Por William Castillo Pérez
Cuando me enfrento algún escuálido
seguidor de la oposición, que revienta
su dique de contención de maldad, y riega su bilis desprendida de su babosa
boca contra el proceso revolucionario, o el presidente Chávez y sus políticas certeras
a favor del pueblo. No tengo más alternativa que cerrar los ojos y comenzar un
proceso de controlo mental y enfriamiento del enojo. Es entonces, que sucede
algo así como un milagro, inmediatamente veo escenas y oigo voces, que tienen un efecto balsámico
ante la rabia, Son las imágenes y voces de tantas madres humildes, que agradecen
y dan testimonio de la felicidad que les proporciona el hecho de recibir sus
nuevas casa, luego de esperar mas de un año largo, en situación de damnificadas,
o si no eran damnificadas tenían que vivir arrimadas o en situaciones incomodas,
mientras les construían sus casas, o
ellas mismas junto con sus maridos las construían.
-Estoy muy contenta- dice una
joven madre ante la pregunta de la periodista al momento de recibir las llaves
de su casa. -usted no se imagina, la alegría que tengo- continúa -gracias a mi
presidente, gracias a mi consejo comunal, ahora tengo mi casa, mejor dicho mi
quinta, porque yo vivía en un ranchito, ahora gracias a mi presidente tengo
muebles nuevecitos, y mi marido trabaja con las Petrocasa y yo trabajo en las
casas de alimentación.
Por otro lado a su turno, con la
voz quebrada por el llanto de felicidad Lucrecia da su testimonio. -Yo vivía en
un ranchito, cada vez que llovía,
pensaba que era la ultima vez porque
creía que mi ranchito se lo iba a llevar el rio. -Yo no dormía señorita,
ahora, duermo tranquila porque mi casa es de bloques y tiene un techo demasiado
bueno. Ya tengo mi jardín, antes, ni siquiera tenia tiempo para tener un jardín
bonito –era una vida muy triste-. Ahora,
mi hija esta feliz y tiene su cuartico
bien acomodado y mi hijo ya duerme solo
en su cuarto, fíjese que la gente nos decía que eso era mentira, que ahora si había
quedado en la calle, porque me tumbaron el ranchito y no me iban a construir mi casa nueva, hoy, esas
personas cuando nos ven bajan la mirada
porque les da pena.
Esta situación graficada, se
repite a todo lo largo del país, con efectos positivos que se pierden de vista y
hace impacto en estamentos de la vida
nacional, que hasta los índices de crecimiento económico están influenciados
por la masiva construcción de viviendas.
Un caso extraordinario, es el hecho que una joven madre, quien al momento de
dar su testimonio, comenzó agradecer por tener su casa. Dio gracias a dios, dio
gracias a Chávez al consejo comunal, a
los ministros y a los OBREROS quienes construyeron sus casas, -algo insólito-, si
tomamos en cuenta que todas las casas de cualquier nivel, de características
sencillas o sofisticadas, han sido construidas por los mismos obreros. Y nunca,
nadie, ni pobre ni rico tuvieron la gentileza de agradecer o felicitar a loa
obreros que construyeron sus casas, eso solo se ve en revolución.
Pero lo absolutamente emotivo por
la carga de sincera inocencia ajena de toda maldad, sucedió cuando esa joven
madre, habló de su marido y dijo que ella y su hija veían a su marido y a su papá como un héroe, porque había
trabajado en la construcción de su casa y las casas de las demás familias, ya
que el había participado en o participa en el programa de autoconstrucción o
sea es un miembro de la brigadas voluntarias de autoconstrucción.
¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOBERANA
Y SOCIALISTA!
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡LOS POBRES SOMOS MUCHOS, SOMOS
LUCHADORES!
¡ESTAMOS AGRADECIDOS, QUEREMOS A
CHÁVEZ!
¡Y VOTAREMOS POR CHÁVEZ EL 7 DE
OCTUBRE!
William Castillo Pérez
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