lunes, 24 de septiembre de 2018

Chile y la guerra económica que precedió a un golpe

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Óptica Socialista
Opinión


Caracas, 11 Sep. AVN
Patrocinios de huelgas, asesinatos selectivos y una guerra económica que promovió el desabastecimiento antecedieron el golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende hace 45 años.

El primer gobierno socialista en América Latina que llegó al poder por la vía electoral fue visto por Estados Unidos (EEUU) como una amenaza, y su presidente, Richard Nixon, giró instrucciones al director de la CIA, Richard Helms, para su derrocamiento.

Allende, en sus tres años de mandato (1970-1973) promovió políticas en favor de las mayorías excluídas, modelo que podían emular otros países de Latinoamérica.

Una de las órdenes que dio Nixon a su entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, fue "hacer aullar a la economía chilena", revela el informe de la Comisión Church, designada por el Congreso de EEUU para estudiar las operaciones de inteligencia en Chile entre 1963 y 1973.

Esta acción produjo una severa escasez en la economía chilena, descrita por la escritora chilena Isabel Allende en el libro La Casa de los Espíritus.

"El pueblo se encontró por primera vez con suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas y comprar algunas cosas que siempre deseó, pero no podía hacerlo, porque los almacenes estaban casi vacíos. Había comenzado el desabastecimiento, que llegó a ser una pesadilla colectiva", refiere parte de la obra.

Era el preámbulo de un golpe ralentizado, que se terminó de consumar el 11 de septiembre de 1973 con el arreciar de las Fuerzas Armadas dirigidas por Pinochet, entonces comandante en jefe del Ejército.

De acuerdo con el informe Church, Estados Unidos destinó de forma secreta ocho millones de dólares entre 1970 y 1973 para derrocar a Allende. En ese lapso "se establecieron contactos con militares chilenos con el fin de reunir materiales de inteligencia y permitir a Estados Unidos entrar en comunicación con el grupo con más posibilidades de arrebatar el poder", refiere el informe.

El 11 de septiembre de 1973, el palacio de Gobierno, llamado "La Moneda", fue bombardeado por aviones y tanquetas. Aunque familiares, amigos y asesores buscaron proteger a Allende el mandatario prefirió resistir desde el palacio, desde donde se dirigió al pueblo en su último discurso, difundido en vivo por Radio Magallanes.

"Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de Chile (...) Ante estos hechos solo me queda decirles a los trabajadores: yo no voy a renunciar".

En ese discurso agradeció a los chilenos por la confianza que depositaron en él y agregó: "Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria".

La muerte del líder popular fue tratada por los medios como un suicidio y años después, en 2012, la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó esta teoría, argumentando en un informe que los dos disparos de bala que le cegaron la vida a Allende "en medicina legal son atribuibles al suicidio".

Sin embargo, datos históricos registran que testigos del hecho fueron detenidos y más tarde desaparecidos por órdenes de Augusto Pinochet, reforzando la tesis de un posible magnicidio.

Tras el derrocamiento de Allende, se estableció una junta militar dirigida por Pinochet, el dictador que llevó a Chile a transitar por el más feroz de los caminos en una dictadura que duró 17 años, hasta 1990, y que dejó un saldo superior a los 40.000 muertos, miles de exiliados, violación de los derechos humanos, limitación en la libertad de expresión y disolución del Congreso Nacional.

Allende, médico cirujano de profesión, se convirtió así en el Presidente Mártir, en un referente para la lucha de los pueblos oprimidos por el imperio estadounidense. "Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición", exclamó en su último discurso.

 

 

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