domingo, 19 de agosto de 2018

Artículo de opinión ANALISTAS RÁPIDOS Y FURIOSOS SIN CONTROL DECRETARON EN MILISEGUNDOS EL FRACASO DEL PLAN ECONÓMICO . Por Clodovaldo Hernández


Óptica Socialista
Noticias nacionales
Aunque no uso, figuradamente me quito el sombrero ante la sapiencia de cinco conocidos míos, proclamados expertos en economía, pues no solo entendieron a cabalidad en tiempo real (como se dice) todo lo que anunció el presidente Nicolás Maduro, sino que también sentenciaron, de inmediato, que es un programa destinado al más contundente fracaso.
En épocas no tan remotas, este tipo de genios se tomaba al menos unas horas y hasta un día o dos para reaccionar, pero desde que se masificaron las redes sociales, el comentario sabihondo tarda apenas milisegundos. No había terminado de pronunciar Maduro la última palabra de alguna de sus revelaciones cuando ya estos cinco analistas rápidos y furiosos sin control habían emitido un dictamen. ¡Qué arrechos!
Yo, pobre ser analógico, estaba todavía tratando de calcular mentalmente cuánto por ciento era el aumento del salario mínimo o por qué era equivalente a medio petro, y ya estos tipos y tipas habían hecho un análisis actuarial estratificado con variable modificadora de efecto, tras el cual –también ipso facto- habían concluido que la nueva estrategia será una gran torta.
Este hecho en sí mismo (quiero decir, la velocidad de respuesta) es una muestra de cierta petulancia. ¿O serán ideas mías? Vamos a ver: si usted se considera en capacidad de desahuciar una medida que apenas está conociendo, apenas sale de la boca del presidente, debe tener un alto concepto de su propia calificación. Dicho en forma sencilla: es casi seguro que se considere a sí mismo el papá (o la mamá) de los helados.

Igual que echar piques en la autopista, esa rapidez en el análisis luce, al menos, algo imprudente. No pocas veces se acusa a los funcionarios de tomar medidas improvisadamente y se les cataloga de irresponsables porque se sabe que la improvisación es mala consejera. Pero, por aquello de la salsa del pavo y la pava, ¿no debería considerarse perversa también la improvisación en los juicios que se formulan acerca de una política? ¿No sería justo tomarse al menos unas pocas horas para analizar el conjunto de medidas?

Algunos expertos de verdad-verdad, justo es reconocerlo, sí se tomaron su tiempo. Pidieron taima porque el asunto lo ameritaba. Bien por ellos, aunque claro que quedaron descalificados en la frenética carrera de los trending topics, las tendencias y las etiquetas.
En el caso de estos cinco magníficos, además de la arrogancia implícita en la rapidez del análisis, lo que acentúa el sabor presuntuoso de sus opiniones es el tonito de superioridad académica que los caracteriza. Detrás de sus cáusticos tuits yace la idea de ¡esto va a fracasar porque no hicieron lo que yo digo ni como yo digo que se debe hacer!

En las tramoyas de esas palabras tecnocráticas se oculta algo tan carnal como el deseo. Mis cinco fantásticos (y los otros opinadores que se parecen a ellos) simplemente ansían rabiosamente que estas medidas o cualquiera que tome el gobierno terminen en la frustración y en la derrota. Lo contrario, aunque sea bueno para el país, resultaría peligrosísimo para ellos. Es, en suma, el pronóstico fatal como mero deseo de quien lo emite.
En la calle real (no en la virtual) me topé con un amigo (verdadero, no de la red social) y comentamos acerca de las medidas gubernamentales y de las respuestas ultraveloces de los expertos pedantes. ¿Cómo lo hacen?, le pregunté al amigo, que también tiene conocidos rápidos y furiosos en el análisis económico-político. Y él, que es un sabio humilde, me ofreció una hipótesis muy sostenible: “No es que sepan mucho. Es que creen fielmente en una receta, la del neoliberalismo tutelado por el Fondo Monetario y gobernada por el dios Dólar… Cualquier idea que se salga de eso, ellos no necesitan en verdad analizarla para decir que está destinada al fracaso”.

Clodovaldo Hernández
Tomado de LaIguana
(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)

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