Óptica Socialista
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La geopolítica mundial se ha complejizado enormemente en la vuelta de milenio. Las piezas del juego se empezaron a mover marcando límites y desafíos en el terreno del control planetario. Si China ya perfilaba como un potente competidor económico, Rusia hoy despunta como un jugador geopolítico audaz, con capacidad de reconstruir viejas alianzas –o crear nuevas- entre los otrora poderosos imperios del Oriente.
El siglo comenzó pintado de guerra, con un claro deslizamiento del eje ordenador del capitalismo desde el mercado hacia lo militar. Se estrenó con una secuela de intervenciones estadounidenses en Asia Central y Medio Oriente, iniciada en la década de los noventa con las guerras de fragmentación de las estructuras político-territoriales que marcaban los bordes y las vías de tránsito entre Asia y Europa, y extendida hasta las fronteras de China, India y Rusia, y puso a jugar a todos los poderes regionales.
Poco a poco, en estas casi dos décadas, la franja petrolera del planeta fue siendo ocupada por guerras de características muy variadas. Sus diferencias hacían pensar en casos específicos, sin relación entre sí, pero una vez puestos en el mapa dibujaron una figura muy cercana a la de las cuencas petroleras, y a la figura que en el año 2000 delimitó el área de atención prioritaria señalada por el mapa del Pentágono de Thomas Barnett, profesor de la Escuela Naval de Guerra de Estados Unidos. Las zonas de guerra, sorprendentemente, seguían la ruta del petróleo y del desmantelamiento preventivo de condiciones o coaliciones socavadoras de la hegemonía (ver mapa 1).
La franja que reúne el grueso de las reservas petroleras certificadas se extiende desde Medio Oriente hasta Venezuela, pasando por el norte y occidente de África. La lista es encabezada por Venezuela, que además de contar con una quinta parte del petróleo mundial (junto con Canadá aproximadamente la tercera parte), está en el Continente americano (ver mapa 2).
Sumando muchas otras riquezas naturales estratégicas y su posición geográfica, Venezuela es una pieza fundamental en la definición de los equilibrios geopolíticos. Para Estados Unidos, contar con Venezuela representaría una condición privilegiada de invulnerabilidad y defensa de su hegemonía.
Planteado de manera muy simple, esta es la razón central que mueve muchas de las iniciativas, acuerdos y alianzas, así como la implantación directa de posiciones militares de Estados Unidos en territorio latinoamericano y caribeño. Desde el momento en que Estados Unidos, movido por su interés de disponer de las riquezas venezolanas, convirtió al país en una amenaza a su seguridad interna (9 de marzo de 2015, bajo la presidencia de Obama) se han sucedido incontables intentos por ocuparlo y voltearle el rumbo. La última advertencia precisa la formuló Donald Trump ante Naciones Unidas, indicando que estaba dispuesto a mandar tropas de invasión a Venezuela, con fines, quién lo duda, humanitarios.
Pero invadir un país es una acción brutal y despierta amplias animadversiones y movimientos de rechazo. Considerando además la habilidad y decisión con que Venezuela ha ido enfrentando todos los operativos de acoso y desestabilización sin dejarse llevar a una guerra civil, sería previsible un mal resultado. Cualquier tipo de intervención requiere crear condiciones propicias y escenarios de validación, aunque sea relativos. Dentro de la creación de esas condiciones, sumándose a los operativos de guerra económica, financiera, al desabasto y a la siembra de redes de narcomenudeo se inscribe el ejercicio AmazonLog, planeado para realizarse en la ciudad de Tabatinga entre el 6 y 13 de noviembre de 2017.
Sabemos que la efervescencia de las luchas antineoliberales, anticapitalistas y por la construcción de opciones no-capitalistas de organización social en la vuelta de milenio alcanzó un nivel de intensidad muy alto; con una gran variedad que le imprimía riqueza y que causó un cierto pasmo en las cúpulas del poder continental. No obstante, en esos mismos años se fraguó el Plan Colombia, la introducción del terrorismo en los códigos penales de todo el Continente, la relocalización de bases militares norteamericanas y de convenios para el uso de aguas territoriales con sus buques de guerra; se activaron los entrenamientos y ejercicios militares y se inició, sobre todo a partir de 2008 con el bombardeo en Sucumbíos (como si hubiera sido la señal de inicio de la inflexión), una recuperación que combinaba mecanismos como golpes de estado blandos, intentos de secesión, operativos mediáticos de criminalización y manipulación de narrativas, procesos desestabilizadores, bloqueos (sigue el de Cuba y se implantó el de Venezuela), acuerdos de seguridad, paramilitarización y mercenarismo y otros de acuerdo con las historias específicas y con la creatividad aplicada por las resistencias y por las injerencias.
