Óptica
Socialista
Opinión
Usted cree conocer a fondo el escándalo de las «caricaturas de Mahoma»
y piensa haber formado su propia opinión con pleno conocimiento del
asunto. El hecho es que usted ignora la realidad sobre esa importante
operación de propaganda tendiente a promover la «guerra de civilizaciones»,
empezando por el hecho que ninguna de esas caricaturas representa a
Mahoma. Thierry Meyssan analiza aquí los lazos que vinculan a los
diferentes protagonistas con la administración Bush y el método
utilizado para envenenar el debate público, tanto en Oriente como en
Occidente.
En la foto arriba, Philippe Val, jefe de redacción de la controvertida revista satírica francesa Charlie Hebdo, que durante mucho tiempo ha logrado fabricarse una imagen de publicación progresista y de izquierda. Pero, según serias investigaciones,
resulta más bien lo contrario. Para algunos esta publicación es un
aliado estratégico a la prensa oficialista y neoliberal, para otros un
aliado de los círculos de poder atlantistas.
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El 7 de febrero de 2007 comenzó en París el juicio contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo por el llamado escándalo de las «caricaturas de Mahoma». En plena campaña electoral presidencial, importantes personalidades comparecieron para ofrecer su testimonio a favor «del laicismo y de la libertad de expresión».
La prensa y los dirigentes políticos son casi unánimes. Marcando la pauta en su editorial, el diario atlantista Le Monde escribe: «El juicio contra Charlie Hebdo pertenece
a otra era, a otra época. Aunque no fue este el argumento presentado
por la parte acusadora, hay que recordar que lo que desencadenó la
polémica fue la representación [gráfica] del profeta Mahoma, que, para
el Islam, constituye una blasfemia. Estamos por tanto ante una querella
oscurantista» [1].
Sin prestar oídos a la queja de los reclamantes, y sin esperar por el
veredicto del tribunal, la palabra pública equipara las asociaciones de
musulmanes con grupos oscurantistas, incompatibles con la República laica y moderna.
En nombre del laicismo se estigmatiza a los fieles de una gran
religión. Esta paradoja debe ser para nosotros una señal de alerta: en nombre del laicismo, se nos empuja a perder el sentido de la tolerancia. Tenemos que razonar antes de dejar que nos empujen a la «guerra de civilizaciones» [2].
El laicismo, cuando es verdadero, es hijo de la Razón. Dediquemos un
poco de tiempo al análisis del origen y de las consecuencias de este
conflicto. Veremos entonces que todo fue cuidadosamente organizado. A
pesar de las apariencias, quienes publicaron las caricaturas y quienes
organizaron las manifestaciones en el mundo musulmán en realidad no son
adversarios. Todos actúan de forma organizada y con el objetivo de
enemistarnos.
Las apariencias
En septiembre del año 2005, la prensa danesa reporta que un autor de
literatura para niños trata infructuosamente de encontrar un ilustrador
para un volumen sobre Mahoma ya que los ilustradores tienen miedo de
criticar el Islam. En reacción, el redactor jefe del más importante
diario danés lanza un concurso de ilustradores dentro de su publicación.
Muy pronto, se publican 12 caricaturas.
En noviembre, la Sociedad Islámica de Dinamarca,
estimándose insultada, exige excusas y organiza una manifestación ante
las oficinas del diario. Las partes endurecen sus posiciones y varios
periodistas declaran haber recibido amenazas de muerte. Una delegación
de la Sociedad Islámica de Dinamarca redacta un informe sobre el caso y
lanza un llamado de alerta a la Liga Árabe y a la Organización de la
Conferencia Islámica. Once embajadores acreditados en Copenhague piden
una reunión con el primer ministro danés con vistas a resolver
la naciente crisis, pero el primer ministro argumenta que él no tiene
autoridad sobre la prensa y no acepta el encuentro.
La prensa reporta en noviembre que un partido político paquistaní
ofrece una recompensa a quien asesine a uno de los dibujantes. El primer
ministro danés condena la iniciativa pero pronto se sabe que la noticia
era falsa.
