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Óptica socialista
Opinión
En lo que tiene de más inmediato, la historia venezolana es la historia de diferentes fracciones disputándose el control del Estado, vía expedita para hacerse del control de la riqueza nacional, de la cual la renta petrolera es solo una parte (muy importante sin duda), pero no su totalidad y tampoco su origen.
A partir de la dinámica que imprime a la vida nacional esta disputa, la alternativa entre gobernabilidad y conflicto político, pasa necesariamente por la forma en que la misma se resuelve. Lo que esto significa, es que sin dejar por fuera el impacto de factores externos (geopolíticos, crisis económicas, conflictos bélicos, etc.), la gobernabilidad en Venezuela se ha resuelto históricamente conforme se resuelve temporalmente dicha disputa. Y decimos temporalmente, porque cada cierto tiempo los factores tensionantes reaparecen, desatándose el conflicto y con ello la ingobernabilidad y las crisis subsiguientes. Y siempre el principal factor tensionante a partir de la cual reaparece el conflicto, es la irrupción de algún sector emergente que entra a competir -y por lo tanto a enfrentarse- con quienes en determinado momento ocupan la vanguardia del poder económico y político nacional.
A partir de la dinámica que imprime a la vida nacional esta disputa, la alternativa entre gobernabilidad y conflicto político, pasa necesariamente por la forma en que la misma se resuelve. Lo que esto significa, es que sin dejar por fuera el impacto de factores externos (geopolíticos, crisis económicas, conflictos bélicos, etc.), la gobernabilidad en Venezuela se ha resuelto históricamente conforme se resuelve temporalmente dicha disputa. Y decimos temporalmente, porque cada cierto tiempo los factores tensionantes reaparecen, desatándose el conflicto y con ello la ingobernabilidad y las crisis subsiguientes. Y siempre el principal factor tensionante a partir de la cual reaparece el conflicto, es la irrupción de algún sector emergente que entra a competir -y por lo tanto a enfrentarse- con quienes en determinado momento ocupan la vanguardia del poder económico y político nacional.
- Esto fue lo que ocurrió antes, durante e inmediatamente después de las guerra de independencia. Y de hecho, es lo que explica por qué el cambio en la vanguardia en los puesto del poder nacional, que en otros países no pasó de tres o cuatro batallas más o menos importantes, en el nuestro se transformó en una mortandad que nos consumió más de una década. En principio, los blancos criollos disputándole el poder económico a los peninsulares que ejercían control monopólico sobre el comercio. E inmediatamente, a los funcionarios de la Corona, el poder político. El problema fue que un vector radicalizado de los criollos (Bolívar, Ribas, etc.), convergió con los pardos como grupo social y económico igualmente emergente (cuya figura emblemática fue Miranda), así como con las diferentes “castas”, por lo que el relevo político hubo de resolverse mediante una violenta guerra social. Para las castas (indios, negros, etc.) la independencia no se tradujo en ninguna conquista (no hubo repartición de tierras ni libertad de esclavos). Pero para los mantuanos tampoco. Salvo excepciones, el resultado en cuanto clase fue una inmolación que les costó ser desplazados de los puestos de mando de la vida política y económica del país.
- De allí en adelante la dinámica ha sido en líneas generales la misma, si bien condimentada y caracterizada por los rasgos propios de los momentos específicos en que se desarrolla. De las guerras de independencia, emergieron como nuevo poder económico y político, varios de los caudillos militares que acompañaron a Bolívar primero y lo traicionaron después. Estos, en alianzas con antiguos realistas, mantuanos sobreviviente (Machado, Mendoza, etc.) y la nueva clase de mercaderes extranjeros agrupados en las casas comerciales (Vollmer, Boulton, etc.) dieron fin a la Gran Colombia para dar paso a la República Oligárquica, primera forma de la Cuarta República.