El AmazonLog, como se describe abajo detalladamente, consiste en colocar pertrechos de guerra que faciliten incursiones territoriales discretas, operaciones de respuesta rápida, ambas contemplando la intervención de fuerzas especiales ya sea estadounidenses, de cuerpos locales o privadas, o también para permitir operativos masivos mucho más visibles o escandalosos, producto de supuestos peligros humanitarios muy probablemente en Venezuela. Como se puede observar en el mapa 3, este ejercicio coloca dos posiciones muy importantes en la parte baja de Venezuela, a las que debemos adicionar una más en la costa atlántica, producto de un convenio que está en proceso de ser aprobado por el Congreso brasileño, que concedería el uso de la base de lanzamiento de Alcántara, en Sao Luis, a las fuerzas armadas estadounidenses.
La base de Alcántara tiene la enorme importancia de ubicarse en el borde atlántico de la cuenca amazónica y de posibilitar su cercamiento enlazando toda el área del Gran Caribe, con Venezuela en el centro. Es la posición que permite cerrar el círculo. Desde el año de 2002, justo al final del periodo presidencial de Fernando Henrique Cardoso, el proyecto de concesión de la base a las fuerzas armadas estadounidenses ya se encontraba en curso asentando que el territorio en cuestión quedaría bajo la jurisdicción norteamericana sin que las autoridades brasileñas pudieran tener ningún tipo de supervisión, otorgando total libertad para la entrada y salida de tropa, equipo u otros bienes. Realmente una entrega del territorio en un punto por demás estratégico porque además corresponde al área o franja con posibilidades de lanzamiento de satélites.
Teniendo en cuenta las bases militares ya asentadas en esta zona en Guantánamo, Aruba y Curaçao, Puerto Rico, Honduras (Soto Cano), El Salvador (Comalapa), Antigua y Colombia (seis en funcionamiento y 7 más en proceso por el acuerdo de 2009 que quedó temporalmente suspendido), con el refuerzo de las de Perú en el otro extremo y con la ocupación de Haití por las mal llamadas “fuerzas de paz” (comandadas oficialmente por Brasil), puede afirmarse que la región está militarmente cercada. Desde siempre, por el Canal de Panamá y por ser el centro del acceso náutico al continente en que se asienta el poder americano; en las últimas décadas, particularmente, por ser una de las áreas de concentración de yacimientos hidrocarburíferos, minerales, genéticos y acuíferos más importante del planeta, con Venezuela como epicentro.
La guerra contra Venezuela no es “para derrocar a un dictador”, cuestión que evoca las de Irak, Libia y circunstancialmente las de cualquier país petrolero que pretenda poner condiciones a la entrega de sus recursos. Es la guerra de la Exxon, que no deja de abrir brecha desde la región en disputa del Esequibo; es la guerra de Chevron, del coltan, el uranio, el thorium, el gas y el oro; es la guerra del estado norteamericano por reforzar sus condiciones materiales y su posición hegemónica.
Las bases de Tabatinga y Alcántara implican no sólo cerrar el círculo militar estadounidense en esta riquísima región de relevancia estratégica sino el involucramiento de Brasil en una guerra prestada, emulando el triste papel de Colombia. La intervención directa de Estados Unidos en Venezuela es así precedida o disimulada por su intervención o su amenaza tercerizada desde las fronteras: los países circundantes encargados del “rescate humanitario” de un pueblo que, por lo demás, en cada elección, en cada momento de riesgo, en su dificilísima lucha cotidiana, confirma que no quiere ser “rescatado”, sino libre de vivir con lo suyo eligiendo su modo, a su manera autodefinida como bolivariana.
Ejercicio AmazonLog yOperación América Unida
El Ejercicio AmazonLog, iniciativa del Comando Logístico do Exército Brasileiro (COLOG) se lleva a cabo en Brasil entre septiembre y noviembre de este año a partir de tres actividades complementarias.1 Por un lado, una exposición de material de empleo militar y un Simposio de Logística Humanitaria (SILOGEM) mismas que fueron realizadas en la ciudad de Manaos entre el 26 y el 28 de septiembre en el Centro de Convenções Vasco Vasques.
Entre el 06 y el 13 de noviembre tendrá lugar la Operación América Unida que contempla la construcción de una Base Logística Internacional compuesta por Unidades Logísticas Multinacionales Integradas (ULMIs). De acuerdo con declaraciones de los militares brasileños involucrados, esta instalación será de carácter provisional, acotada al periodo de realización del simulacro internacional conjunto en la frontera de Brasil, Colombia y Perú. El General Guilherme Cals Theophilo Gaspar de Oliveira, Comandante del COLOG, señaló en una entrevista a finales de julio que la intención es realizar el ejercicio de manera bianual en distintos países de Sudamérica, “lo que proporcionará el perfeccionamiento de los sistemas logísticos y la creación de una doctrina específica de empleo en la región” (Revista Tecnología e Defesa, 2017).
Exposición de Material de empleo militar
Se trata de un espacio diseñado para que empresas de distintos ramos, pero especialmente dedicadas al ámbito de seguridad y defensa, muestren productos y soluciones durante la exposición y el Ejercicio Logístico Multinacional Interagencias. Tuvo lugar a finales del mes pasado y además de buscar potenciales compradores entre las compañías y los países participantes, los productos podrán ponerse a prueba en situaciones reales en noviembre durante la realización de la Operación América Unida.
Fuente: Latinoamérica/10/11/17
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