En diciembre, la reunión cumbre de la Conferencia Islámica, y más
tarde la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe,
aborda el asunto. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas
abre una investigación sobre el racismo en la prensa danesa. El consejo
de ministros del Consejo de Europa toma nota de la actitud dilatoria
del gobierno danés sobre el asunto señalando que no se trata de una
cuestión ligada a la libertad de prensa sino de un problema de racismo.
En enero de 2006, el primer ministro danés insiste, en su mensaje de
año nuevo, en su preocupación por la libertad de expresión. El fiscal de
Viborg anuncia el sobreseimiento de la denuncia por blasfemia e
incitación al odio presentada por las organizaciones musulmanas.
En febrero, numerosas manifestaciones contra las representaciones y
los intereses daneses tienen lugar a través del mundo. Se producen
quemas de banderas y embajadas así como un boicot contra productos
daneses. La condena del mundo musulmán se extiende a Francia, donde un
diario publicó las caricaturas, y más tarde a toda Europa, que parece
ser cómplice.
En París, las caricaturas aparecen publicadas en France Soir y, más tarde, en Charlie Hebdo
lo cual da lugar a una denuncia penal por parte de la Gran Mezquita de
París (GMP) y de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF).
Mientras que la clase dirigente cierra filas con estas publicaciones,
el presidente francés Jacques Chirac recibe a los denunciantes en el palacio del Elíseo y recuerda que la libertad de expresión constituye una responsabilidad.
Las contradicciones
Hasta aquí parece tratarse de una historia simple en la que
la sucesión de hechos parece coherente. Hay, sin embargo, una serie de
detalles que suenan falso.
Si el redactor jefe de un importante diario danés estaba tan
preocupado por la imposibilidad de encontrar un ilustrador para un libro
destinado a los niños, ¿cómo fue que acabó publicando una serie de
caricaturas que no tienen nada que ver con ningún tipo de literatura
infantil?
El Jyllands-Posten
es el diario de más amplia difusión en Dinamarca. Posicionado a la
derecha, el diario realiza desde hace 3 años una violenta campaña contra
los inmigrantes. En el marco de esta campaña ha publicado
constantemente artículos y editoriales en los que insinúa que el Islam
es incompatible con la democracia y que es imposible que los musulmanes
se integren a la sociedad danesa. El objetivo de esa intensa campaña es
apoyar la reelección de la coalición gubernamental de Anders Fogh
Rasmussen. En 3 años, el Jyllands-Posten inundó Dinamarca con su retórica islamófoba, de la que el propio primer ministro se ha convertido en vocero.
La coalición liberal conservadora sacó del poder a los
socialdemócratas, quienes habían dominado el escenario político durante
80 años. También llevó al país a cuestionar el Estado-providencia y a
lanzarse en una desenfrenada política de privatizaciones y de
desregulación. Siguiendo una técnica electoral clásica, ante una
población que acepta difícilmente estos bruscos cambios, Anders Fogh
Rasmussen ha tratado de evitar el debate sobre las cuestiones sociales
mediante la búsqueda de chivos expiatorios: los extranjeros.
- El local de la revista Charlie Hebdo en París protegido por la policía.
El Consejo de la Prensa de Dinamarca ya había amonestado al Jyllands-Posten,
en marzo de 2002, por violación de la deontología periodística cuando
el diario subrayó de forma injustificada el origen étnico de personas
implicadas en un caso criminal. En aquel entonces, el primer ministro no
vaciló en aprovechar la ocasión para apoyar a este diario afirmando que
el sector periodístico cedía a la corriente de lo políticamente
correcto.
La violencia del Jyllands-Posten también había sido señalada en el informe sobre el caso de Dinamarca que presentara el European Network Against Racism, la federación de asociaciones antirracistas europeas [3]. El informe describía al Jyllands-Posten
como una publicación de extrema derecha. Este observatorio antirracista
de la prensa europea realizó un análisis del contenido de los
materiales publicados en ese periódico en el transcurso de 3 meses.
Señaló que el 53% de las crónicas, el 55% de los artículos, el 70% de
las noticias cortas, el 73% de las tribunas libres, el 79% de los
editoriales y el 81% de las cartas de los lectores sobre las minorías
extranjeras presentan a estas últimas de forma negativa.
