero vienen las más duras”, suelta el chofer. Efectivamente las tres últimas antes de llegar a inmigración hay cola de pasajeros esperando la revisión a profundidad. La espera puede ser entre 15 a 30 minutos, dependiendo de lo que lleve el pasajero, especialmente si son productos.

“¿Cómo pueden controlar la cantidad de dinero?”, pregunta un pasajero que va a Chile y tiene que tomar un vuelo en Cartagena. No hay respuesta certera. El chofer lanza una al aire: “Aquí todo se negocia”.

Mientras avanza la cola, hay una caravana de camiones de mudanzas y otros que transportan frutas y hasta bloques. En la revisión de maletas van saliendo la pacas de billetes de 100.
Los pasajeros no los ocultan. Cada quien tiene su justificación si llegara el interrogatorio. En el carrito cada uno hizo su confesión. Dos señoras, hermanas, van de paseo a visitar a familiares, y son viajeras frecuentes. En este tiempo hacen una radiografía de la moneda venezolana.

“Antes, en La Raya solo querían el billete de 100 bolívares, ahora te lo aceptan por 80 bolívares, se pierden 20 bolívares. Es insólito. Imagínate, si ya tú pagaste en Maracaibo 20% más del valor a un raspador de “avances” y llegas aquí y le restan el 20%, es pérdida traer billetes de 100”.

Apenas se pisa La Raya, las mesas de cambio se adueñan de los escasos 500 metros que separan la inmigración de Venezuela de la de Colombia en Paraguachón. En los carteles todos tienen solo el número 0,2. Allí se ha mantenido mientras el dólar en el mercado negro fluctúa en los 20 mil bolívares.

“Los que traen los billetes nuevos son los pasajeros de Caracas y Valencia”, le echan en cara a la chica que negocia que le cambien los dos millones de bolívares que tiene en billetes de 100.
El chofer le sugiere que mejor lo haga en el terminal de Maicao con gente que él conoce porque en esas mesas no es seguro. Los de los puestos ofrecen el 0,22. No más. Y le susurran a la chica que no lo haga con el chofer porque a él le queda ganancias del cambio. La usuaria no quiere correr el riesgo de que la engañen y menos que le arrebaten la maleta con los billetes. Es lo único que la acompaña para su travesía hasta Bogotá. “La verdad, no es mucho dinero en pesos”.

La travesía del billete no termina allí y nace el misterio de su destino. El administrador de la casa de cambio El Salchi, en Maicao, lamenta la situación económica de Venezuela, mientras se sienta en su escritorio y apila los billetes nuevos y los viejos. Él los cambia por igual, no le resta valor al billete de 100. “Tengo 30 años en esto, me da mucha pena por lo que están pasando. Cada historia que me llega acá, y ver que el patrimonio monetario no es real. La frustración de los venezolanos por su moneda es terrible. Nadie quiere bolívares a la vuelta. De todos los que cambian, ni el 5% los veo por acá regresando pesos por bolívares”.

Esta misma situación se repite en la frontera de Colombia en Táchira y Apure; incluso llega a Brasil por el sur del país. El lunes 14 de marzo la policía brasileña decomisó 40 millones de bolívares en una favela de Rio de Janeiro. Así que no es de extrañar leer noticias del secuestro de los bolívares en la Región.

Fuente: teleSur/24/09/17
Compilador. William Castillo Pérez

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