- Pero más temprano que tarde, entre los grupos que se hicieron con el poder económico y político en los primero años de la República, hubo también rupturas. El conflicto entre comerciantes importadores (casas comerciales) y latifundistas por la vanguardia económica, se vio animado por el suscitado entre conservadores (Páez y compañía) y liberales (Guzmán) en la política. Y en medio de ello, de nuevo las castas, pardos, campesinos, indios, esclavos recién libertos luchando por tierras. De esos vientos se desató el huracán de la Guerra Federal. Y tras ella, una larga década de guerras civiles que no dio paz ni tuvo tregua hasta la “pacificación” a sangre y fuego impuesta por Castro y Gómez.
- Tras el asesinado de Zamora y la capitulación de Falcón, el guzmanato resolvió el conflicto entre las élites concentrándolo en una autocracia. Derrotado y muerto Páez (líder militar y político de la vieja guardia conservadora), Guzmán ejerció los resortes de la política. Y en complicidad con su yerno, Manuel Antonio Matos, los de la economía, gracias a la creación de la Compañía de Crédito de Caracas. Esta le sirvió para aglutinar en torno suyo a los antiguos comerciantes y representantes de la burguesía criolla. Es la génesis de nuestra burguesía presupuestaria: especializada no en la producción de riqueza, sino en el usufructo del presupuesto público.
- Superado el período de Castro, en que el poder político se enfrentó directamente al económico (detención y desfile encadenados de los banqueros en 1900, levantamiento armado de Manuel Antonio Matos en 1901), con Gómez en la jefatura del Estado, el poder de la burguesía presupuestaria resurgió de la mano de figuras como el propio Matos (nombrado por Gómez como su Canciller), Vicente Lecuna, hombre fuerte de la banca privada de la época y suerte de ministro de hacienda de facto, así como Pedro Tinoco Smith, al unísono, abogado de las transnacionales petroleras y último Ministro del Interior de la dictadura. Los arreglos monetarios y fiscales en torno a la ley de hidrocarburos de 1920 y el Convenio Cambiario Tinoco de 1934, perfilaron lo que sería el dispositivo de captura de la riqueza nacional por parte de la burguesía presupuestaria durante todo el siglo XX: ya no vivir (solo) de la usura contra el Estado y los particulares, del control monopólico de la exportación de café y cacao, sino directamente del usufructo de la renta petrolera, infinitamente más grande.
- La hegemonía económica y política de la burguesía presupuestaria anduvo sin mayores problemas hasta 1941, cuando del seno del propio poder político (todavía en manos de “los andinos”), surge una facción burguesa que intenta realizar un proyecto nacional basado en la industrialización y no en el mero usufructo de la renta: la guerra intra-clases derivada de esta pretensión culmina preliminarmente en 1945, con el derrocamiento de Medina. Como dato resaltante, los andinos ceden la hegemonía política. Y ésta pasa a mano de los adecos, junto a los militares y la burguesía presupuestaria, nucleada en torno a FEDECAMARAS, “sindicato” empresarial-comercial creado en 1943 como reacción de dicha burguesía a las ambiciones industrialistas de Medina y los suyos. La siembra petrolera, formulada en 1936 por Úslar Pietri, es derrotada en octubre de 1945.
- Tras el trienio de 1945-1948, las tensiones se presentan nuevamente, dado que una facción progresista de AD se hace con la presidencia. Gallegos gana las elecciones a finales de 1947, asume a principios de 1948 y es derrocado en noviembre de ese mismo año. Su pretensión de retomar algunas de las políticas medinistas le costó caro. Abandonado por la dirigencia de su propio partido, apenas se defiende. Se instaura la dictadura militar-empresarial que durará un década entera.
- Durante la dictadura, el poder político concentrado por los militares pasa a compartirse con los detentores del poder económico. Y bajo este signo, el proceso de acumulación de la riqueza nacional en manos de la burguesía presupuestaria, crecerá exponencialmente. Sin embargo, hacia finales de la dictadura, surgen desavenencias importantes entre las facciones dominantes, siendo una de las principales la negativa de Pérez Jiménez de cubrir la deuda privada con los superávits públicos. Cuando se da el derrocamiento de Pérez Jiménez en 1958, la picardía de AD será ofrecerle a los señores del dinero lo que éste les había negado: los recursos públicos para cubrir sus deudas. El pacto de Punto Fijo desplaza a los verdaderos héroes de la lucha contra la dictadura. El ala betancourista se hace con el control de AD y luego del país. Tras la caída de los precios del petróleo en 1960, se desnuda el hueco dejado en las arcas públicas por el financiamiento del líder adeco de las deudas de FEDECAMARAS y la fuga de capitales consecuente. El resultado fue el severo plan de ajuste económico de 1961, más una cruenta dosis de represión policial y militar.