En otras palabras, el Jyllands-Posten no publicó las
caricaturas para liberar a los ilustradores daneses de una autocensura
sino en el marco de una gran campaña de incitación al odio.
Segunda incoherencia:
¿Por qué dibujos cuyo objetivo es ridiculizar una religión tratan de hacerlo vinculándola al terrorismo?
¿Por qué dibujos cuyo objetivo es ridiculizar una religión tratan de hacerlo vinculándola al terrorismo?
El concurso de caricaturas fue iniciativa del responsable del suplemento cultural dominical del diario, Fleming Rose. Este último se define a sí mismo como «judío sionista» y no se inmuta en lo más mínimo cuando se le señala que durante los años 1930-40 el Jyllands-Posten
fue partidario del fascismo y del nazismo. Al recibir amenazas de
muerte, luego de la publicación de las caricaturas, Fleming Rose
prefirió buscar refugio en Estados Unidos, a pesar de la protección de
la policía danesa.
Fleming Rose es amigo del teórico de la islamofobia Daniel Pipes [4]. En un artículo fechado el 29 de octubre de 2004, Rose cuenta sus conversaciones con Pipes y apoya las tesis de este último. «Pipes
está sorprendido de que no haya en Europa una alarma más acentuada ante
el desafío que representa el Islam en el contexto de la caída del
índice de fecundidad y del debilitamiento de la identidad histórica y
cultural», escribe Rose en ese artículo.
Daniel Pipes es el autor de esta célebre fórmula: «Todos los musulmanes no son terroristas, pero todos los terroristas son musulmanes
». Partiendo de esa base, Pipes aconseja una vigilancia policíaca
sistemática sobre todos los musulmanes en Estados Unidos y en Europa.
Los dibujos publicados por Fleming Rose van más lejos aún: insinúan que
todos los musulmanes son potencialmente terroristas.
La directora del Jyllands-Posten, Merete Eldrup, está casada con Anders Eldrup, director de la compañía nacional de hidrocarburos, la Danish Oil and Natural Gas
(DONG). Desde hace 5 años, o sea desde la llegada de la coalición
liberal conservadora al poder, Anders Eldrup y el primer ministro
participan en las reuniones anuales del Grupo de Bilderberg. Este club, extremadamente cerrado, es una emanación de la OTAN y es esta última quien se encarga de invitar, poner a prueba y aprobar a los mensajeros de Estados Unidos en Europa.
Desde la primera guerra del Golfo, en 1991, y más aún desde los
atentados de septiembre de 2001, los servicios de la OTAN desarrollan
estudios sobre el tema del enemigo interno. Los suburbios islamizados de
Europa son considerados madrigueras de terroristas. Inmersos en esa
atmósfera, Fleming Rose y Merete Eldrup sólo ven a los musulmanes como
potenciales terroristas.
Tercera incoherencia:
¿Por qué el primer ministro danés desechó la mediación cuando esta aún era posible?
¿Por qué el primer ministro danés desechó la mediación cuando esta aún era posible?
Anders Fogh Rasmussen no sólo es el autor de Fra socialstat til minimalstat
(Del Estado socialista al Estado mínimo). Es también el hijo espiritual
de Uffe Ellemann-Jensen, ex presidente de su partido. Este último fue
durante mucho tiempo el hombre de Washington en Dinamarca. Ministro de
Relaciones Exteriores y viceprimer ministro desde 1982 hasta 1993,
elaboró la doctrina que lleva su nombre y según la cual un pequeño
Estado como Dinamarca puede desempeñar un papel importante en el
escenario internacional, abriéndole la puerta a Estados Unidos. En 1991,
logró convencer a la muy reticente opinión pública danesa de participar
en la guerra del Golfo.
