Opinión
Cuando vemos la cantidad de personas que siguen a la
oposicion derechista heredera e hija y nieta de las hordas salvajes que nos han
estado gobernando en los últimos 93 años desde 1996 hasta 1998. Cuando
recibimos el impacto en pleno rostro como una bofetada, lo que significó la
votación alcanzada por el Majunche el 7
de octubre de 2012. Cuando vemos las
poblaciones en capacidad de elegir gobernadores,
escoger mediante el voto a candidatos opositores en los estados Miranda, Lara y
Amazonas. Cuando soportamos la
arremetida mediática de la oposición plagada de mentiras y desinformación, a travez
de todas las diversas formas y maquinarias comunicacionales, y especialmente a
través de la caja estupidizante que es la televisión de la derecha. Cuando vemos, en las oficinas, locales comerciales,
y otros edificaciones de instituciones y
empresas del estado cuyos televisores en las salas de espera, están
sintonizados, en canales de TV afectos a
la oposición preferiblemente en el aberrante y degradado canal Globovisión.
Cuando vemos y sentimos lo que hemos descrito, sentimos un
amargo sabor en la boca y, una inmensa
arrechera cuando comprobamos el poco nivel de respeto y autoestima que
exhibe un grueso número de paisanos. Cualquiera podría terciar en esta
disertación y argüir, que hacemos un flaco favor y hasta irrespetamos al pueblo equivocado y confundido
por el mensaje opositor. Pero, se hace muy necesario insistir en esto y sobre
todo no callar, porque ésta actitud errática de parte de un sector de la
población venezolana incrementarse y en
consecuencia llegar a convertirse en un obstáculo en la marcha hacia el
socialismo, ésta situación peligrosa es sumamente evidente; es de alto relieve,
es de alto aroma y también es muy detectable al tacto. Entonces, ¿Por qué?
tener esa actitud negativa hacia el
bienestar del pueblo, hacia la soberanía, hacia la independencia o mejor dicho
a la negación de lo que brilla más que el sol.
Ahora cuando estamos, conmemorando los desgraciados hechos
del caracazo, ocurridos durante los días 27 y, 28 de febrero y continuaron los
primeros días de marzo de 1989, que fueron consecuencia ineluctable de muchos
años de atropello al pueblo venezolano, ofensas que completó la maligna derecha hegemónica venezolana con
la aplicación del recetario neoliberal, que ya nos había premiado con más del
60% de la población sumido en la
pobreza, y un 27% en pobreza extrema. Al ver las descripciones de los
acontecimientos, que reflejan la saña con la que violaron los derechos humanos
de un pueblo noble; cuando nos recalienta la arrechera la desfachatez con que
el maligno mayor Carlos Andrés
Pérez, justifica el desmadre, de acudir
al FMI para solventar el déficit fiscal de la nación, mediante la solicitud de
un crédito de 4.500 millones de dólares, por lo que le exigían como condición,
para otorgarle el crédito; la aplicación de un paquetazo de medidas económicas
y fiscales que afectaban al pueblo secularmente pobre y excluido, en otras
palabras el pueblo era como siempre premiado con la asimilación de las pérdidas
ocasionadas por los malos gobiernos, y que de aquí en adelante le harían víctima del triste destino, que significaba
morir de muerte súbita, porque ya lentamente, venia muriendo.
Aplicar este paquetazo, de por sí, ya era suficiente motivo
para desembocar en una guerrea civil. Pero a ello, para colmar la copa de la
paciencia, se siguió sumando al daño secular al pueblo, la inhumana aplicación del ignominioso
acaparamiento de artículos de primera necesidad, para hacer pingues negocios
con el incremento voraz de los precios de dichos artículos, lo cual vendría a
colocar un clavo más a la urna del pobre y mucho más dólares a las arcas de los
comerciantes y hegemónicos del país y el mundo.
Pensamos entonces, cómo
es posible que todavía existan venezolanos que no se den cuenta de la maldad de esa castas que nos mal
gobernaron.
Cuando vemos los
acontecimientos, las noticias, las fotos, los documentales del caracazo, todos
los sentimientos impactantes por su fuerza, pero acertadamente descritos como
tristes, irritantes y molestos contra ese grupo de gobernantes que son como se
dijo anteriormente los abuelos y padres de los actuales opositores. Cuando
vemos o recordamos el caso de la escalera de mesuca, donde fueron
asesinados a mansalva, innumerables
trabajadores cuando usaban la escalera
para bajar hacia sus sitios de trabajo o hacer cualquier actividad. Esos dignos
compatriotas, fueron asesinados como si
fueran pajaritos.
Por lo antes descrito es que siempre estamos protestando
contra esos compatriotas, quienes, aun en contra de ese inmenso cerro de
evidencias continúan favoreciendo a esos sátrapas, déspotas, depredadores y
asesinos incursos en delitos de lesa humanidad y lesa patria. Somos un gran
pueblo, y ese calificativo lo debemos defender y ponerlo en evidencia en cada
acción. Recuerden hermanos, que por ahí aún están, Antonio Ledesma, Virgilio Ávila
Vivas, Henry López Sisco, Osvaldo Álvarez Paz, Eduardo Fernández, Jaime
Lusinchi, Blanca Ibáñez, David Morales Bello, Moisés Naím, Teodoro Petkoff,
Gral. Ítalo del Valle Alliegro, Gral. Manuel Heinz Azpúrua, Reinaldo Figueredo
Planchart, Carlos Ortega, Octavio Lepage,
Gerver Torres, Miguel Rodríguez Fandeo, Ricardo Haussmann, Roberto
Giusti, y muchos más, disfrutando una injusta
impunidad.
¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOBERANA Y SOCIALISTA!
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
William Castillo Pérez
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