- El matrimonio AD-FEDECAMARAS se mantuvo sin mayores contratiempos (pese a la insurrección de izquierda), durante toda la década de los 60 y la primera parte de los 70. Sin embargo, en 1974, paradójicamente, será el delfín de Betancourt quien encabece la nueva ruptura entre los sectores dominantes: Carlos Andrés Pérez, junto a su superministro de economía Gumersindo Rodríguez (padre de Francisco Rodríguez, el frustrado ministro de economía de Henry Falcón y principal operador/cobrador de los tenedores de deuda venezolana), posibilitará la llegada de una camada de nuevos burgueses y los descendientes de algunos viejos con ambiciones de colocarse en la cima del poder económico nacional: serán los celebres 12 apóstoles, que en realidad eran más, encabezados por Pedro Tinoco (hijo del Pedro Tinoco Smith del Convenio cambiario de 1934, y como su padre, operador de las transnacionales en Venezuela), los hermanos Cisneros, Carmelo Lauría, Diego Arria, Siro Febres Cordero, etc. Los resultados de esta batalla por la cima de la supremacía económica y política nacional entre fracciones burguesas, consumirá dos década de la vida nacional y costará una severa crisis económica, desde el viernes negro de 1983 hasta al menos la corrida bancaria de 1994.
- Cuando Chávez lega a la presidencia en 1998, lo hace colándose en medio de esta batalla. Ya el bipartidismo había muerto de la mano de uno de sus fundadores: Caldera. También había muerto Tinoco, Pérez sido destituido y el banco Latino quebrado por un operador de la vieja guardia burguesa: Gustavo Roossen, pieza de la familia Mendoza, quien resolvió por esa vía la batalla por el sector financiero local a favor del banco Provincial (Mendoza) y el Mercantil (Vollmer). Pero lo más notable para aquel momento, era que los amos del poder económico se disponían a prescindir de los políticos para asumir ellos mismos la jefatura del Estado. Por eso emergen “outsiders” como Irene Sáez, Salas Römer y Capriles Radonsky. Pero en medio de ellos, como dijimos, apareció Chávez, dando al traste con la transición administrada planeada por la burguesía presupuestaria.
- La relación de Chávez con esta burguesía será problemática desde el inicio. Tempranamente, intentan ablandarlo y captarlo, pero al fallar, derrocarlo y matarlo. También fracasan, motivo por el cual el Chávez socialdemócrata deriva hacia posturas antiimperialistas más claras, hasta finalmente declarar el socialismo. Hacia el final de su mandato, desde el Estado se comienza un agresivo plan de inversiones en formación bruta de capital fijo (maquinarias y equipos), pero también se avanza en proyectos de transferencia al poder popular de dicha inversión. En la concepción de Chávez, todo indicaba que la superación de la vieja diatriba intra-burguesa venezolana solo podía romperse arrebatándoles el poder económico. Pero no para reemplazarlos por otra burguesía “buena y productiva”, sino haciendo emerger nuevos actores productivos comunales y de propiedad social. La socialización de la renta petrolera había sido el primer paso en esa dirección.