También reconoció, antes que cualquier otro país, la independencia de
los Estados del Báltico, provocando así el desmembramiento de la Unión
Soviética ante la onda expansiva de la explosión del bloque del este. En
1995, se postuló para el puesto de secretario general de la OTAN pero
encontró la rotunda oposición del presidente francés Jacques Chirac,
quien señaló el total alineamiento de Ellemann-Jensen con la política de
Washington. Uffe Ellemann-Jensen, quien ya no está oficialmente
vinculado al gobierno, se pronunció contra las caricaturas.
Anders Fogh Rasmussen aplica la «doctrina Ellemann-Jensen», tendiente a servir de caballo de Troya de Estados Unidos
en Europa. Así que, cuando ejerció la presidencia rotativa de la Unión
Europea durante el segundo semestre del año 2002, fue él quien preparó
les acuerdos secretos entre la Unión Europea y Estados Unidos en el
marco de la Nueva Agenda Transatlántica, acuerdos que fueron firmados el
22 de enero de 2003 y que autorizaron el secuestro, la detención y la
tortura por la CIA y el MI6 de sospechosos en cualquier lugar de la Unión Europea [5].
Según un informe del Consejo de Europa, la práctica de secuestros,
detenciones y torturas se ha desarrollado considerablemente. Más de un
centenar de víctimas han sido identificadas. Se trata exclusivamente de
musulmanes.
Mientras tanto, Rasmussen publica en el diario londinense The Times una tribuna libre que firma junto a otros 7 jefes de gobiernos europeos para tratar de enrolar a la Unión Europea en la guerra de Irak [6].
En definitiva, Rasmussen acabará enviando a Irak más de 500 hombres,
estacionados en Camp Denevang, cerca de Basora. Al confirmarse que Irak
no disponía de armas de destrucción masiva, una comisión investigadora
del parlamento danés comprueba que –al igual que George W. Bush y Tony
Blair– Anders Fogh Rasmussen mintió de forma intencional a sus
conciudadanos para empujarlos a entrar en la guerra.
No sólo el primer ministro danés no tenía la más mínimas ganas de
aplacar la crisis de las caricaturas sino que esta última sirve a sus
objetivos políticos en la medida en que profundiza la separación entre
las civilizaciones. La tensión fortalece su posición en el ámbito
nacional y favorece la estrategia internacional de sus aliados. Es
verdad que el boicot le costó a Dinamarca pérdidas ascendentes a mil
millones de coronas (134 millones de euros), pero Estados Unidos sabrá
seguramente cómo resarcirla.
Un libro publicado por el periodista Toger Seidenfaden (también
miembro del Grupo de Bilderberg) y el historiador Rune Engelbreth Larsen
demuestra efectivamente, basándose en 4 000 documentos oficiales, que
el primer ministro danés hizo todo lo posible por provocar la crisis.
Para ello le mintió deliberadamente a la opinión pública haciéndole
creer que los embajadores de la Liga Árabe exigían una censura religiosa
cuando en realidad pedían un diálogo tendiente a limitar la propagación
del racismo [7].
En su informe anual sobre Dinamarca, el Comité Europeo Contra el
Racismo y el Antisemitismo (que no depende de la Unión Europea sino del
Consejo de Europa) expresa su «gran preocupación» ante el desarrollo de un «clima
de intolerancia y de xenofobia hacia los refugiados y los solicitantes
de asilo así como hacia los grupos minoritarios en general, y los
musulmanes en particular». Menciona al primer ministro danés y al
Partido Popular, miembro de la coalición gubernamental, como
responsables directos de ese fenómeno. Denuncia además la no aplicación
sistemática de la ley de represión contra el racismo [8].
Cuarta incoherencia:
Las caricaturas son tan espantosamente mediocres que, al principio, suscitaron más desprecio que cólera. Entonces, ¿cómo es posible que las caricaturas provocaran en el mundo musulmán más cólera que la ocupación de Palestina, la invasión de Afganistán y los bombardeos contra el Líbano?
Las caricaturas son tan espantosamente mediocres que, al principio, suscitaron más desprecio que cólera. Entonces, ¿cómo es posible que las caricaturas provocaran en el mundo musulmán más cólera que la ocupación de Palestina, la invasión de Afganistán y los bombardeos contra el Líbano?
Ante la publicación de las caricaturas, varias organizaciones
musulmanas danesas se reunieron para definir una estrategia común.
Presentaron entonces una denuncia por blasfemia (artículo 140 del Código
Penal danés) e instigación al odio y la discriminación contra un grupo
de personas por causa de su creencia religiosa (artículo 266b).
Paralelamente a esa acción colectiva, ciertos participantes de esa
asamblea organizaron manifestaciones y una acción de cabildeo dirigido a
los embajadores de Estados musulmanes acreditados en Copenhague, acción
nucleada alrededor de Ahmad Abu Laban [9],
imam de la grupuscular Sociedad Islámica de Dinamarca (Islamik
Trossamfund) y de su amigo Ahmed Akkari, autodesignado vocero de un
Comité Europeo de Defensa del Profeta creado a raíz de todo este asunto.
Según ellos el objetivo era ampliar el debate a la cuestión general de
las muestras de discriminación de las que son víctimas los musulmanes en
Dinamarca. Para ello montaron un expediente de 43 páginas, expediente
que ilustraron con caricaturas, entre las que se encontraban las del Jyllands-Posten.
Pero el llamado «Expediente Akkari» también contiene dibujos mucho más insultantes que los del Jylands-Posten,
como por ejemplo uno en el que se ve un musulmán arrodillado en
posición de orar mientras que es sodomizado por un perro. Fue la lectura
de ese documento lo que dio lugar a la movilización de numerosas
autoridades árabes y musulmanas, civiles y religiosas. Así que fue aquel
expediente lo que convenció a los representantes de la opinión del
mundo musulmán de que las caricaturas eran sobre Mahoma y el Islam.
Abu Laban y Ahmed Akkari emprendieron una gira internacional durante
la cual se reunieron con el secretario general de la Liga Árabe, con el
gran mufti del Cairo, con el director de la universidad Al-Azhar, con el
gran mufti de Beirut, con el jeque Faldlalah del Hezbollah, con el
cardenal Sfeir y el gran mufti de Damasco.
Esa gira resulta tanto más sorprendente cuanto que Abu Laban no
debiera haber podido visitar Egipto, país que anteriormente le había
prohibido la entrada a su territorio, al igual que los Emiratos Árabes
Unidos. Laban es, en efecto comandante de un movimiento parcialmente
clandestino, el Hizb ut-Tahrir (Partido de la Liberación), organización
que los nacionalistas árabes no tienen en gran estima.
Creado por el jurista Taqiuddin al-Nabhani en 1953, el Hizb ut-Tahrir
afirma querer restablecer el califato otomano que dominó y oprimió al
mundo árabe. Este movimiento tiene muy mala reputación en los Estados
árabes, que lo consideran, con razón o sin ella, como un grupo de locos
manipulados por la inteligencia británica para mantener su influencia en
la región. Su fundador murió en Beirut, en 1977. Aunque este partido
se presenta como una organización no violenta, su programa no deja lugar
a dudas sobre las intenciones que abriga. Prevé la creación de un
Estado islámico único bajo el mando dictatorial de un califa y la
aplicación de una interpretación severa de la shariah. El califa
gobernaría con ayuda de un emir de la Jihad encargado de movilizar a
todos los hombres de más de 15 años para hacerle la guerra a todos los
no musulmanes.
Contrariamente a lo que usted pudiera creer, el cuartel general del
Hizb ut-Tahrir no está en Estambul sino en Londres, donde goza de una
fuerte protección policial, a pesar de que el primer ministro Tony Blair lo ha calificado de organización terrorista.
Los principales dirigentes londinenses del movimiento reciben
remuneraciones similares a las de altos responsables de multinacionales
anglosajonas de la informática, a pesar de que ese tipo de empleo exige
una acreditación clasificada como secreto militar.
A falta de ser populares en el mundo árabe, los partidarios del
restablecimiento del califato otomano sí lo son en el seno de ciertas
poblaciones de lengua turca de Asia central. El Hizb ut-Tahrir fomenta
el desorden por toda esa región, incluyendo la zona china de Xin Kiang,
sin distinción de los regímenes en el poder. La compasión se impone
cuando sus miembros son arrestados y torturados por el régimen de
Karimov, en Uzbekistán, pero nada indica que ellos mismos serían más
compasivos que sus torturadores si lograran llegar al poder.