- Tras la ¿muerte? de Chávez a comienzos de 2013, todo esto queda en stand by. Al principio, por la fuerte arremetida de la derecha tanto económica como política: ésta se planteó de entrada expulsar al chavismo del poder y en la medida de lo posible de la vida nacional. Sin embargo, parece claro que asistimos a una suerte de empate catastrofista, donde el chavismo no puede ser desalojado del poder político, pero éste tampoco puede domesticar a los tenedores del poder económico. Ante esta situación, la dirigencia del chavismo pareciera haber cambiado de un tiempo a esta parte la estrategia original, planteándose ahora conservar el poder político, pero cediendo las pretensiones de llevar las riendas del poder económico. Los problemas, sin embargo, a este nivel son varios: el primero, es que conservar el poder político choca con las pretensiones del relevo burgués de hacerse con el mismo a través de sus partidos creados para tal fin (PJ, VP, Vente Venezuela e incluso la “nueva” AD); el segundo, los factores de presión externos, con Estados Unidos a la cabeza; el tercero, que los detentores del poder económico no parecen dispuestos a arriesgarse a dicha convivencia, por lo que son displicentes cuando no abiertamente reacios a los intentos de seducción oficiales; y el cuarto, que los sectores económicos aliados al chavismo o en todo caso sumados a los motores productivos no tienen fuerza suficiente para dar la batalla y tampoco pareciera que la convicción.
- Valga como prueba de los puntos tres y cuatro el siguiente dato: según BID, en un informe recientemente publicado, la contracción de las exportaciones venezolanas durante 2017 fue de 13%, con respecto a 2016, y durante el primer trimestre de 2018, de 27%. Descontando la caída de la producción petrolera, lo que estos números demuestran es que pese a los gigantescos estímulos salariales, cambiarios, fiscales, etc., el motor exportador privado no prende, ni siquiera porque la demanda mundial de bienes y servicios ha crecido ligeramente. Esto por lo demás reafirma nuestro punto en la anterior entrega de esta serie: a corto y mediano plazo, no existe posibilidad real de que el sector privado encabece una recuperación económica, incluso asumiendo le pongan voluntad: simplemente no tiene la capacidad requerida.
- En virtud de todo lo anterior, a lo que vamos, es que los lamentables sucesos de este pasado sábado 04 de agosto plantean una serie de interrogantes importantes, siendo la principal la siguiente: en el entendido de que esta situación de empate catastrófico no puede prolongarse por mucho más tiempo (lo que no quiere decir que no pueda empeorar), y en vista en que el gobierno plantea un “nuevo tiempo económico” a partir del próximo 20 de agosto, ¿cómo se resolverá el conflicto histórico en torno a la captura del poder político y económico? ¿Podrá el gobierno, que no cuenta con su propia bloque empresarial (que no es lo mismo que no tenga empresarios), que dejó en un segundo plano a las comunas, EPS y empresas públicas incluyendo PDVSA, domesticar a los sectores privados e imponerle las reglas del juego? ¿Aceptarán definitivamente estos sectores convivir con el chavismo en la política? Y los partidos políticos del oposicionismo: ¿asumirán ser actores secundarios –en el mejor de los casos- en los tiempos de la hegemonía chavista?
- Una pista: aunque los autores intelectuales del atentado contra el presidente no representen a la totalidad del mundo oposicionista (si bien su principal figura actual, el diputado Julio Borges, aparece involucrado según las confesiones de los autores materiales) todo indica –si nos atenemos a las declaraciones y pronunciamientos públicos por redes sociales- que en el agregado simpatizan con el mismo. Y ya vemos, por otra parte, los llamados a boicot que están haciendo a medidas como el censo automotor. Incluso, a respecto de esto último, el Presidente Maduro, en su alocución de anoche 07 de agosto donde presentó pruebas del intento de magnicidio en su contra, aseguró que el motivo del mismo era frenar las medidas económicas del 20 de agosto. Y esto es un dato clave, pues todo lo que el gobierno ha anunciado -a su manera vaga- que quiere hacer a partir de dicha fecha: reconversión monetaria, plan de recuperación, cambio del patrón monetario, etc., necesita de fuertes consensos sociales para funcionar o de una capacidad de gobernabilidad muy grande para controlar las disidencias. Lo primero no parece estar y lo segundo está por verse. ¿Cómo se resolverá el conflicto esta vez? ¿Habrá un pacto como en otras épocas, alguno de los bandos se impondrá sobre el otro o se prolongará el empate? ¿Asistiremos a una salida inédita al bucle histórico, dentro del cual el bucle propio del chavismo se encuentra inmerso? O se repetirá alguna de las tantas oscilaciones que hasta ahora ha dado inevitablemente? En pocas semanas lo sabremos
- Por Luis Salas
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