Los Estados de la región no tardaron en comprender el peligro que
representa el Hizb ut-Tahrir. De hecho lo consideran un instrumento de
la CIA y del MI6, como antes lo fueron los muyahidines contra la URSS [10]
y se han unido para combatirlo, siendo este uno de los objetivos de la
Organización de Cooperación de Shangai, la nueva alianza ruso-china.
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Incitaciones al odio
El personaje de la caricatura de arriba (Centro de Estudios del Problema Judío de Boloña, 1943) no es Moisés sino una personificación de los judíos en general, a quienes se atribuye la responsabilidad de la Segunda Guerra Mundial. El personaje de la caricatura de abajo (publicada por le diario danés Jylland-Posten, 2005) no es Mahoma sino una personificación de los musulmanes en general, a los que se atribuye la responsabilidad por el terrorismo, que el presidente Bush califica de «Nueva Guerra Mundial». Estos dos dibujos no tienen nada que ver con una supuesta crítica hacia una religión. Son dos caricaturas de propaganda tendientes a estigmatizar a grupos de creyentes. La primera fue utilizada para justificar un genocidio. ¿Cuál es el objetivo de la segunda?
El personaje de la caricatura de arriba (Centro de Estudios del Problema Judío de Boloña, 1943) no es Moisés sino una personificación de los judíos en general, a quienes se atribuye la responsabilidad de la Segunda Guerra Mundial. El personaje de la caricatura de abajo (publicada por le diario danés Jylland-Posten, 2005) no es Mahoma sino una personificación de los musulmanes en general, a los que se atribuye la responsabilidad por el terrorismo, que el presidente Bush califica de «Nueva Guerra Mundial». Estos dos dibujos no tienen nada que ver con una supuesta crítica hacia una religión. Son dos caricaturas de propaganda tendientes a estigmatizar a grupos de creyentes. La primera fue utilizada para justificar un genocidio. ¿Cuál es el objetivo de la segunda?
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La manipulación en Francia
France Soir fue la primera publicación que reprodujo las
caricaturas en Francia. Este diario, que en aquel momento se encontraba
en quiebra, era entonces objeto de feroces luchas de influencia entre
los financistas que aspiraban a apoderarse de su control. El personal
encargado de tomar las decisiones editoriales en el seno de la
publicación está ligado en aquel entonces a un misterioso posible
comprador del diario cuyo nombre sólo saldrá a relucir varios meses más
tarde. Se trata del comerciante de armas Arcadi Gaydamak, presidente de
Betar (la milicia del Likud) y del club de fútbol que también lleva ese
nombre y candidato a la alcaldía de Jerusalén. Su identidad se mantuvo
en secreto durante el mayor tiempo posible debido a la existencia de una
orden internacional de arresto por fraude fiscal contra este personaje.
Una semana más tarde, las caricaturas aparecen de nuevo, en Charlie Hebdo.
Como ya demostrara anteriormente en nuestro sitio web Cedric Housez, el
semanario satírico viene concentrándose, desde finales del año 2003, en
la denuncia del peligro musulmán tomando posición contra la
participación de Tariq Ramadan en el Forum Social Europeo, por la
prohibición del velo, contra la política de Francia hacia el mundo
árabe, a favor de la política de Israel, etc. [11]
Tanto en el caso de France Soir, como en el de Charlie Hebdo,
la publicación de las caricaturas es la prolongación de ya viejas
campañas de prensa al servicio de la ideología neoconservadora de la «guerra de civilizaciones».
Y resulta eficaz ya que la clase dirigente francesa finge, de forma
casi unánime, no ver el aspecto antimusulmán del asunto y expresa su
apoyo a tan “bella” manifestación de la libertad de expresión. La única
voz discordante será la de Jacques Chirac, quien subraya que «Francia, país laico, respeta todas las religiones y todas las creencias».
Yendo un poco más lejos aún en el campo de la hipocresía, Charlie Hebdo publica El mafiesto de los doce . Este documento denuncia el islamismo como el nuevo totalitarismo [12]
que se opone a la libertad de expresión. Entre sus firmantes se
encuentran, además del propio director de Charlie Hebdo, Philippe Val,
la diputada mitómana holandesa Ayaan Hirsi Ali, los periodistas Carolina
Fourest y Antoine Sfeir y el ensayista Bernard Henry-Levy.
La Gran Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de
Francia (UOIF) presentaron ante la justicia una denuncia contra Charlie Hebdo.
Varios candidatos a la presidencia de Francia expresaron su apoyo al
semanario satírico, en nombre de la «libertad de expresión». Primero
fueron Corinne Lepage (Cap 21) y Dominique Voynet (de los Verdes),
mediante una petición. Más tarde lo hicieron François Bayrou (UDF) y
François Hollande (representante de Segolene Royal, Partido Socialista),
al comparecer como testigos durante la vista de la causa. Y finalmente,
también lo hizo Nicolas Sarkozy (UMP) en carta dirigida al tribunal.
Jacques Chirac, cuya intervención había tenido lugar al principio de la
polémica, no se expresó de nuevo, pero ofreció su abogado a la GMP y a
la UOIF. La justicia dará su veredicto el 15 de marzo de 2007.
Nicolas Sarkozy (candidato presidencial francés por la derecha en las elecciones de 2007) desempeñó un papel sui generis.
En el momento de la publicación de las caricaturas, en su calidad de
ministro del Interior y de Cultos, se negó a tomar medidas de carácter
jurídico y aconsejó a las asociaciones que forman parte del Consejo de
los Musulmanes de Francia que se encargaran de hacerlo. Posteriormente,
para sorpresa de estas asociaciones, envió en el último minuto a los
abogados de Charlie Hebdo una carta de apoyo a la publicación. Lo
cual explica las dudas del Consejo de los Musulmanes de Francia ante la
posibilidad de renunciar en masa.
¿Blasfemia o incitación al odio?
Reproducimos aquí la caricatura más polémica. En ella aparece un
hombre que lleva un turbante que en realidad es una bomba. Según el Jyllands-Posten,
el personaje es Mahoma y la caricatura ridiculiza a los extremistas que
invocan al Profeta en la práctica del terrorismo. Sin embargo, el
turbante del personaje lleva inscrita la profesión de fe de los
musulmanes: «Dios es grande y Mahoma es su profeta». Por
consiguiente, el personaje no es Mahoma sino un musulmán emblemático.
El objetivo del turbante-bomba es asociar su imagen con la de un
terrorista. Este mensaje estigmatiza a los musulmanes en su conjunto
y constituye una instigación al odio castigada por la ley en cualquier
sociedad democrática.
O sea, se habla indebidamente de las «caricaturas de Mahoma» cuando en realidad se trata de caricaturas sobre los musulmanes [13].
En un primer momento, parecía indudable para el tribunal que no se
trataba de una crítica hacia una religión sino de una injuria y/ó
difamación contra un grupo de personas por causa de la supuesta
pertenencia de estas últimas a una religión. En efecto, el tribunal no
aceptó una denuncia de una asociación religiosa que quería defender a
las personas que creen en el Islam, pero si aceptó las de la GMP y la
UOIF ya que los estatutos de esas dos asociaciones incluyen la defensa
de los derechos de sus miembros como miembros de la sociedad y no como
creyentes. Sin embargo, en un segundo tiempo, el presidente del tribunal
dejó que la vista se desarrollara como si se tratara de un juicio sobre
el derecho a criticar el Islam.
En este caso, ya se sabe, en este momento, que los principales protagonistas mintieron (el Jyllands-Posten
en cuanto a sus objetivos, el primer ministro danés en lo tocante a los
reclamos de los embajadores árabes, la Sociedad Islámica de Dinamarca
sobre el carácter de las caricaturas y Abu Laban sobre su propio
compromiso político). También se sabe que todos estos protagonistas
están vinculados a la administración de Estados Unidos, que se dedica a
promover la «guerra de civilizaciones».
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